Por Miguel H. López
Puede vivirse sin educación, pero no sin salud. El razonamiento parece en extremo elemental y fácil de comprender. Por eso no resulta claro por qué el cambio repentino en la lógica del Gobierno a través del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) en esta pandemia global del nuevo coronavirus. El pasado 10 de junio la comunidad educativa fue sorprendida con la presentación de un protocolo de retorno semipresencial a clases [1], en todas las instituciones de escolar básica y educación media del país, desplegando 4 opciones diferentes, aunque ninguna plantea mantener el distanciamiento físico y social [2].
A mediados de abril el ministro Eduardo Petta anunció, con tono altanero y actitud temeraria, casi desafiante, que ya no se volvería a clases este año 2020 por la circulación comunitaria de la Covid-19 [3]. Posteriormente un decreto del Poder Ejecutivo firmado por el presidente Mario Abdo Benítez refrendaba el anuncio. En su textual el mandatario justificaba la decisión con una inusual claridad: “Es nuestra obligación constitucional cuidar la salud. Estoy seguro (de) que los padres van a entender esto y colaborar” [4]. Desde ese momento se instalaron dos polémicas, una proveniente de los centros educativos privados que viven del cobro de cuotas; y otra situada en las disquisiciones, con fuerte respaldo de realidad, sobre las dificultades, desigualdades económicas y brecha tecnológica para dar andamiento a las clases virtuales, la única posibilidad asumida y dispuesta oficialmente para no perder el año lectivo.
Un ríspido escenario de tensiones, conflictos y acaloradas confrontaciones se desencadenó en el ámbito privado como secuela del anuncio presidencial. La crisis socioeconómica evidenciada por la pandemia y agravada además por ella, llevó a los padres a pedir la reducción de las cuotas en un 50% atendiendo a la situación que se vive y que además no se desarrollan clases presenciales. Los dueños de colegios y escuelas, directivos y docentes se opusieron a este reclamo. En el Parlamento se presentaron proyectos y analizaron propuestas de recortes obligatorios por ley en las cuotas o exoneraciones, ideándose fondos especiales de ayuda a las empresas educativas. En tanto, una jueza rechazaba el pedido de exoneración de cuotas en la media y las universidades privadas promovida por la Defensoría del Pueblo, ante el argumento del abandono a sus estudiantes. Entre concesiones y endurecimientos de posturas, también hubo anuncio de desmatriculaciones masivas, cargando la coyuntura de desesperación y enojo en todos los sectores en disputa.
A principios de mayo la Unión Industrial Paraguaya amenazó públicamente con que si Diputados aprobaba la reducción en las cuotas de colegios privados, recurriría al veto presidencial alegando inconstitucionalidad y a acciones judiciales. Los legisladores, finalmente, rechazaron el beneficio a los estudiantes y se limitaron a exhortar al MEC a abrir espacios de diálogo y a los promotores de la educación pagada a reducir las mensualidades. El problema no fue solucionado; solo quedó aplazado y acumulando tensión esperando su punto crítico para estallar.
Los diversos sectores –gremios docentes, estudiantiles y de padres- pidieron una mesa nacional para las discusiones y decisiones sobre la suspensión de clases y los mecanismos alternativos, sin éxito. Protestas callejeras, a pesar de las prohibiciones por emergencia sanitaria; y denuncias regadas en redes sociales y la prensa, generaron pequeños resquicios de consultas en medio de la errática y exhibicionista actitud del ministro Petta, aunque no participaciones reales. Prueba de tal gesto, falsamente democrático, es el anuncio sorpresivo hace ocho días de un protocolo de retorno a clases, sin que los sujetos directos e indirectos del proceso educativo y de aprendizaje hayan opinado previamente.
Los antecedentes inmediatos a esta nueva decisión del MEC son por lo menos tres, dos derivados de hechos que se vienen desencadenando y uno de una crisis en expectativa que aumenta de volumen como una tormenta de agosto en el horizonte cercano.
