Análisis | Por Alhelí González Cáceres [i]
“En la competencia todo se presenta de un modo falso, es decir, invertido” (Marx, 1894)
“Las características de la teoría clásica no son la de la sociedad en la que vivimos, razón por la que sus enseñanzas engañan y son desastrosas si intentamos aplicarlas a los hechos reales” (Keynes, 1936)
Una tormenta que no se disipa
El pasado 5 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba el fin de la pandemia por Covid-19, luego de tres años, más de 20 millones de personas fallecidas y junto a las consecuencias económicas en términos de reestructuración en los mercados de trabajo y en las cadenas globales de valor.
Sin embargo, pese a la superación del evento pandémico, la economía mundial no da señales de mejoría en términos de crecimiento, disminución del desempleo e inflación, sino lo opuesto. Es decir, la economía mundial no se encuentra en un proceso de expansión productiva o de crecimiento del producto global, sino que nos encontramos ante un efecto rebote con serias limitaciones.
En economía, el efecto rebote se refiere al hecho de que las principales variables macroeconómicas, después de una caída, solamente vuelven al punto anterior al evento crítico, es decir, no hay superación ni mejora de las condiciones económicas previas, sino que simplemente estas variables se vuelven a ubicar en el mismo punto anterior.
En este sentido, recordemos que, previo a la pandemia, la economía mundial atravesaba por un escenario de estancamiento y ralentización del crecimiento, cumpliéndose en 2019, una década de lento crecimiento, aumento de la deuda pública, caída de la inversión, destrucción del empleo y crisis en los sistemas previsionales a nivel mundial.
En enero de 2023, el Banco Mundial (BM) lanzó el Global Economic Prospects, en este documento, el BM presenta su preocupación en torno a las proyecciones negativas que se ciernen sobre la economía mundial. Las proyecciones realizadas, incluidas aquellas realizadas con datos de alta frecuencia, proyectan la desaceleración del crecimiento económico mundial, con la particularidad de que se prevé que sea el tercero más débil en casi tres décadas, “solo opacado por las recesiones mundiales de 2009 y 2020” (BM, 2023).
Las proyecciones indican que la economía mundial se desacelerará al 1,7% en 2023 y es asociada, en parte, a la aplicación de políticas restrictivas que buscan contener la dinámica inflacionaria. La inflación elevada, junto a políticas mucho más restrictivas y la tensión en el sector financiero, son los condimentos para una recesión más profunda y prolongada. En este escenario, el sobreendeudamiento de las economías también influye en las posibilidades de una recesión global. Por lo que, según los analistas del BM, es necesario aplicar medidas inmediatas para mitigar tanto la inflación, como el sobreendeudamiento, a la vez de garantizar el apoyo focalizado a grupos vulnerables (BM, 2023).
En otros términos, las políticas económicas tanto de las corrientes ortodoxas como heterodoxas presentan limitaciones en cuanto a la posibilidad de recomponer el ciclo económico y junto con ello, mejorar el desempeño de las principales variables macroeconómicas, fundamentalmente la del empleo, la producción, inversión y consumo.
En esta línea de análisis se mantienen los expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI), para quienes la incertidumbre es la principal característica de la economía mundial, que se complejiza con la irrupción de una dinámica inflacionaria que se expresa con mayor o menor profundidad en cada país.
Para el FMI, la actividad económica global experimenta una “desaceleración generalizada y más acentuada de lo previsto, con la inflación más alta registrada en varios decenios”. Las proyecciones del crecimiento económico para este 2023 son poco alentadoras, apenas rondan el 1,7%, menor incluso, a la década previa a la irrupción de la pandemia por Covid-19 (FMI, 2023, BM, 2023)[1].
En ambos casos, los expertos coinciden en que lo principal es frenar la crisis inflacionaria y para ello, la propuesta es mantener políticas monetarias y fiscales “lo suficientemente restrictivas”, en donde para “luchar” contra la inflación, las reformas estructurales tendientes a mejorar la productividad y aliviar las restricciones sobre la oferta, serían buenas aliadas (FMI, 2023).
Los términos “suficientemente restrictivas” y “reformas estructurales”, encierran mucho más que la simple intención de mejorar los indicadores de productividad del trabajo. Sino que implican el ajuste estructural no solo en términos del gasto público, sino en la propia acción del Estado, en tanto lo que este tipo de políticas pretende es reducir la capacidad de intervención del Estado en la actividad económica, dejando al arbitrio de la “libre competencia” la resolución de los conflictos y contradicciones del capital, sin considerar que, en medio de estos conflictos se encuentran seres humanos.
