Las estrategias de distanciamiento social, de lavado de manos y uso de tapabocas, no han sido suficiente. Ya que las condiciones sanitarias básicas no están disponibles para la mayor parte de la población, llegando al extremo de no contar con acceso al agua potable.
La falta de una estrategia seria y real ha ocasionado que la población en general, afectada por problemas económicos y otros problemas de salud, no pueda cumplir estrictamente con las normas establecidas. La clase trabajadora se ve expuesta porque las patronales no han generado condiciones acordes a la situación pandémica que vino a agudizar la crisis que vivimos, y el gobierno lo permite. Y quienes padecen esta situación, son quienes reparten los alimentos, trabajan en los mercados y supermercados, en las fábricas, viajan en colectivos atestados.
Por otro lado, el encierro y aislamiento, empeoraron los problemas ya existentes en la población que posee los indicadores más altos de mortalidad, por ejemplo las personas que padecen de hipertensión y diabetes.
No se han establecido mecanismos de orientación para el manejo de esta situación de la población en riesgo. Las prohibiciones para salir a hacer ejercicios y la manera en que los medios de comunicación empresariales y públicos han abordado el coronavirus agudizando el miedo y la ansiedad, han llevado a personas que se encuentran dentro de este rango -que padecen diabetes, obesidad, sedentarismo e hipertensión- a una situación de vulnerabilidad aún mayor.
El 4 de marzo se recuerda el día mundial de la obesidad. Como dice la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad es un asunto de salud pública mundial.
Entre 1980 y 2008 se duplicaron las cifras de obesos en el mundo y en la zona de las Américas, la prevalencia es más alta.
Hay evidencia sobre los factores más influyentes en esta pandemia de obesidad: 1) El consumo elevado de productos de bajo valor nutricional y contenido alto de azúcar, grasa y sal, como los “snacks” y la comida rápida. 2) La ingesta habitual de bebidas azucaradas. 3) La actividad física insuficiente.
Las estrategias de distanciamiento social y toques de queda han impactado en gran medida en la salud de este sector de la población mundial. Los índices de estas enfermedades, asociadas al consumo en exceso de azúcares y harinas, han disparado con la falta de actividad física.
“El índice del sobrepeso en Latinoamérica en 2019 se situó 20 puntos por encima de la media mundial según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que cifró en 262 los millones de personas que padecieron esta condición, lo que equivale a un 59.9 % de la población.”
La crisis económica que golpea sobre todo a la clase trabajadora, es decir a la mayoría de la población, se hizo más profunda, y los alimentos a base de cereales y azucarados, por sus bajos precios, fueron los alimentos de elección para la población general, que no tuvo otra opción para sobrevivir.
La mejor forma que existe de hacer frente a los peligros que implica el coronavirus, es mejorar las condiciones básicas de salud de la población. Entre las medidas a ser tomadas, se debe priorizar: la alimentación saludable (empezando por el acceso a la comida como premisa), la actividad física (generando condiciones materiales para que pueda realizarse, de tiempo, de infraestructura y educación al respecto), y un sistema de salud preventiva.
Sin duda las ollas populares, fueron y son una medida paliativa ante el hambre que afectó a millones de compatriotas, pero se requiere una solución de raíz al problema que generó el encierro y el aislamiento.
Medidas que favorezcan el acceso a una alimentación saludable, al trabajo y asistencia en salud, junto a programas de prevención que potencien la actividad física (y no la restrinjan), son esenciales para llevar adelante una acción efectiva que disminuya las muertes.
En 2017, según la OMS, la obesidad fue responsable de 2,8 millones de muertes, mientras que la epidemia de Covid-19 registra 2,4 millones hasta el momento.
Mejorar las condiciones de vida básicas de la población, programas de empleo digno, prevención y asesoramiento para una alimentación más saludable y ejercicios físicos diarios, son pilares en la lucha contra el coronavirus, debido a que la población más afectada, es aquella más sedentaria y que padece enfermedades de base. Es necesario instalar hábitos de salud que resguarden a esta y a las futuras generaciones.
Pero nada de esto se podrá lograr sin un sistema de salud que implemente programas de prevención generales, accesibles y eficaces. Podemos llenar las farmacias de medicamentos, pero no podremos frenar la mortalidad si no intervenimos estos indicadores de salud.
Por Fabian Franco, médico y militante del Partido Comunista Paraguayo.
*Imagen de inicio extraída de Internet.
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