Memoria del Futuro | Por Jean Mersault
Agradecimiento a los herederos del poeta
Nada atardece en ti, nada anochece,
tu nombre es cual bandera sobre el alba,
pastor o portalero del rocío,
¡poeta tutelar de las auroras!
Luis María Martínez, A Manuel Verón de Astrada (20 de mayo, 1985)
Manuel Verón de Astrada nació en Itá (Paraguay) y falleció en Asunción en 1989, cuentan las pocas reseñas bibliográficas que lo mencionan. Más precisamente nació en Itá un 5 de septiembre de 1903. Este hombre, no muy citado en los estudios literarios formales, ejerció una labor insoslayable en el proceso de la literatura paraguaya: ofreció su pluma y vida a la clase trabajadora.
Desde muy pequeño comenzó a escribir versos y prosas que publicó en Juventud, un periódico local. En sus propias palabras respondió lo siguiente en una entrevista con Alfredo M. Seiferheld: «Desde temprano me interesé no solamente por la poesía sino también por la literatura, y escribía cartas de amor a mis compañeras de la escuela. En Asunción empecé a publicar versos en la hoja literaria del Colegio Nacional, en La Semana y después en Juventud, que pronto dejó de aparecer porque murieron casi todos sus promotores principales» (1984, p. 43).
Ya en ese tiempo, citando a Luis María Martínez, expresó una exuberancia verbal de caluroso mensaje solidario. Su lírica épica podría ser solamente comparada con aquellos precursores griegos que imaginaron sendos escenarios en la travesía humana.
Su militancia condiciona notablemente su obra literaria, ya que desde su juventud integró la generación que se formó y creció en torno al Nuevo Ideario Nacional (NIN), posterior a ello se acercó al Partido Comunista Paraguayo (PCP) en la década de 1930 (Bonzi, 2001, p. 280) y dirigió la CTP, órgano de prensa de la Confederación de Trabajadores del Paraguay.
Desde la CTP publicó columnas y confeccionó artículos para concientizar sobre la lucha que estaba llevando adelante la central obrera en momentos muy hostiles, muchas veces publicó desde el anonimato. Por su labor en la CTP, más otras responsabilidades en el PCP, una gran parte de su obra no tuvo firma. Menciona Carlos R. Centurión (1951) que Manuel mantuvo una polémica notable con El Nacionalista (órgano de comunicación del Frente de Guerra de tendencia fascista) de Asunción. Todo esto sumado le costó el exilio y varios apresamientos.
Durante su vida publicó un par de libros memorables, entre ellos están Banderas en el Alba (1955) e Intermedio lírico (1972); poemarios sensibles de corte social; y Hombres en la vida y la muerte (1975) en prosa, aunque su obra mayormente conocida se publicó de forma póstuma: Cantos liberados (1990).
Debido a su posición política fue perseguido por la policía y, lamentablemente, según la referencia de Centurión (1951), en allanamientos a su casa le secuestraron los manuscritos originales de tres obras: 1) Lices cloróticas; 2) Motivos de soledad; y 3) Escenas de la vida proletaria. Los primeros dos en verso y el último en prosa. A pesar de la represión y censura de la época, fue reconocido internacionalmente, con justa razón es referenciado en el libro Historia de la Literatura Hispanoamericana II: Época contemporánea (1985, p. 193) editado por el Fondo de Cultura Económica de México. Su incipiente y punzante poética–épica es una de las bases de la poesía social del Paraguay (tal como Julio Correa o Arístides Díaz Peña). La visión de Verón de Astrada con respecto al modo de producción capitalista se puede notar en la siguiente respuesta a Seiferheld: «los acontecimientos mundiales, objetivamente, demuestran que el capitalismo y, sobre todo, su forma de producción no han respondido a las necesidades humanas: hay cada vez más grandes ricos y mayor cantidad de pobres…» (1984, p. 51).
