“El escuadrón de seguridad asunceno es un escuadrón de hombres fuertes. Creo que se llama de seguridad porque ellos son los únicos que están seguros. (…) hoy no se permite la ociosidad más que a los ricos y a los altos funcionarios. Los fuertes, enjaularon pues al débil, y le atormentaron.”
Esto escribía Rafael Barret hace más de cien años en uno de sus varios ensayos compilados en “El dolor paraguayo”. Un siglo después, las cosas no han cambiado mucho, es que la lógica del poder estatal sigue siendo la misma: los dueños de los medios de producción, también son los dueños del Estado.
La reclusión a la que nos obliga la actual pandemia, se vive muy diferente según la clase social a la que se pertenezca. Mientras las patronales, afligidas, despotrican contra las medidas de restricción de circulación porque sus lucros están en riesgo, las clases trabajadores se debaten entre el hambre y la desesperación.
Más del 70 % de la clase trabajadora sobrevive con trabajos informales. Fuera del alcance de los subsidios del IPS, y con las míseras transferencias de los programas de Ñangareko y Pytyvõ (que además adolecen se serios problemas de distribución) se ven obligados a salir a las calles en busca de esperanza. El hambre, cada vez más real que fantasma, obliga a muchas madres a inducir al sueño a sus hijos, como oasis temporal a una realidad inevitable.[1]
Recientemente, un medio de prensa francés mencionó a Paraguay como uno de los países donde “las fuerzas públicas cometieron abusos durante la cuarentena por coronavirus”[2], además, destacó que el Ministerio del Interior felicitó al personal policial por la “creatividad” con la que actuaron.
Localmente, medios de comunicación constantemente se hacen eco de denuncias de abusos de autoridad y discriminación social por parte de la policía, llegando al colmo de robar dinero a un trabajador cuando regresaba a su casa luego de una jornada laboral.[3]
Las vehementes recriminaciones hacia aquellos que se ven obligados a salir a las calles se fundan en la idea de que la cuarentena absoluta es la única salida posible ante la actual pandemia, cargando todo el peso de la responsabilidad sobre aquellos que se ven obligados a salir para subsistir. Y sí, es cierto que la única mediada posible es la cuarentena, sin embargo, la urgencia de su aplicación responde al inevitable escenario catastrófico que se presentaría con el aumento de la demanda de internados, ante la exigua capacidad de respuesta del sistema de salud paraguayo.
«La propaganda mediática nos bombardea continuamente con llamamientos a la responsabilidad individual de los ciudadanos con objeto de impedir el colapso de unos sistemas sanitarios que, en muchos países, dan muestra de agotamiento (extenuación de los trabajadores, escasez de recursos materiales y técnicos, etc.). Lo primero que hay que denunciar es que estamos ante la crónica de un colapso anunciado. Y no por la “Irresponsabilidad” de los ciudadanos sino por décadas de recortes de los gastos sanitarios, de las plantillas de trabajadores de la salud y de los presupuestos de mantenimiento hospitalario y de la investigación médica” (Acción proletaria, 2020) [4]
En total, Paraguay cuenta con apenas 734 camas de terapia intensiva. La situación en el Este del país (la segunda región en importancia demográfica del país) raya lo increíble por lo calamitoso, tan solo se cuentan con 10 camas de terapia intensiva en el IPS, que fue designado como el “hospital de referencia” de todo el departamento.[5]
El gobierno colorado refuerza su postura a favor de la cuarentena, enarbolando un discurso con sensibilidad social -que antepuso la vida a la economía-, escondiendo bajo el tapete décadas de desidia y precariedad, e inclusive, su inoperancia en la preparación eficaz del sistema de salud ante la inevitable expansión del virus. Por otro lado, reprime con fuerza desproporcional y desmedida -apelando a veces a la tortura física y psicológica- a varias personas que, por sus acuciantes necesidades económicas, se ven obligadas a romper la cuarentena.
Camino sin retorno
Las contradicciones del sistema capitalista afloran con mayor fuerza en cada crisis. La irracionalidad de su producción, ha generado que, por ejemplo, en el mundo existan más automóviles que respiradores. La humanidad ha logrado un nivel de productividad varias veces superior al de su capacidad de consumo, sin embargo, la producción no es realizada en coordinación con sus necesidades reales.
Tenemos el trágico privilegio de ser espectadores de primera fila de la misera que genera el modo de producción capitalista. En este contexto, las palabras de Marx son brújula indispensable para entender la esencia miserable del capital “(…) la producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre”.
El capitalismo se inunda en crisis con intervalos cada vez más cortos. Su agotamiento estructural se evidencia en la imposibilidad real (tanto ambiental como humana) de mantener los actuales niveles de producción irracional, de tal forma que, superar el modo de producción capitalista se nos impone más como necesidad que como opción.
*Por Victor Jara, politólogo y sociólogo, Juventud Comunista Paraguaya.
**Fotografía: Dabiel Ñamandu
[1] “El fantasma del hambre recorre pueblos indígenas y asentamientos. A un mes de la cuarentena, los subsidios no llegan.” Disponible en: https://elsurti.com/historias/hambre-coronavirus/#
[2] “Prensa francesa ubica a Paraguay entre los países que abusaron de la fuerza policial en la cuarentena” disponible en: https://www.ultimahora.com/prensa-francesa-ubica-paraguay-los-paises-que-abusaron-la-fuerza-policial-la-cuarentena-n2880590.html
[3] “Joven cocinero volvía de su trabajo y Grupo Lince le sacó G. 50.000, denuncia” disponible en: https://www.hoy.com.py/nacionales/joven-cocinero-volvia-de-su-trabajo-y-grupo-lince-le-saco-g.-50.000-denuncia
[4] “Covid-19: Síntoma de la etapa terminal de la decadencia capitalista”. Disponible en: https://es.internationalism.org/content/4541/covid-19-sintoma-de-la-etapa-terminal-de-la-decadencia-capitalista
[5] “COVID-19: Paraguay tiene 100 camas por cada millón de habitantes”. Disponible en: https://www.lanacion.com.py/pais_edicion_impresa/2020/03/11/covid-19-paraguay-tiene-100-camas-por-cada-millon-de-habitantes/
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