Opinión | Oscar Herreros Usher
El presidente Peña habló ante un auditorio compuesto por empresarios a quienes había invitado para conversar sobre el tema laboral y les prometió un regalo que hace tiempo están esperando: la flexibilización laboral. Les dijo que está preparando un proyecto de ley para modificar el Código Laboral de modo que ellos puedan incrementar la feroz explotación de las trabajadoras y trabajadores paraguayos y, de yapa, a menor costo.
Este futuro regalito, un nuevo ataque a los derechos de la clase trabajadora, se suma a la ley de Superintendencia cuya finalidad es saquear los fondos jubilatorios para financiar la deuda pública del Estado, que los dos gobiernos anteriores del Partido Colorado se encargaron de cuadruplicar y que el actual sigue aumentando con esmero, y también para capitalizar a esos mismos empresarios que explotan sin piedad a sus empleados. Sin olvidar la ley del Servicio Civil, en trámite legislativo, que elimina los contratos colectivos de trabajo y extingue el derecho a huelga de los empleados públicos.
Conviene escrutar minuciosamente cada una de las expresiones del presidente:
Una de las expresiones de Peña fue: “yo quiero que el empresariado se entusiasme, pero no puedo pedirle que se entusiasme cuando muchas veces está chocando contra elementos le permitan progresar”. ¿Y cuáles son esos elementos que traban el progreso de los empresarios? Pues los derechos de las y los trabajadores. En consecuencia, hay que eliminarlos. Pero se olvida, o ni siquiera se da cuenta, de que todos los bienes que se consumen y todos los servicios que se prestan son producidos por la fuerza de trabajo de la clase trabajadora. Sin trabajadores, empleados, obreros y peones, el empresariado, es decir, el capital no puede producir nada ni reproducirse socialmente. Se puede argumentar que es el empresario quien aporta las condiciones materiales para la producción, las máquinas, las instalaciones, la materia prima. ¿Quiénes han fabricado las máquinas, quiénes han construido y mantienen las instalaciones, quiénes han producido la materia prima?
En otro momento, y es lo que causó revuelo, Peña expresó que: “la estabilidad laboral hoy le está condenando al trabajador paraguayo a no jubilarse”, y agregó: «nosotros tenemos que utilizar la evidencia científica que nos está mostrando que hay una tragedia en el mercado laboral, porque aquellos que consiguieron finalmente tener un empleo, hoy están siendo despedidos por el miedo de llegar a ese supuesto umbral de los 10 años». ¿Pedir, implorar, exigir que los empresarios abandonen esa práctica vil y extorsiva y respeten a sus empleados? Ni por asomo. Es más fácil —y de paso le permite congraciarse con la clase y la organización narcomafiosa que lo puso en el poder— colocar la carga sobre los hombros de las y los trabajadores. Por otra parte, no es la estabilidad laboral lo que condena al trabajador paraguayo a no jubilarse, sino el incumplimiento, favorecido por la inacción del Estado, de la legislación laboral y de seguridad social por parte de la patronal, y la informalidad laboral de la que los empresarios sacan muy buen provecho, he aquí la verdadera tragedia en el mercado laboral.
Por último, añadió: «aquellos que consiguieron finalmente tener un empleo», algo así como ganar la lotería, como si no fuera un derecho (Todos los habitantes de la República tienen derecho a un trabajo lícito, libremente escogido y a realizarse en condiciones dignas y justas. La ley protegerá el trabajo en todas sus formas y los derechos que ella otorga al trabajador son irrenunciables. Artículo 86 de la Constitución Nacional). Esa misma expresión del presidente poco se compadece con el artículo 87: «El Estado promoverá políticas que tiendan al pleno empleo y a la formación profesional de recursos humanos, dando preferencia al trabajador nacional». Nuestra Constitución fue promulgada hace más de 30 años y la realidad nos muestra lo poco que han hecho los gobiernos colorados para cumplir con lo que manda este artículo.
Quizás lo más absurdo y descabellado haya sido lo siguiente: Cuando se pasa el umbral de los 10 años hay una “industria de jueces y abogados” que recomiendan a los trabajadores que busquen ser echados, «porque si te echan solucionás todos tus problemas». Cualquiera con dos dedos de frente puede tomar papel y lápiz y hacer las cuentas y entenderá que ni con doble indemnización, preaviso y todo lo que manda la ley se pueden solucionar todos los problemas, además de quedar desempleado e interrumpidos los aportes jubilatorios .
Al estilo del «vamos a estar mejor», no podían faltar las promesas vacías. “Les aseguro que voy a sentarme con los sindicatos, con las centrales obreras y les voy a explicar por qué ellos son los mayores beneficiarios, por qué son ellos los que van a tener el mayor beneficio y también ustedes, los empresarios, van a ver el beneficio de tener un marco jurídico que permita tener mejores relaciones laborales”. Sí, las mismas centrales obreras que traicionaron a su clase apoyando la ley del saqueo de los fondos jubilatorios. Sí, es posible que esa aristocracia sindical obtenga beneficios, porque el cercenamiento de derechos no trae beneficios a nadie, menos aún a los trabajadores. «Y también ustedes, los empresarios … «, estos serán los verdaderos beneficiarios.
16 septiembre, 2024 a las 11:58 am
De acuerdo con la opinión de Oscar Herreros sobre este tema sensible. Los trabajadores paraguayos no se jubilan, no por los falaces argumentos del cartismo en el gobierno de los patrones, sino por la inmensa evasión a la Seguridad Social por parte de las patronales mafiosas, quienes optan por tener a sus trabajadores «en negro» sin cobertura del Seguro Social OBLIGATORIO (I.P.S.) con la complicidad de los organismos estatales creados para controlar el cumplimiento de las leyes laborales y la seguridad en el trabajo, principalmente con la complicidad del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTESS) que más que controlar que se cumplan las leyes laborales, actúa como capataz de los empresarios explotadores.