En un artículo anterior había hecho unos comentarios sobre una publicación en la red social X referente a que el salario mínimo no es un derecho sino un privilegio. Esto lo sostenía un tuitero que se calificaba de militante de la libertad. A ese «tuit» siguió una serie de réplicas y contraréplicas, me referiré a una de ellas.
Escribió el referido replicante: «Lo que no es un derecho es explotar a otros para acaparar riqueza y recursos«. Y respondió el tuitero: «‘Explotar’, qué sos? Marxista? La teoría de la explotación laboral de Marx ya fue rebatida hace años por la teoría subjetiva del valor«. Comenzaré por esto último, la teoría subjetiva del valor. Previamente se deben poner las cosas en contexto.
La teoría del valor-trabajo es quizás uno de los asuntos nucleares de El Capital, crítica de la economía política de Karl Marx. Basada en una versión inicial de Adam Smith, más tarde mejor formulada por David Ricardo. Marx analizó y criticó las formulaciones de estos economistas políticos clásicos y las perfeccionó. Son cuatro los componentes principales en que Marx coincide con Ricardo: a) el valor de cambio de las mercancías varía con su contenido de trabajo directo; b) el trabajo indirecto utilizado para fabricar materias primas y equipos también contribuye proporcionalmente al valor de cambio; c) es el trabajo realmente gastado, no es el nivel salarial de los trabajadores, lo que determina el valor; d) la variación del precio con el trabajo se verá modificada por la formación de una igual tasa de ganancia en el mercado. (No se debe confundir valor y precio de mercado, se incurriría en un error).
Las principales innovaciones de Marx fueron las siguientes: 1) el trabajo solo se representa como valor de cambio en las sociedades con propiedad privada y producción no monopólica (los economistas anteriores habían asumido que todas las sociedades producen mercancías); 2) la distinción entre trabajo y fuerza de trabajo; 3) el concepto de plusvalía; 4) una explicación de la caída de la tasa de ganancia; 5) rechazo de la ley de Say (la producción total de bienes en una sociedad implica una demanda agregada que es suficiente para comprar todos los bienes que se ofrecen); 6) el concepto de renta absoluta de la tierra; 7) la introducción de más modos de producción que los reconocidos por Adam Smith; 8) la idea de que la lucha de clases conduce a la dictadura del proletariado; 9) la identificación más específica del trabajo productivo como productor de plusvalía que la propuesta por Smith.
Por su parte, la teoría subjetiva del valor (inicialmente propuesta en el último tercio del siglo XIX de manera independiente y casi simultánea por William Stanley Jevons y por Carl Menger y desarrollada luego por Ludwig von Mises, Friedrichh Hayek, Murray Rothbard y otros de la Escuela Austríaca) postula: a) el valor de una mercancía no depende de la cantidad de recursos y horas de trabajo que se han invertido en su creación; b) el valor de cualquier objeto lo determina el individuo que lo compra o lo vende, el valor de un producto se decide por lo escaso o útil que sea para el individuo; c) el valor no es intrínseco ni fijo, sino que varía según el contexto y la perspectiva de sus usuarios, la escasez de un producto es uno de los factores que pueden alterar su valor en el mercado.
El concepto de que el valor es subjetivo sugiere que no puede medirse de manera consistente. Es posible crear o incrementar el valor de un objeto transfiriendo su propiedad a un individuo que lo considera de mayor valor, esto puede ser así incluso si el objeto no sufre ninguna modificación. Es posible que el valor no se conserve con el paso del tiempo. Una mercancía que era muy valorada en una época pasada puede tener poco valor hoy en día. Un producto moderno puede perder su relevancia si se traslada a una región donde el contexto es desconocido o representa una perspectiva impopular. Un teléfono celular de última generación tendrá poco valor en un lugar sin conexión a internet y a la red de telefonía celular. Si la riqueza se entiende como la valoración subjetiva de los individuos de sus posesiones, el intercambio voluntario podría incrementar la cantidad de riqueza en la sociedad. En un mercado libre, la competencia entre individuos buscando comerciar objetos que poseen y servicios que pueden ofrecer por bienes que perciben de mayor valor resulta en un equilibrio de los precios en el mercado.
Son dos teorías contrapuestas. Los partidarios de una y otra presentan sus argumentos para validar la propia y refutar la contraria. Pero en ciencia la validación o refutación de una teoría acerca del mundo se realiza no con argumentos como en teología, sino contrastándola con la realidad, verificando si puede, o no, hacer predicciones empíricas correctas. Eratóstenes de Cirene [1] (276-194 aC) refutó la teoría de que la tierra es plana y confirmó la que afirmaba que es esférica observando que cuando en la ciudad de Syene el día del solsticio de verano la inclinación del Sol era de 0º mientras que en Alejandría, donde él vivía, era de 7,12º. Midiendo la distancia, en estadios, entre ambas ciudades calculó la circunferencia de la Tierra, que si se utiliza el estadio egipcio, no el griego, el error respecto de las mediciones actuales es inferior al 8%.
