Se suele utilizar la idea de que algo es “un cuento chino”, cuando se cuenta una historia que es muy fantasiosa y tiene muy poca conexión con la realidad. Dicen que la ruta de la seda, allá por el siglo 1 antes de Cristo, fue el escenario de invención de las historias agrandadas de europeos, que luego fueron conocidas como cuentos chinos, para decir que tenían muchas mentiras.
En este momento, atendiendo la pandemia del coronavirus y las compras chinas de los insumos para el Ministerio de Salud, podemos recurrir a la imagen del cuento chino.
El combate a la corrupción en nuestro país es un cuento chino. Los gobernantes son mayoritariamente corruptos. Y el cuestionamiento de la prensa a la corrupción es otro cuento chino: los dueños de los medios de comunicación son corruptos.
Las propuestas políticas que vienen desde los partidos conservadores, como el Colorado y el Liberal, son puros cuentos chinos: nunca cumplen, solo venden humo para luego realizar lo de siempre, con tráfico de influencias, aprovechamiento para beneficio de grupos millonarios, subordinación a los intereses del capital imperialista capitaneado por los EEUU y demás.
La mafia, por un lado, y la potencial fuerza de la clase trabajadora, por el otro, no son un cuento chino. Son una realidad, la primera muy concreta, con gran desarrollo. La segunda es potencial, dueña de la mayor fuerza que existe en el Paraguay y en el mundo, pero hasta el momento, incapaz de ejercer esa fuerza, ese poder, con la solidez unitaria y la claridad estratégica que el momento histórico reclama.
También es un cuento chino pretender combatir y eliminar la mafia sin eliminar el capitalismo, pues el protagonismo de la mafia es la ineludible expresión del capitalismo en decadencia. El problema no es neoliberalismo, el problema no es la mafia, el problema no es la corrupción. El problema es el modo de producción capitalista, cuyo desarrollo ha entrado en decadencia pronunciada, haciendo de la especulación financiera y parasitaria, su principal fuente de ganancia. Postergar el combate al modo de producción capitalista es favorecer la agudización de la violencia y las posibilidades de guerra y catástrofe.
Organizarnos para derrocar al proyecto de saqueo de las patronales y eliminar políticamente a las direcciones de los partidos conservadores es el gran desafío de las mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo, teniendo una estrategia revolucionaria y socialista, real, tan necesaria como posible.
Y en el marco de la estrategia revolucionaria y socialista, el fortalecimiento del movimiento obrero, campesino y popular, con sus luchas contra los despidos, con sus ollas populares, con la defensa de sus territorios, con la producción diversa y sana, será de central importancia si está atravesada por reflexiones políticas para entender lo que implica la construcción de poder popular para la disputa real de poder, con la clara intención de derrumbar este Estado narcomafioso capitalista, para construir un Estado al servicio de las mayorías y con planificación central de la economía. Estas son las tareas que deben ocupar nuestra concentración, creatividad, estudio, experiencia y disciplina. Lo demás es cuento chino.
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