En este contexto, propuestas como las presentadas por figuras como Javier Milei, en el escenario político argentino, o incluso por Paraguayo Cubas en el escenario local, se encuentran alineadas a la tradición más ortodoxa del pensamiento económico, llegando incluso al absurdo de proponer la extinción del Banco Central y del Estado, como lo propone abiertamente el portavoz argentino de los capitales más concentrados.
Desde la tradición marxiana, entendemos que la crisis es consustancial al modo de producción capitalista, dada la particularidad sobre la que se funda este régimen: la propiedad privada sobre los medios de producción y la contradicción central que encierra: capital vs. Trabajo. En ese sentido, la crisis no implica la caída o destrucción del capital como relación social dominante. Sino que constituye un mecanismo de ajuste de estas contradicciones con la intención de relanzar la dinámica de acumulación, imponiendo nuevas reglas de juego a través de la destrucción de capitales sobrantes en un contexto de sobrepoblación relativa que reduce la capacidad de negociación de la clase trabajadora organizada.
La economía paraguaya en contexto
En el escenario anteriormente descrito a grandes rasgos, debemos comprender las posibilidades de acción del gobierno resultante de las elecciones generales pasadas, atendiendo a las propuestas de campaña que hiciera el candidato oficialista (y no sólo él) y la necesidad de contrastarlas con la realidad concreta.
Las propuestas de Santiago Peña podrían agruparse en tres ejes: Social (guarderías, transferencias monetarias, combate a las adicciones, salud, educación y seguridad); Energético (disminución de precios del gas y del combustible); Económico (generación de empleos)[2].
Lo verdaderamente relevante no son las propuestas que los candidatos realicen en un contexto electoral, sino lo realmente importante es hacernos las preguntas respecto a cómo se piensa alcanzar o lograr aquello que se propone y, sobre todo, de qué instrumentos tanto políticos como sociales y económicos se dispone.
El condicionante de la deuda
En esta primera parte del análisis nos enfocaremos en el problema de la deuda, para colocar disparadores que permitan comprender la imposibilidad de realización de las propuestas. En tanto se mantenga la misma estructura productiva e impositiva en esta suerte de consenso liberal existente, en un contexto, además, de agudización de las contradicciones del capital como relación social y de las crisis que lo acompañan.
La deuda pública se ha constituido en un problema que afecta no sólo a las economías dependientes, sino también a las economías centrales. Tal es el caso de los Estados Unidos, Europa, Japón y otros, que tienen al déficit fiscal como elemento central en torno al cual se piensan y diseñan las políticas económicas.
En el caso paraguayo la complejidad de una política de endeudamiento como la que se ha mantenido hasta el momento, se encuentra en el volumen de nuestra economía, los bajos niveles de productividad, la escasa diversificación productiva, la volatilidad económica resultante de la dependencia del sector externo, la baja presión tributaria y la escasa capacidad de recaudación del Estado.
El saldo de la deuda del sector público en Paraguay, representa hoy el 34% del PIB, unos 15.317 millones de dólares, de los cuales el 88% corresponden a endeudamiento externo, fundamentalmente, vía emisión de bonos del tesoro en el mercado financiero internacional a tasas de interés que oscilan entre el 4% y el 6%.
Para el FMI, un nivel de endeudamiento que puede considerarse “bajo control” en el contexto de economías emergentes, debe ser inferior al 25% del PIB, mientras que considera que la economía llega a un punto crítico si ese porcentaje es igual o superior al 40%. Si se sobrepasa esta frontera, las posibilidades de crisis aumentan a un rango del 15% al 20% (FES, 2021).
De acuerdo con esto, una deuda pública que ya representa el 34% del PIB en una economía como la nuestra, que, además, prevé continuar con la política de endeudamiento, impone grandes restricciones a la capacidad de acción de los Estados dada la estrechez fiscal.
Dicho de otra manera, la economía paraguaya se encuentra encaminada hacia un pantano, el pantano de la deuda, del cual difícilmente podamos salir y que empujará a las masas hacia diferentes salidas, más o menos conservadoras y/o autoritarias, en función de la agudización de las contradicciones y la degradación social y económica de la mayoría trabajadora.
