Memoria del Futuro | Han pasado 60 años años del asesinato de Wilfrido Álvarez Jara, Secretario General del Partido Comunista Paraguayo y responsable de la estructuración del FULNA. Su nombre figura en la lista oficial de personas detenidas-desaparecidas por el stronismo, registrada en el Ministerio de Justicia. Relatos de sus camaradas afirman que su cuerpo fue entregado a su familia luego de ser asesinado en torturas. «Vuelve con la sonrisa de inocente camino con que incendiaba el día… vuelve con esos camaradas que son sal de la tierra y con él vuelven a la región y al tiempo de redimir la sangre del crimen y el ultraje«.
Wilfrido fue jugador de fútbol de un equipo de primera, docente, dirigente cañero y militante comunista. Ejercía la Dirección del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA), cuando fue asesinado por agentes stronistas, el 8 de junio de 1963. Su refugio fue allanado por un escuadrón de la muerte comandado por el sanguinario comisario Mustafá Abdala, que fue ajusticiado de un balazo por Wilfrido, cuando se defendía a tiros permitiendo a la vez, la escapada de otros militantes comunistas que estaban con él reunidos.
Según testimonios de sus camaradas, moribundo, Álvarez fue ultimado en torturas y su cuerpo fue entregado a su familia. Este dato no ha podido ser corroborado por la Dirección de Memoria y Reparación, organismo público encargado de la búsqueda de las más de 440 personas registradas como detenidas desaparecidas en el marco del terrorismo de Estado stronista perpetrado entre 1954 y 1989, y del genocida Plan Cóndor.
«Varón entero, tenía / polvo de pueblo en la cara. Se alzó por los que yacían / vistió el sol cada mañana / noche a noche alumbró el día / día a día tocó el alba / sufrió prisión por ser libre / llevó luz de casa en casa,/ pidió por los que no piden / por otros hirió su entraña», es como lo describe su camarada Elvio Romero en el poema «Con ese mismo corazón que cantaba».
«Vuelve así esta tarde, vuelve con la sonrisa de inocente camino con que incendiaba el día, / con esa fortaleza de bosque de sus sueños / con esos camaradas que son sal de la tierra / y vuelven, con él vuelven a la región y al tiempo / de redimir la sangre del crimen y el ultraje (…) / Vuelve con ese mismo corazón que cantaba».
Compartimos en esta fecha, el rescate que hace otro gran referente de la lucha revolucionaria, Luis Casabianca, en sus Crónicas del pueblo insurrecto:
CASAL
En la tarea por estructurar el comando central del FULNA estábamos dirigidos por el camarada Wilfrido Álvarez Jara, cuyo seudónimo era “Casal”, Secretario General de nuestro Partido. Integrábamos el núcleo los camaradas Álex Rafael Barrett, el Teniente de Navío Federico Tatter, el estudiante de Medicina Joel Filártiga, Carmen Soler y yo.
Recuerdo que nos reuníamos en casa de una religiosa, llena de santos y cuadros. Carmen la había ganado para esa obra de solidaridad riesgosa. Entrábamos antes del amanecer y nos retirábamos al oscurecer.
El camarada Wilfrido Álvarez era muy popular. Fue jugador de fútbol de un club de primera.
Años después que dirigiera personalmente en 1959 y 1960 nuestro trabajo clandestino de preparación y dirección de la lucha armada, en un momento infortunado de 1963, cuando continuaba sin pausa y sin descanso en ese menester, fue allanado su refugio por un escuadrón de la muerte comandado por el comisario Mustafá Abdala, el que fue ajusticiado de un certero balazo por el camarada Wilfrido, quien se defendió a tiros y permitió así la escapada de varios camaradas que estaban con él reunidos. Después, el camarada Álvarez, moribundo, fue ultimado en torturas.
En la clandestinidad, la puntualidad era vida y libertad, pues no nos podíamos encimar en las entradas y salidas. En las citas o encuentros en las calles, las plazas o las iglesias, la hora exacta evitaba las esperas que podían despertar sospechas a “los ojos y oídos” del tirano.
Nuestra caída (Carmen y yo) en las garras policiales, en 1960, se debió a que al mudarnos a los apurones de un refugio a otro, no rompimos y no quemamos bien todos los papeles que revelaban nuestra militancia comunista. Los sabuesos encontraron restos de “Adelante!”, el periódico vocero de nuestro Partido, lo que les sirvió de inicio de la pesquisa, el seguimiento y la captura de los dos.
La máquina de escribir era otra herramienta cuyo uso debíamos administrar con cuidado, pues en el menor descuido nos ponía en evidencia. No podíamos usarla en el silencio de la noche o de la madrugada.
Radio Habana y Radio Moscú debíamos escuchar en sordina.
Los que éramos conocidos no podíamos trasladarnos en colectivos o tranvías. A pie tenía que ser nuestro desplazamiento, en la oscuridad de la noche o en la madrugada.
Luis Casabianca. Clandestino y bajo agua. Crónicas del pueblo insurrecto (2012). Pág. 42
*Imagen de portada: Wilfrido Álvarez. Entrada al Brasil en ocasión de su viaje para participar de un curso de formación política organizado por el PC brasileño en 1955, Tarjetas de Inmigración de Consulados brasileños, 1900-1965, Archivo Nacional de Río de Janeiro. Disponible en: https://www.familysearch.org, extraída del Diccionario biográfico de las izquierdas latinoamericanas. Disponible en http://diccionario.cedinci.org
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