Análisis | Por Najeeb Amado*
Con un “ivai la cuadro”, y extendiendo mucho la “i” de la palabra “vai”, solía responder un dirigente campesino cuando le preguntábamos la situación en su región. En ese mismo sentido, en estos días vi un video donde un hombre oriental hablaba con manifestantes, diciendo que había mucha confusión, en el marco de las movilizaciones contra el fraude electoral, movilizaciones que fueron expresando mucho más que la protesta contra dicho fraude, concentrando expresiones de hartazgo por los niveles de explotación, exclusión y humillación ejercida por las minorías millonarias y poseedoras del poder, en contra de las mayorías trabajadoras. Está fea la situación, hay mucha confusión y también mucho hartazgo.
En este marco, el Partido Colorado, con su dirección corrompida, dirigida por la narcomafia e histórica protagonista de diversas e ingeniosas formas de fraude para asegurar posiciones políticas de poder, obtuvo un triunfo que incluye mayoría propia en las dos Cámaras del Parlamento, el control del Poder Judicial y de 15 de 17 Gobernaciones Departamentales, lo cual nos obliga a presupuestar escenarios de prepotencia conservadora, autoritaria, con tinte terrorista, dada su trayectoria histórica.
A este escenario debemos sumar la durísima derrota del campo popular, sobre todo de lo que podríamos denominar el “Luguismo”, perdiendo casi todas sus bancas en el congreso y con una gran crisis de liderazgo que tiene expresiones organizativas e ideológicas sacudidas dramáticamente por la emergencia de Payo Cubas que, con su Partido Cruzada Nacional y levantando un discurso y una conducta frontal y agresiva contra toda esta politiquería, ganó a una importante cantidad de gente explotada y excluida dispuesta a manifestar su ira ante la ausencia de respuestas y de futuro.
No está fácil definir cuál debería ser la hoja de ruta del pueblo trabajador. Sí podemos asegurar que la ruta por la que transitaremos será típicamente paraguaya: llena de baches, mal construida a consecuencia de desvíos de fondos, en algunos casos solo existente en los papeles, en fin, con todas las trabas y trampas impuestas por patronales corrompidas, mezquinas e irresponsables, o sea, patronales propias del modo de producción capitalista, que no cambiarán y que seguirán profundizando su decadencia y degradación.
De hecho, en estos momentos se especula un montón de cosas en el terreno aparente y no esencial de la política que, sin embargo, no podemos dejar de tener en cuenta. Se habla de las diferencias entre facciones del Partido Colorado, así como en la bancada liberal en donde el cartismo también gravita. Sin embargo, esta relación denominada “oficialismo vs. oposición” no coloca lo esencial del modelo productivo explotador, excluyente, saqueador y subordinado a las potencias extranjeras. Seguro que los matices deben ser atendidos con inteligencia, pero sin perder de vista que las reivindicaciones de derechos laborales, ambientales, alimentarios y demás, requerirán de una radicalidad asentada en las necesidades y merecimientos de las mayorías trabajadoras.
Y sigo, además de todos estos elementos que debemos tener en cuenta para elaborar nuestros planes de lucha, la crisis general y mundial del capitalismo, con sus diversas guerras, contaminaciones ambientales, proliferación de enfermedades y disputas de territorios y mercados, por citar algunas manifestaciones de dicha crisis, condiciona mucho el marco en el que nos debemos organizar.
Aun así, a riesgo de sonar ingenuamente optimista, tengo la plena convicción de que podemos enfrentar este momento y vencer. ¿Cómo podríamos hacerlo? Intentaré responder a partir de los múltiples debates y experiencias que hemos tenido en estos años y en este contexto actual.
Protagonismo productivo
Uno de los grandes desafíos a nuestra imaginación es resolver planes que contengan varias maneras de sacudir nuestras consciencias. Cuando digo “nuestras” me refiero a las consciencias de trabajadoras y trabajadores, incluyendo a quienes están sin empleo remunerado, a quienes changuean para sobrevivir, a quienes trabajan la tierra en el campo o en la organización del hogar y del cuidado, a quienes montan pequeños emprendimientos. Cada oficio, rubro, profesión, suma al conocimiento social que tenemos las mayorías trabajadoras, de todo el proceso de producción de bienes y servicios. Y dicho esto, cabe citar a sectores súper explotados como los obreros de las caleras en Concepción, los peones de estancias, trabajadoras y trabajadores del sector gastronómico, de la construcción, de los Biggies y cadenas de supermercados y de estaciones de servicios, trabajadores cuentapropistas de los diversos mercados y muchas, muchos más. Reconocernos en esta diversidad productiva y defender colectivamente nuestros intereses es, sin exagerar, vital.
Encuentros, visitas, ñemongetas, trabajo en redes, ferias, talleres, acciones culturales y diversas formas de relacionamiento en torno a la necesidad de comprender el enorme y central valor que tenemos trabajadoras y trabajadores en la producción, serán de utilidad para relacionar ese protagonismo con el Poder Popular, con el Poder Político que necesitamos para mejorar nuestras vidas y derrotar cultural, política y económicamente a los millonarios explotadores.
La articulación de ese caudal de saberes y experiencias que poseemos como clase trabajadora, que abarca todas las áreas productivas y del conocimiento, es la base sobre la cual vamos a trazar un proyecto nacional que impulse el desarrollo social, que permita aprovechar los recursos que posee nuestro país, desde una conciencia ambientalista, respetuosa de los derechos y que apunte a satisfacer los intereses de las mayorías.
