Mundo | Por Samuel Vera
52 años de Hafez y Bashar, nación independiente hace 78 años, y la convivencia entre etnias deteriorada por una devastadora guerra civil que lleva 13 años son apenas algunos elementos con los que ahora se debe enfrentar el que quiera edificar un nuevo Estado sirio que reemplazará al último vestigio del panarabismo y que tuvo su época de máximo esplendor al comienzo de la segunda mitad del siglo pasado con Nasser y la República Árabe Unida.
Siria prerrepublicana
Los territorios que actualmente conforman el Estado de Siria fueron históricamente objeto de disputa entre distintas potencias por su ubicación geográfica cercana a ciudades comerciales. Fue ocupada por egipcios, griegos, persas, romanos, musulmanes y otomanos lo que propició que una gran cantidad de etnias y religiones convivieran en el espacio demográfico que hoy conocemos.
El fin de la Primera Guerra Mundial dejó al Imperio Otomano vencido y en crisis, Francia y Reino Unido tomaron la administración de los territorios otomanos hasta que estos consiguieron desarrollar sus propios Estados nacionales, esta repartición entre potencias coloniales más tarde fue aprobada por la recién creada Sociedad de Naciones. Al Reino Unido le tocó en el reparto los territorios que actualmente corresponden a Irak, Palestina y Transjordania, mientras que Francia se quedó con los actuales Siria y Líbano1. Un dato importante es que, para tener cierto equilibrio en el ejército sirio, Francia reclutó al grueso de soldados de tribus, aldeas y de diferentes minorías (alauitas, drusos, kurdos); con esto, la influencia de la burguesía urbana suní iría perdiendo peso en el ejército.
No fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial que Siria lograría que los franceses abandonaran su territorio y proclamaran su independencia. Inicia así un turbulento desarrollo político que se forja en medio de golpes de Estado y guerras.
Siria llegó a conformar, junto a Egipto, la República Árabe Unida, un proyecto panárabe bajo el liderazgo de Gamal Abdel Nasser que fracasaría al poco tiempo por un golpe de Estado en Siria. Este fracaso, junto al creciente rechazo a la burguesía urbana que llevaba gobernando desde hace años y el golpe de Estado en Irak ejecutado por el Partido Baaz Árabe Socialista (Irak), posibilitó que en 1963 el Partido Baaz Árabe Socialista (Siria) llevara a cabo un golpe de Estado para instaurar un gobierno declarado panárabe, laico, antiimperialista y populista.
Con el Partido Baaz Árabe Socialista en el poder se realizaron diversas nacionalizaciones, una reforma agraria y la Guerra de los Seis Días, que se consideró un fracaso y una humillación para el ejército sirio. Esto y otros problemas llevaron a que, en 1970, Hafez al-‘Asad concretara su golpe; con él comienza el dominio del país por la minoría alauita, secta chiita que se encuentra mayoritariamente en la ciudad portuaria de Latakia. Antes del golpe, la cantidad de musulmanes alauitas en el ejército sobrepasaba su peso demográfico, pero con el golpe de ‘Asad se purgó y puso al frente de la policía y el ejército a alauitas leales procedentes de Latakia; también dio diversos cargos administrativos a cristianos. Hafez, a pesar de declararse laico y nacionalista, revirtió las nacionalizaciones hechas por los gobiernos anteriores y se ganó el favor de los líderes religiosos suníes con la construcción de mezquitas y con la aparición en rezos de dicha rama del Islam; esto aumentó su popularidad entre la burguesía suní de Damasco. Mientras que en Hama hubo fuertes protestas contra el gobierno y el creciente poder de los alauitas, a esto ‘Asad respondió con el ejército, masacrando a cerca de 40.000 personas y dejando la ciudad en ruinas2.
Los años noventa trajeron la liberalización de la economía siria y muchas de las empresas estatales privatizadas acabaron en manos de personas próximas al gobierno. Estas medidas afectaron principalmente al campo de mayoría suní y a las minorías olvidadas por el gobierno, como los kurdos, turcomanos, drusos y algunas sectas cristianas.
Con el gobierno de ‘Asad padre se creó el entramado de clientelismo, corrupción y sistemática marginalización de suníes y demás minorías con el que Bashar sostendría por años su gobierno.