Lo anterior no supone que las crisis tengan como salida inexorable la adopción de propuestas de gobierno de corte filo fascista. Pero lo que no debemos perder de vista es que las crisis no siempre resultan en un mejor escenario presente y futuro. El presente y el futuro se encuentran condicionados a la acción organizada de la clase trabajadora. Pero, sobre todo, de la acción consciente en cuanto a la posición que ocupa en la organización productiva de la sociedad.
Continuando con el análisis de la deuda, es necesario mencionar que, en las posibilidades de mantener abiertos los canales de financiamiento externo por la vía que fuera, sea de préstamos como de colocación de títulos de deuda, la calificación que otorgan las instituciones financieras internacionales juega un papel central. En tanto, posibilitaría abaratar o no los costos del servicio de la deuda y promoverían mayor confluencia de capitales en caso de que la calificación sea positiva.
En el caso paraguayo, la calificación de la deuda, aunque haya ciertamente mejorado en la última década, continúa con la calificación de Grado Especulativo. Esto quiere decir que, para el sistema financiero internacional, la deuda paraguaya presenta un grado considerable de incumplimiento. La calificación de Grado Especulativo encarece los servicios de la deuda, eleva los costos financieros en la economía doméstica, contribuyendo a la contracción, además de obstaculizar la llegada de capitales.
Durante décadas el discurso liberal y, en general, tanto la ortodoxia económica como la heterodoxia, han hecho de la inversión extranjera la panacea del desarrollo. Con la premisa de la inversión como condicionante del desarrollo, se han implementado políticas económicas liberalizadoras, que implican, entre otras cosas, la precarización de la fuerza de trabajo, la destrucción de la industria local al no presentar ventajas competitivas, baja presión tributaria y la estructuración económica en torno al sector primario exportador, altamente volátil, elevando la dependencia externa.
Sin embargo, a pesar de la baja presión tributaria que presenta la economía paraguaya, así como de la precarización de la fuerza de trabajo, y las ventajas concedidas al capital, tanto local como extranjero, la economía no ha sido capaz de capturar esos flujos de capital. De hecho, el 2022 cerró con una caída de la inversión extranjera directa en un 68%, siendo una de las más bajas de la región, según datos de la Cepal referidos al monitoreo de la inversión extranjera en América Latina (Cepal, 2022).
Otro indicador clave, al momento de analizar la sostenibilidad de la política de endeudamiento, guarda relación con el indicador Deuda Pública Total/Ingresos Tributarios, que permite distinguir la capacidad de respuesta del Estado a las exigencias de los compromisos financieros internacionales que se hayan asumido.
Si tomamos en consideración los datos del 2022, tenemos una Deuda Pública Total de 15.053,7 millones de dólares, frente a unos 285 millones de dólares en concepto de ingresos tributarios totales, considerando las compensaciones de créditos fiscales en el mismo año (SET, 2022). Este indicador refleja cuánto representa la deuda en términos de capacidad del Estado de recaudar impuestos. Y en este sentido, este indicador evidencia que la deuda pública total supera en 53 veces la capacidad de recaudación del Estado paraguayo, siendo esta una de las principales dificultades a las que se enfrenta la economía.
Por otra parte, la relación entre los servicios de la deuda y los ingresos tributarios permite evaluar la capacidad de los gobiernos para hacer frente a los pagos que debe realizar en concepto de pago de intereses y amortizaciones. Es importante resaltar en este punto que, en el caso de la colocación de bonos, no se amortiza el capital, sino solamente se transfieren valor en concepto de pago de intereses que generan esos títulos que, además, no sabemos en qué manos se encuentran.
En el año 2022, los servicios de la deuda alcanzaron 1041,1 millones de dólares, frente a los 285 millones en concepto de ingresos tributarios que ya habíamos mencionado. A simple vista podemos observar que la recaudación tributaria ni siquiera alcanza para cubrir los servicios de la deuda.
En este punto es importante mencionar que, en el primer trimestre del 2023 el Estado paraguayo retiró del mercado financiero internacional bonos del tesoro que formaron parte de la emisión realizada por un valor de 500 millones de dólares que vencían en este año, correspondientes a las emisiones realizadas en el 2013 a una tasa de 4,625% a 10 años de plazo y cuya reapertura en el año 2015 por 280 millones de dólares, hizo que la emisión alcanzara un valor nominal de 780 millones de dólares.