Derrotar a estos explotadores es necesario e ineludible. En dos artículos que, si ya no lo hicieron, deberían leer, mis camaradas Óscar Herreros y Alhelí Cáceres, caracterizan -el primero- el funcionamiento represivo y -la segunda- el momento económico a escala mundial y las particularidades en el Paraguay, permitiéndonos entender unas cuantas cuestiones:
- La justicia fue, es y seguirá siendo clasista, desplegando toda su furia contra los pobres, organizando su estructura en función del poder dominante, que está dirigido por el poder económico a través de las direcciones políticas conservadoras, siempre y cuando no exista un gobierno dirigido por la clase trabajadora.
- El stronismo tutelado por los sucesivos gobiernos de los EEUU, organizó todo el esquema de saqueo, corrupción y entrega del país a capitales extranjeros, además de múltiples formas de amedrentamiento, represión y terrorismo de Estado para evitar el crecimiento de la disidencia política. Dentro de este esquema, se ha venido desarrollando un modelo productivo que se traduce en bajísimos niveles de desarrollo científico, educativo, cultural, artístico y deportivo, por estar organizado en función de las demandas externas, favoreciendo el enriquecimiento de una minoría alineada a patronales transnacionales.
- La insuficiencia en recaudaciones y su relación con una deuda que seguirá creciendo, impedirán que el nuevo gobierno cumpla con las promesas de generación de empleo y mejoramiento de servicios y derechos como la salud, la educación, el acceso a la vivienda el mejoramiento del transporte público, en fin, a la realización y a la irrenunciable y necesaria felicidad de las personas.
- La continuidad del modelo productivo seguirá beneficiando a un grupo pequeño de multimillonarios y la igualdad de oportunidades seguirá ausente en nuestro país. Y en el marco de esta crisis, el gobierno –seguramente- se someterá a las presiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), entre las cuales está la reforma de los sistemas de jubilaciones y pensiones.
- Organizar una resistencia inteligente y diversa que sea capaz de comprender la cantidad de problemas y posibles soluciones comunes se impone como principal desafío para estos próximos cinco años, lo cual será más o menos poderosa en la medida en que nos valoremos como colectivo de trabajadoras y trabajadores, obreras, obreros, campesinas y campesinos, profesionales, emprendedores, estudiantes, en fin, todas las personas y grupos que no poseemos fortunas malhabidas ni tampoco nos apropiamos del trabajo de otros para acumular, y para quienes estamos interesados en eliminar privilegios y construir una sociedad de derechos e igualdad de oportunidades.
De hecho, enfrentar el vaciamiento de los fondos jubilatorios, la ausencia de contratos y de estabilidad laboral, el no pago de horas extras ni por trabajo nocturno y días feriados, así como la disputa por el desarrollo de una diversidad productiva en el campo, en defensa de los territorios de familias campesinas y pueblos indígenas, son las grandes prioridades de una resistencia de las mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo.
Unidad, libertades y superioridad
Las direcciones de la mayoría de los partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales está en crisis. Y esas direcciones están compuestas por hombres adultos, mayoritariamente. Renovar desde abajo las direcciones no implica necesariamente impedir que dichas direcciones estén compuestas por hombres adultos, pero sí implica una presión que incluya a la juventud y a las mujeres trabajadoras como protagonistas en el proceso de reorganización de las mayorías trabajadoras en función a sus intereses, exigiendo crítica, autocrítica, responsabilidad política, elaboración seria de estrategia y una creatividad organizada para enfrentar al enemigo con reales condiciones de victoria.
Es imposible que el gobierno de Peña supere la crisis actual, más aún cuando quienes lo sostienen y rodean conforman la claque que viene agudizando esta crisis, empotrada en el poder. La posible política conservadora, represiva y autoritaria de este próximo gobierno nos obliga a pararnos con firmeza y creatividad, a defender las libertades ideológicas, políticas, culturales, organizativas, de diversidad sexual, defendiendo al mismo tiempo el derecho a la disidencia política y a la rebeldía ante la corrupción, el saqueo y la subordinación a los intereses extranjeros, identificando a las patronales norteamericanas y brasileñas, como las principales beneficiarias de la explotación y el saqueo integral de los recursos del territorio paraguayo.
Más allá de la filiación política, lo que nos une es nuestra condición de trabajadoras y trabajadores. Nuestra unidad en las empresas, fábricas y diversos lugares de trabajo, así como en las chacras, los barrios, los colegios y las universidades es lo que determinará la construcción de un Poder capaz de recuperar derechos y mejorar nuestras vidas con una creciente e independiente participación política. Esta es la única ruta posible. Es una necesidad que podemos transformarla en oportunidad.
Demostrar nuestra superioridad como mayoría trabajadora, superioridad en términos humanistas, en términos productivos, en las muchas formas de construir belleza complementando nuestra sabiduría, defendiendo el derecho y la obligación de recibir y dar solidaridad, además de la total intolerancia para con los saqueadores y terroristas explotadores, será una realidad que incluso nos irá sorprendiendo en cada paso unitario que podamos dar sin desviarnos del objetivo de hacer valer nuestra condición y nuestra fuerza mayoritaria como trabajadoras y trabajadores. Es un bello y muy arriesgado desafío que no podemos permitirnos desechar, porque de lo contrario, la miseria nos seguirá dominando brutalmente.
[*] Najeeb Amado es Secretario General del PCP y Miembro de la Sociedad de Economía Política del Paraguay (SEPPY) y de la Sociedad de Economía Política de Latinoamérica (SEPLA).
[**] Imagen de inicio: Protestas frente al TSJE. Mayo, 2023. Fotog. Archivo Adelante!
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