Resulta imposible resumir en breves líneas el legado de Alberto Barrett, su autobiografía clandestina es muy vasta y si bien arroja elementos claves, aun así no es suficiente para dimensionar la vigencia de su profunda humanidad y esa práctica revolucionaria coherente que nos impulsa a tomarlo como paradigma de militancia comunista. A dos años de su muerte, la frase del Regional de Buenos Aires, su espacio de militancia durante sus últimas décadas, resuena unánime «Alberto es nuestro mejor presente».
Alberto no solamente fue alma, corazón y vida del Regional de Buenos Aires del PCP, no porque él lo haya construido, sino por lo que significó su militancia y porque se lo reconoce como líder natural. La militancia regional lo recupera del ostracismo bastante largo con respecto a la política a consecuencia del calvario sufrido también en la Argentina, a consecuencia de la acción enemiga e incluso de propios compañeros.
Por eso a dos años del aniversario de su fallecimiento el Comité Regional de Buenos Aires pretende recordarlo durante el mes de julio, reviviendo su historia de coraje y creación, desde el exilio y sus tareas en la clandestinidad, hasta su aporte al estudio del FULNA y su incansable apoyo en la lucha por la libertad de los presos políticos.
La dignidad como herencia
Alberto nació en una familia de grandes revolucionarios, desde su abuelo Rafael, su padre Rafael Alejandro, combatiente revolucionario, su hermana Soledad, son ejemplos de una familia entera que ha sido fruto de su propia historia, a la vez protagónica de la historia de coraje y dignidad de nuestros pueblos. Con la coherencia como brújula, permitiéndonos valorar una conducta intachableque se extiende para dar vitalidad a las ideas más humanistas de trasformación social.
En su autobiografía Alberto recuerda que una mañana en el exilio en Montevideo, su padre llamó a todos a una reunión familiar. Reunió a todos sus hijos alrededor de una mesa en el patio y explicó que él ni ningún miembro de la familia debía aceptar dádivas de ningún Estado que comprometieran el sentido de la lucha, valorando que en ese momento dos de sus hijos se habían plantado ante la dictadura con la decisión de morir de hambre pero sin perder la dignidad. “Están todos de acuerdo? – preguntó, y todos dijimos que sí”, acuerdo que con el tiempo llamarían el Juramento de Montevideo.
La camarada Mercedes Carreras, hija de Crispín Carreras, combatiente desaparecido de la columna de Ytororo del Frente Unido de Liberación Nacional, expresa que haber militado con Alberto Barret significa un cúmulo de aprendizaje constante que siguen incidiendo hasta hoy a nivel personal y colectivo, “desde que lo conocimos, no hizo otra cosa que contarnos nuestra propia vida, Él sabía cómo. Él sabía que no había mejor herramienta que la voluntad”, refiere valorando la personalidad encendida de Alberto, en un escrito publicado en representación de la militancia regional comunista.
Hacia el año 2000, Alberto empezó con la tarea de ir agrupando a los hijos e hijas de luchadores mártires del Paraguay residentes en Buenos Aires, es cuando él decide interrumpir el camino de los retratos para concentrarse en la búsqueda de familiares, indagando testimonios, analizando su gran archivo personal con varios datos de camaradas en el exilio y sus luchas en la clandestinidad, logrando que “los rostros de aquellos que nos miraban desde el pasado pisaran las calles nuevamente”, tal como lo describe Mercedes.
Al igual que ella, acudieron los familiares de Antonia Perruchino incluido su único hijo, la hija de Germán Sosa, y la hija de Alejandro Colmán, referentes de la lucha antidictatorial que combatieron en el FULNA y fueron desaparecidos de la peor forma por el stronismo. En los años posteriores, entre el 2008 y 2012, Alberto lideró la lucha de los familiares exigiendo la reparación correspondiente, además de justicia y verdad.
Desde ese momento, los hijos e hijas tienen la posibilidad de acceder a importantes archivos guardados durante toda una vida, nombres, anécdotas, informaciones de desapariciones y otros hechos más, que posibilitaron que aquellos que nacieron en el exilio conocieran la historia de coraje de nuestro país y lo que significó el régimen fascista, liderado por Stroessner en Paraguay. Alberto fue quien impulsó la recuperación histórica y el encuentro de los familiares con la historia de grandeza de sus seres queridos perseguidos, asesinados y desaparecidos por luchar por un país con justicia social. Una porción importante de la historia oculta por la opresión y la clandestinidad fue abierta para dar luz a las generaciones venideras.
¨Él tenía datos certeros ya que en algunos casos conocía a todos esos luchadores y esos pequeños detalles de la resistencia, todo esto lo compartía desde el arte¨, menciona Mercedes, haciendo alusión directa a los más de 300 retratos de combatientes revolucionarios de toda América y en especial de Paraguay pintados con original talento por Alberto, además de las diversas y desgarradoras escenas que retratan la lucha de clases que aun hoy nos oprime, y con respecto a la cual Barrett se posicionó de manera contundente y permanente a favor de la clase oprimida y en lucha por su emancipación.
Una cualidad admirable de Alberto, es esa capacidad suya de demostrar el poder de la praxis, que nos hace ser también pasado y futuro. Y en ese desdoblamiento, un sentimiento desbordante y universal nos encuentra con lo más preciado de la humanidad para dar sentido al presente.
Por el Regional de Buenos Aires, Partido Comunista Paraguayo.
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