La recompra de los títulos de deuda se realizó teniendo como contrapartida a las reservas internacionales del Banco Central. Lo que provocó la disminución de las reservas en un 4%, es decir, unos 360 millones de dólares. Asimismo, las reservas han permitido también mantener estable al mercado cambiario mediante la intervención del Banco Central, ambas acciones, incidieron en la disminución de las reservas internacionales netas.
Siguiendo con el análisis, otro indicador que permite dar una visión general de la política de endeudamiento que ha mantenido el Estado, y, sobre todo, de su sostenibilidad, tiene que ver con la relación entre las exportaciones y la deuda externa.
En el año 2022 Paraguay exportó por un valor de 13.875 millones de dólares, frente a una deuda externa situada en 13.323,1 millones de dólares, lo que arroja una relación de 1,04, que indica que existe una fuerte presión sobre los ingresos de la economía, lo que implica que la capacidad de cumplir con los compromisos financieros internacionales se encuentra casi al límite.
Este indicador refleja que, en el hipotético caso de que se quisiera implementar una política de desendeudamiento mediante la recompra de los títulos de deuda, el Estado debería destinar el total del valor de las exportaciones, así como los ingresos tributarios, para saldar la deuda pública.
En definitiva, el próximo gobierno se encuentra fuertemente condicionado por la deuda pública. De hecho, en el PGN 2023 se encuentra proyectada la colocación de bonos del tesoro por un valor de 565.210.856 de dólares, de los cuales 63 millones de dólares serán colocados en el mercado local. Los recursos obtenidos por esta vía serán destinados a cubrir los servicios de la deuda y al financiamiento de parte de las obras de infraestructura.
Asimismo, la ley de presupuesto contempla un déficit fiscal del 2,7% lo que necesariamente obliga al gobierno a continuar con la política de endeudamiento, aunque de manera más “cauta”, no porque así lo quieran, sino por las presiones existentes en el sistema financiero internacional y la política monetaria de la Reserva Federal que aumenta las tasas de interés, encareciendo el crédito.
En suma, el gobierno de Santiago Peña se enfrenta a un contexto internacional signado por una dinámica inflacionaria que empuja a países como Estados Unidos, a aumentar la tasa de interés, afectando al conjunto de la economía mundial dado el acople existente entre las economías. A la vez, de las tensiones ya presentes previo a la pandemia, en el sistema financiero y crediticio, en donde las posibilidades de una quiebra sistémica ya eran advertidas por Stiglitz en 2016, dados los elevados niveles de interconexión existentes en el mercado de créditos.
Sin una reforma al sistema impositivo que permita una mejor distribución de la riqueza, así como de una política de diversificación productiva que tienda a superar la matriz primario exportadora, difícilmente pueda el presente gobierno y sus sucesores, prescindir de la actual política de endeudamiento, la cual muestra una tendencia a acrecentarse dada la disyuntiva que presenta la economía paraguaya: una necesidad de capitales cada vez mayor y una fuga de capitales, igualmente mayor.
En este escenario, de crisis general, no sólo económica y financiera, sino, además, energética y alimentaria, pensar en la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población trabajadora, aplicando el mismo instrumental de política económica, y transitando por el mismo camino trazado por el capital, es un absurdo y el resultado no puede ser otro más que la pauperización de las mayorías trabajadoras y la profundización de la crisis económica y social a escala global.
[1] Las proyecciones a finales del 2022 indicaban un crecimiento de la economía mundial del 2,7%. La última corrección realizada, ajustó este dato al 1,7% para el 2023. Mucho menor que el 3% previo a la pandemia que, de hecho, se mantuvo durante una década.
[2] Las propuestas de campaña se pueden descargar de Santi Peña | Web Oficial (santipresidente.com) Acceso en mayo de 2023
[i] Doctoranda en Economía, Instituto de Industria. UNGS – Argentina. Máster en Ciencias Sociales con especialización en Investigación y Desarrollo Social, FLACSO. Economista por la Universidad de Pinar del Río, Cuba. Es presidenta de la Sociedad de Economía Política del Paraguay. Forma parte de la Comisión Directiva de la Sociedad de Economía Política y pensamiento crítico de América Latina y el Caribe. Integrante del GT de CLACSO Crisis y Economía Mundial. Contacto: alhelicaceres@seppy.org.py
*Imagen de inicio de Michaela Hoffova, extraída de Pinterest.
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