A continuación se reproduce en su extensión completa el poema titulado El corazón de mi pueblo, publicado el 1 de marzo de 1954 en el diario La Tribuna y recogido posteriormente en Poesías del Paraguay (2004):
Cada canción en mi pueblo
es un pedazo del alma,
que, sea suspiro o llanto,
siempre es clarín y bandera.
Si el alba es rosa encendida,
y terso diamante el lucero,
un corazón es mi pueblo
que se derrama por dentro.
Un corazón escarlata
en palpitante optimismo,
que en busca del nuevo día
sólo el crepúsculo alcanza.
Un corazón es mi pueblo,
dulce, profundo y bizarro,
que ha de prender la mañana
en un oriente risueño.
Ha de nacer la mañana
de una matriz de armonía,
colgando de su alto mástil
la libertad por enseña.
Este es el único sino
digno del gran corazón,
que hace tres siglos tendidos
no halla sosiego en su brega.
Para grabar en la historia
sus ocho letras en sangre,
y reafirmar su destin
como un astil de tormenta.
Pueblo, mi pueblo amado,
es tan pequeño mi canto,
es tan delgada mi voz
que no ha de alcanzar tu cimera.
Con todo, tómalo y ponga
por puro, limpio y sencillo.
Como un escudo en su pecho
y una guirnalda en tu frente.
Su escritura siempre respondió a la necesidad de su tiempo y apuntó a expresar la realidad de las mayorías trabajadoras. A partir de su involucramiento en los movimientos socio-políticos proyectó, junto con sus obras, una transformación social que, mediando sus menos, ha sentado los cimientos de la ardua tarea que sigue vigente.
La versatilidad del lenguaje en la construcción poética de Manuel lo diferencia de su generación, tanto por su epicidad como por su intención. Él comprendió que la literatura no puede separarse del amor y la belleza. Estas expresiones se conjugan en un equilibrio que cruza casi toda su obra, aun aquella que fue producto de la confrontación directa con la narrativa hegemónica de su tiempo. Existe en Verón de Astrada una influencia notable de Hérib Campos Cervera, influencia y admiración que él mismo expresó: «Hérib Campos Cervera, seguramente por la inmensa amistad que nos unía. En Itá, él paraba en mi casa y en Asunción yo en la suya; es decir, en casa de un tío suyo que vivía en ese callejón al costado de la antigua casa de don Manuel Gondra, que él llamaba “la ceja del barranco”. Campos Cervera es para mí el gran poeta paraguayo» (1984, p. 51).
Vale mencionar también que Verón de Astrada fue de los pocos poetas en reconocer la vigorosidad en la obra de Santiago Dimas Aranda, en sus palabras, marginado por la oligarquía literaria.
Aquí se transcribe un poema incluido en la edición de Banderas del Alba (1955), titulado Con el dolor y la esperanza de mi pueblo:
Me invaden fantasmas de cegados caminos
cuando miro en la cruz clavado el cuerpo de mi patria.
Pero veo un ojo que me mira,
y siento un ala que me envuelve
y una vida nueva que me vive, cuando siento
toda la turbulencia que fermenta en el subsuelo,
y que perforará la noche por donde venga
la libertad naciendo como un clavel de sangre.
Él mismo calificó a la poética como nervio de combate (Martínez, 2010), una declaración que encierra el leitmotiv de su obra: concebida como herramienta de lucha y en consonancia con su identificación proletaria.
Manuel Verón de Astrada, a fuerza de sensibilidad creadora y trabajo, ejerció una praxis transformadora. Sin confinar su conciencia a la tranquilidad y colocándose del lado del sufrido pueblo trabajador entre las penumbras de las calles; a pesar del costo, ha sustentado con obra y vida, sudor y sangre, tristeza y dolor la apuesta por una sociedad más justa. En ese tenor, un escritor francés afirmó que el hombre no está hecho para morir y por eso es más grande que la noche.