Varios estudios se han hecho para averiguar en qué medida los precios de mercado están determinados por el contenido de trabajo en la producción de las mercancías. A continuación se enumeran algunos de ellos:
- Anwar Shaikh. The transformation from Marx to Sraffa, in Ricardo, Marx, The Langston Memorial Volume, Ernest Mandel, Alan Freeman (eds.) 1984 [2]. Estudió tablas input-output de 25 empresas italianas de los años 1959 y 1967 y encontró que las desviaciones típicas en porcentajes entre los precios de producción (el precio de costo más la ganancia media correspondiente al monto de capital empleado en la producción de la mercancía) y los precios de mercado es 19% para 1969 y 17% para 1967. Estudió también tablas input-output de 190 empresas, excluido el sector inmobiliario, de Estados Unidos del año 1947 y encontró desviaciones típicas del orden del 20%.
- Shaikh, A.M. The Empirical Strength of the Labour Theory of Value, in Bellofiore, R. (eds) Marxian Economics: A Reappraisal. Palgrave Macmillan, London, 1998. [3]. Entre las conclusiones de este trabajo se puede leer lo siguiente: En nuestro análisis empírico comparamos los precios de mercado, los valores laborales y los precios estándar de producción calculados a partir de las tablas de insumo-producto de los Estados Unidos para 1947, 1958, 1963 y 1972, utilizando datos desarrollados inicialmente por Ochoa (1984) y posteriormente refinados y ampliados por otros (Apéndice 15.2). A lo largo de los años de insumo-producto, encontramos que, en promedio, los valores laborales se desvían de los precios de mercado en solo un 9,2 por ciento, y que los precios de producción (calculados a las tasas de ganancia observadas) se desvían de los precios de mercado en solo un 8,2 por ciento.
- Guney Isikara, Patrick Mokre. Price-value deviations an the labour theory of value: evidence from 42 countries, 2000-2017. Review of Political Economy Volume 34, 2022 – Issue 1 [4]. Este artículo es de pago, pero el resumen (abstract) es accesible gratuitamente y dice: La relación entre los precios y los valores del trabajo ha sido fuente de fructíferas controversias desde los primeros economistas políticos clásicos. La supuesta refutación de la teoría del valor-trabajo fue parte integral del ataque marginalista contra el análisis clásico y marxista. Sin embargo, el análisis estadístico de las relaciones precio-valor, que fue posible gracias a los datos disponibles desde finales del siglo XX, sugiere una considerable solidez empírica de la teoría del valor-trabajo. Rastreamos la historia intelectual de la relación precio-valor y su vínculo inseparable con la competencia capitalista a través de Smith, Ricardo, Marx y Sraffa. Siguiendo a Shaikh y Ochoa, presentamos un modelo empírico para probar sus hipótesis de que (1) los valores del trabajo regulan los precios de producción y (2) sirven como centros gravitacionales para los precios de mercado. El análisis de un gran conjunto de datos de 42 países y 15 años revela solo desviaciones pequeñas y estables y, por lo tanto, respalda el análisis de la economía política clásica. Con una muestra de más de 36.000 vectores de precios, proporcionamos la aplicación empírica más completa de su clase y generalizamos los resultados que se han establecido en la literatura relevante.
- Paul Cockshott. Did Marx have a labour theory of value?. World Review of Political Economy, Pluto Journals, 2019 [5]. Utiliza tablas input-output de 35 industrias del Reino Unido del año 1998 y encuentra una fuerte relación lineal entre el contenido de trabajo directo e indirecto y el valor monetario de sus ventas totales. Compara los resultados contra tres insumos alternativos (hierro y acero; electricidad, gas y agua; computación y actividades relacionadas) los que no muestran relación lineal con el producto. El artículo incluye el listado de un programa de computador para procesar las tablas input-output.
Como conclusión transcribo algunos párrafos traducidos del citado artículo de Cockshott:
Es correcto decir que la teoría no es vista con buenos ojos en los departamentos de economía, pero eso es por razones políticas: la teoría del valor-trabajo llegó a asociarse, desde Gray y Marx, con el socialismo. Como los economistas académicos en general no querían que se les manchara con la etiqueta de socialistas, se esforzaron por distanciarse de la teoría. Pero ninguno de ellos presentó evidencia empírica alguna para refutarla. Fue desacreditada socialmente, pero no refutada empíricamente.
La teoría del valor-trabajo predice que los precios de las mercancías varían proporcionalmente a su contenido de trabajo. Refutar esto debería ser fácil, basta con demostrar que, de hecho, sus precios no varían de esta manera con el contenido de trabajo. ¿Acaso los economistas que se oponían a la teoría del valor-trabajo hicieron esto?
¡Por Dios! Ni siquiera se molestaron en recopilar los datos para hacer las pruebas. Así que, durante un siglo después de Marx, la teoría fue “desacreditada”, pero nunca refutada empíricamente.
Tan pronto como los economistas comenzaron a recopilar datos para probar la teoría, que dependía de estadísticas económicas razonablemente buenas de economías enteras, ¿qué encontraron?
