Organizaciones de los Bañados, del departamento Central y de Villa Hayes, protestaron esta mañana frente a la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) reclamando que cumpla con el apoyo prometido para el sostenimiento de las ollas populares. Gracias a la lucha insistente, acaban de lograr que el Estado se comprometa con la donación quincenal de insumos.
Con la consigna “Vare’a nañanera’arõi” o “Por el derecho a la alimentación”, es la tercera vez que organizaciones bañadenses, de Patria Nueva y de Villa Hayes, llegaron hasta la SEN para exigir la provisión de insumos de calidad para sostener las ollas populares. Tras una insistente lucha han logrado que el ministro se comprometa con la provisión quincenal de alimentos, incluyendo leche. También se comprometió a gestionar la provisión de carne.
Según nos informan en este momento están llegando los primeros insumos a algunas comunidades, tras la intensa presión de los manifestantes, en su gran mayoría mujeres, que llegaron esta mañana hasta la SEN con carteles y consignas.

“Nos nos va a matar la COVID, nos va a matar el hambre”
Hace más de dos meses las ollas se mantienen gracias a las donaciones de familias y organizaciones solidarias. Con el esfuerzo y la organización popular se ha logrado así dar de comer a miles de familias. Solo en los Bañados Norte, Sur y Tacumbú, más de 21 mil personas subsisten gracias a las ollas. Pero la crisis agudizada por la pandemia también se siente en las donaciones que van disminuyendo y ya no alcanzan. La medida de aislamiento decretada por el gobierno le ha costado el trabajo a mucha gente que no tiene forma de llevar el sustento a sus hogares y que no ha recibido ningún subsidio.
“Venimos hasta la SEN por tercera vez en estas semanas para exigir nuestro derecho al alimento en esta pandemia. Estamos pasando hambre. En la olla en donde estoy comemos hasta 300 personas por día. Hay escasez de insumos porque las ollas se mantienen con donaciones de personas de buen corazón, pero se está acabando por la crisis económica que se siente en todas partes, también en las donaciones que están disminuyendo. La SEN nos dio una vez 5 kilos de harina para miles de personas. El poroto no estaba en buenas condiciones, el locro es maíz blanco imposible de consumir. Le exigimos que llegue y ayude a cada comedor con la cantidad que necesita para abastecerse. Y en buen estado y consumible”, manifiesta Mirna Samaniego, joven de 19 años del Bañado Sur.

Elizabeth Arguello, del Asentamiento Patria Nueva 2, del kilómetro 28, denuncia la situación extrema que viven las familias de su comunidad: “Estamos super mal. Hace dos días que tuvimos que suspender las ollas porque ya no hay víveres. Mandamos más de 100 notas pidiendo donaciones. No tenemos respuesta todavía. Nuestra olla está vacía y la gente no tiene plata para poder aportar. Hay muchos albañiles sin trabajo, las obras pararon. Hay gente que fue suspendida de su trabajo. Hay muchísima gente que no tiene que comer. Los programas Ñangareko y Pytyvo apenas llegaron al 30% de nuestra comunidad, el 70 restante está sin plata, sin víveres, y ahora sin olla”.

“Nosotros hace 22 días también vinimos hasta la SEN como Patria Nueva. No pudimos hablar con el ministro, hablamos con el jefe de gabinete que nos prometió que la institución iba a aportar víveres una vez por semana. Jamás se cumplió. Todos tenemos miedo de contagiarnos de coronavirus y entendemos que hay que quedarse en la casa. Pero si no dan subsidio a quienes no pueden trabajar por lo menos que den alimentos nutritivos para sus familias”.
Elizabeth relata que la organización popular es la que permitió la subsistencia en este tiempo de aislamiento y pandemia: “Desde el día 1 de la cuarentena hicimos ollas. Empezamos dando de aporte 5000 gs. por familia. Cuando ya no tuvimos, pedimos donaciones. Primero eran 100 platos luego sumó a 150, ahora suman 250 personas que debemos dar de comer por día. El costo es aproximadamente de 600 mil y nos alcanza también para un poco de cocido negro, sin leche. Es fuerte lo que está pasando. Las autoridades por lo visto que no tienen ni sentido común. Ni sabían cuánto se necesita para alimentar a 100 personas. En nuestra comunidad somos casi 1200 personas que dependen de esto. No es que nos va a matar la COVID, nos va a matar el hambre”.
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