La agudeza de su escritura, constituida por límites, y el esfuerzo por la verdad han hecho que Manuel Verón de Astrada, en palabras de Luis María Martínez (1986), pueda ser considerado uno de los pilares fundamentales de la poesía social. Una voz que sigue apuntando al futuro.
Anexo
- Reproducción íntegra del prólogo de Cantos Liberados (1990) escrito por Luis María Martínez
Implica escasa dificultad escribir sobre un poeta que como Manuel Verón de Astrada, tuvo la virtud de conciliar adecuadamente las dos grandes facetas de toda actividad creadora, en este caso poética: la del mensaje del verso, alto, enhiesto, significativo, junto a la proceridad del autor, como encarnación un tanto viva y fiel de su propia expresión. Porque sucede generalmente lo siguiente: o la poesía es excelente y su creador como persona no lo es, o el hombre es bueno, no reprochable, pero su poesía es insignificante…
En ese sentido, Manuel Verón de Astrada, repito, supo anudar en su lenguaje de alta nota hímnica un caluroso mensaje de reivindicación humana de cara siempre al porvenir y un profundo sentimiento patriótico de no desmedida proyección. Y porque entendió muy bien, que de nada vale una febril expresión verbal de calidez humana sin reciprocidad en la actitud recatada o pública de su autor, so pena de ser desvirtuada por discordancia mutua, para desmedro de la obra.
Gracias a la amorosa preocupación de su dignísima esposa y de sus hijos, celosos albaceas del poeta, han podido reunirse los dispersos poemas del mismo en este volumen, para felicidad de todos. Un libro que tiene un formidable destello popular y que reafirma las grandes cualidades de su autor, donde el poeta le rinde tributo a próceres destacados de la patria, a las gestas heróicas del pueblo, preterido aún pero en afanosa búsqueda de su libertad.
En vida, las fuerzas regresivas del país trataron siempre de mantener a Manuel Verón de Astrada lejos del público lector, recurriendo al conocido cordón antisanitario y reaccionario del silencio. Sin embargo, las grandes voces, como la de él, siempre se abren paso, más temprano que tarde por el azaroso camino de la historia. Porque este poeta que luchó por y junto a su pueblo, no unos años o algunas décadas sino toda la vida, es al decir de Bertolt Brecht, aquí en el Paraguay, ¡uno de los imprescindibles!
- Reproducción fotográfica de la nota publicada en Adelante! en el número 12, del mes de enero de 1991
Referencias
- Anderson Imbert, E. (1985). Historia de la literatura hispanoamericana (7a. ed.). Fondo de Cultura Económica.
- Bonzi, A. (2001). Proceso histórico del Partido Comunista Paraguayo: Un itinerario de luces y sombras. Arandurã Editorial.
- Camus, A. (2006). Œuvres complètes: 1944-1948: Vol. II. Gallimard.
- Centurión, C. R. (1951). Historia de las letras paraguayas: Vol. III. Editorial Ayacucho.
- Martínez, L. M. (1986). El trino soterrado. Paraguay: Aproximación al itinerario de su poesía social: Vol. II. Ediciones Intento. https://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-trino-soterrado-paraguay-aproximacion-al-itinerario-de-su-poesia-social-tomo-i–0/html/ff81c300-82b1-11df-acc7-002185ce6064_9.html
- Martínez, L. M. (2010). Poesía social del Paraguay. Revista del PEN Club del Paraguay. La función social de la literatura en el paraguay, IV(18).
- Poesias del Paraguay – Antología desde sus orígenes (2004). Arami Grupo Empresarial.
- Seiferheld, A. M. (1984). Conversaciones político—Militares. Vol. 2. El Lector.
- Verón de Astrada, M. (1955). Banderas en el alba: Poemas. R. Granda.
- Verón de Astrada, M. (1990). Cantos liberados. Ediciones Intento.
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