Esto es lo lindo de ser materialista: la realidad, la materialidad, es siempre el árbitro entre las argumentaciones teóricas. Pasemos a otro tema.
En casi todo el mundo y también en nuestro país la sociedad está fundamentada en el modo de producción capitalista. Bajo ese modo de producción existe un grupo minoritario de personas, los capitalistas, que son dueños de los medios de producción, es decir, las maquinarias, las fábricas, etc. El resto, los trabajadores que son mayoría, no posee esos medios necesarios para producir por sí mismos los bienes (alimentos, ropa, vivienda) necesarios para su subsistencia. En consecuencia, los trabajadores, para poder cubrir sus necesidades vitales, se ven obligados a vender a los capitalistas lo único que tienen: su fuerza de trabajo. El precio que el capitalista paga por la fuerza de trabajo es el salario, que es el precio de todos los bienes que el trabajador necesita para reponer diariamente su fuerza de trabajo y para reproducirse, es decir, generar nuevos futuros trabajadores.
Recordemos la teoría del valor-trabajo de Marx: el valor de una mercancía es el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir esa mercancia cuando se utilizan la tecnología media, las aptitudes medias de los trabajadores y las condiciones medias de trabajo de la sociedad. Y se ha demostrado empíricamente que los precios de las mercancías en el mercado fluctúan estrechamente alrededor de su valor, es decir, alrededor del tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlas.
La fuerza de trabajo es una mercancía, se compra y se vende en el mercado, su precio es el salario. Pero no es una mercancía más, es la única que es capaz de crear nuevo valor al ser aplicada sobre la materia prima mediante los medios de producción. El capitalista usa la fuerza de trabajo de sus empleados para producir mercancías con mayor valor que la suma de los valores de la materia prima, las máquinas y la fuerza de trabajo.
Pero el trabajador utiliza sólo una pequeña parte de su jornada de trabajo [*] para reproducir el valor de su fuerza de trabajo (que le es pagada mediante el salario). El resto de su jornada de trabajo crea una cantidad excedente de valor que es apropiada por el capitalista. A ese excedente Marx le dio el nombre de plusvalía.
La plusvalía obtenida en el proceso de producción de mercancías es utilizada por el capitalista para, por una parte, satisfacer sus necesidades vitales (sin trabajar) y más allá, lujos, etc. y, por otra, para invertirla en instalar nuevas fábricas, comprar máquinas más avanzadas, es decir, para incrementar el capital. El resultado es que en cada ciclo de producción de mercancías bajo el capitalismo el capital crece y el trabajador sobrevive.
La relación que se establece entre el capitalista y el trabajador, en que el primero se apropia de la mayor parte del valor producido, es una relación de explotación. Esta relación de explotación es inherente al capitalismo, el capitalismo no podría existir sin la explotación asalariada.
La burguesía pretende que el contrato laboral es un contrato entre individuos iguales, libres y soberanos, pero eso no es verdad. El trabajador no puede huir de la explotación pues si no trabaja no come, no sobrevive. El trabajador asalariado acepta ser explotado bajo coacción económica. El esclavo era consciente de su falta de libertad y buscaba la oportunidad para escapar de su dueño. El siervo de la gleba también era consciente de la explotación a que era sometido por su señor. La explotación asalariada es más eficaz porque es invisible, está oculta por la apariencia de un contrato con presuntos derechos y obligaciones entre libres e iguales.
Es por todo lo anterior que la burguesía intenta de todas las maneras posibles hacer más y más densa esa apariencia. Y como no puede refutar materialmente, con evidencia empírica a Marx, intenta desacreditarlo mediante sus intelectuales orgánicos, la academia, la escuela, las iglesias, los medios de prensa, las redes sociales. Intenta meter miedo al «fantasma del comunismo».
Cuando la burguesía era una clase ascendente, revolucionaria, la teoría del valor-trabajo fue un arma útil contra las clases dominantes de la época basadas en la tenencia de la tierra. Pero cuando la burguesía pasó a ser la clase dominante se dio cuenta que esa teoría, en manos del proletariado, se había convertido en subversiva y se dió a la tarea de rechazarla y desprestigiarla por todos los medios.
Y volviendo al principio, es totalmente comprensible que ante la sola mención de la palabra explotación nuestro tuitero haya reaccionado tan alarmado:
«Explotar», que sos? Marxista?
[*] Un estudio realizado en 2012 por investigadores de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) muestra que «un trabajador que gana el salario mínimo en México genera el valor de su sueldo con sólo laborar 9 minutos; lo que produce en el resto de su jornada de trabajo (7 horas con 51 minutos), se queda en las arcas del gobierno y las empresas».
[1] https://es.wikipedia.org/wiki/Erat%C3%B3stenes
[2] http://gesd.free.fr/shaikh84.pdf
[3] https://doi.org/10.1007/978-1-349-26121-5_15
[4] https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/09538259.2021.1904648
[5] https://www.scienceopen.com/hosted-document?doi=10.13169/worlrevipoliecon.10.1.0069