- Las críticas acumuladas hacia la ineficacia y poca utilidad de las clases mediadas por virtualidad, que solo atiborran de trabajo a los maestros y educandos, con exiguos resultados; y tensionan a los padres que de la noche a la mañana vieron convertirse sus universos familiares en un cúmulo de desesperación, cansancio y gastos para sostener las lecciones en red; o resignarse a la frustración ante la exigencia del MEC porque no tienen con qué pagar tecnología o Internet. Esta es una situación que halla su matriz en desigualdades estructurales provocadas por el sistema capitalista en un modelo económico de alto extractivismo agroexportador, actividad especulativa y elevado índice de comercio informal. Paralelamente, los diversos sectores de la comunidad educativa siguen exigiendo, sin lograrlo en serio, participación en los análisis y decisiones del MEC.
- El conflicto entre dueños y directivos de empresas educativas que exigen el pago global de las cuotas y los padres que solicitan reducción en el desembolso por clases no presenciales, en un contexto de alta retracción económica. Esta misma situación hace que los operadores de los colegios y escuelas privados desaten una sostenida presión sobre el Gobierno para el reinicio de las actividades en aulas a fin de justificar y sostener la exigencia económica mensual, sin reparar prioritariamente en los riesgos de posibles contagios.
- A raíz de las circunstancias de empeoramiento de las condiciones socioeconómicas, evidenciadas y agudizadas por la pandemia, la desmatriculación en los colegios y escuelas privados se producirá más pronto de lo esperado. Con esto la demanda de plazas educativas impactará sobre todo el sistema público precarizado y sin capacidad real para absorber más estudiantes, por sus críticas circunstancias de infraestructura e histórica debilidad presupuestaria. Esta posibilidad aterroriza a los dueños de las empresas privadas de educación, lo que los lleva a un intenso lobby con sectores del poder político y gubernamental.
En estas circunstancias, el protocolo de retorno semipresencial que enarbola el MEC genera el rechazo generalizado de los padres, que se manifiestan en contra por diversos canales de expresión. En los imaginarios individual y colectivo prevalecen los sentidos más elementales que tienen que ver con el instinto de protección y preservación de la vida, de los hijos. Por esta razón, la incongruencia de la propuesta del ministro Petta, entre un anuncio dos meses atrás y el actual, dispara todas las sospechas y enojos posibles. Más aún cuando desde el Ministerio de Salud analizan la posibilidad de retroceder en las fases de la cuarentena por el aumento de contagios del nuevo coronavirus fuera de los albergues, en particular los casos de circulación comunitaria; y porque el sistema sanitario se halla desabastecido [5], no equipado y sin condiciones –por causa de la corrupción [6]– para hacer frente a un brote masivo [7]. Para empeorar el cuadro, solo quedan isopados para 15 días.
El protocolo del ministro del MEC, analizado en sus términos más mínimos, es aplicable en países de buena infraestructura educativa e instituciones no sobrepobladas. Nuestras escuelas y colegios, por lo general, son insuficientes y se hallan a tope en la mayoría de los casos, por exceso de estudiantes. Esta sola situación hará imposible cualquier medida de distanciamiento y prevención, lo que pondrá a la población estudiantil y docente ante inevitables contagios expansivos.
Esto es resultado de no haber pensado un documento basado en nuestra realidad. El hecho de copiar y retocar medidas aplicadas en otras latitudes, para cumplir exigencias que no provienen de criterios sanitarios sino de presiones económico-empresariales, pinta el rostro de un Gobierno incapaz, al que la vida de la población le importa menos que la ganancia de los empresarios.
*Imagen de inicio: Ilustración de Adelante!
[1] https://www.lanacion.com.py/hoy/2020/06/16/mec-presenta-protocolo-de-retorno-seguro-a-la-escuela/
[2] https://www.ultimahora.com/mec-plantea-4-opciones-el-retorno-gradual-clases-n2889656.html
[3] https://www.lanacion.com.py/pais/2020/04/16/ya-no-habra-clases-presenciales-anuncia-petta/
[4] https://www.hoy.com.py/nacionales/gobierno-decide-suspender-clases-presenciales-hasta-diciembre
[5] https://adelantepymatic.wordpress.com/2020/05/28/el-barco-pirata-de-salud/
[6] https://adelantepymatic.wordpress.com/2020/06/11/estafa-en-medio-de-la-pandemia/
[7] https://adelantepymatic.wordpress.com/2020/06/04/el-gobierno-que-nos-culpa/
Un gobierno que le importa menos la salud de la población que la ganancia de los empresario no nos interesa. Necesitamos un Nuevo gobierno
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