Bashar al-‘Asad, el vaciamiento y el colapso de la República Árabe Siria
Ni el propio Bashar —oftalmólogo— pudo haber visto la caída de su gobierno de una manera tan repentina. El 27 de noviembre desde Idlib —ciudad con un gobierno dirigido por la Hayat Tahrir al-Sham (‘Organización para la Liberación del Levante’ en árabe, o HTS)— se lanzó la operación “Disuasión de la Agresión” sobre Alepo, que supuso la reactivación de la guerra luego de un congelamiento desde el 2020. La operación fue dirigida por la misma HTS en conjunto con el Frente Nacional para la Liberación (FNL) y el Ejército Nacional Sirio (ENS), milicias compuestas en gran parte por turcomanos e influenciados y armados por Turquía. Milicias drusas, en conjunto con otras milicias suníes , tomaron Damasco por el sur y el este, acompañando a la HTS que entró por el norte el día 8 de diciembre.
Para entender las alianzas y los diversos ejércitos armados en Siria, es necesario revisar su mapa etnoreligioso y las diversas reivindicaciones de las etnias que pueblan el Estado sirio y compararlo con los territorios controlados por los distintos ejércitos.


Los árabes musulmanes suníes componen la mayor parte de la población siria y su burguesía urbana fue el mayor pilar de los ‘Asad, pero gran parte de la fuerza opositora se encuentra en la clase obrera y campesina suní. El otro gran pilar del extinto gobierno fueron los alauitas y las minorías cristianas, mediante la cooptación del ejército y la burocracia estatal por estos. Los ‘Asad gobernaron por años con estabilidad. La imagen de protector de minorías cristianas —que representan una mínima parte de la población— frente a yihadistas e islamistas le servía a su imagen internacional y le permitía un acercamiento a Rusia.
Los turcomanos son pueblos turcos que llegaron a territorio sirio en la época otomana para expandir el poder de Constantinopla en la península arábiga, cuentan con el apoyo y financiación de Ankara, que los utiliza como proxy contra los kurdos sirios.
Los kurdos, en su mayoría de profesión suní, son el pueblo más grande sin un Estado —40 millones— y se extienden por Irán, Turquía, Irak y Siria. Con el mandato franco-británico del Medio Oriente, quedaron fragmentados en diferentes Estados hostiles a su consolidación como nación, creándose así diversas guerras y conflictos. El principal motivo de la no creación del Kurdistán fue que dentro del histórico reclamo territorial kurdo se encontraban las mayores reservas de petróleo hasta ese entonces conocidas; por eso las potencias ocupantes decidieron dividir el territorio entre varias naciones influenciables.
En Irak —posterior a la invasión estadounidense—, los kurdos consiguieron mayor autonomía respecto al gobierno central, mientras que en Turquía son duramente reprimidos. En Siria controlan de facto un tercio del territorio nacional, y Rojava es su gobierno autónomo en el noreste sirio, un experimento de gobernanza descentralizada y autogestionada.
Hasta el 7 de diciembre existían en Siria varios ejércitos, pero son cinco los principales y con mayor influencia: el Ejército Árabe Sirio —leal a ‘Asad—, la HTS —islámico—, las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS) —de Rojava y kurdo-árabe—, el Dáesh3 —yihadista y del Estado Islámico— y el Frente Nacional para la Liberación (FNL) —islámico y proturco—.
El origen de la HTS es el principal motivo de preocupación de las diversas minorías religiosas, por su origen como filial de Al Qaeda en Siria en el 2011 y por su objetivo de crear un Estado islamista, pero se escindieron oficialmente de Al Qaeda en 2017 por diferencias ideológicas en torno a las minorías y al Dáesh, al cual combate. En el noroeste cuentan con un gobierno en la provincia de Idlib que se erige como el embrión del futuro nuevo Estado sirio, aplicando un islamismo moderado, respetando a las minorías religiosas e intentando dar una imagen de Estado moderno a lo “occidental”.
Otra gran preocupación tanto para las potencias como para los sirios —especialmente los kurdos— es la influencia de Turquía en la HTS. Para los turcos es importante la extensión de su influencia en el mundo, así como es importante controlar y, si es posible, eliminar a los planes autónomos kurdos. (En las últimas semanas, amenazó con invadir territorio del Kurdistán sirio para crear un área de seguridad).

Con la HTS entraría también la influencia de las potencias suníes en Siria; con esto la influencia de Irán se reduce en la región. Ahora los capitales saudíes tendrán la oportunidad de reconstruir las ciudades sirias y encontrar nuevos mercados para su realización, desplazando al capital chino.
Con el avance de la HTS sobre Alepo, Hama, Homs y Damasco, las FDS avanzaron también sobre la ciudad de Deir Ezzor y se enfrentaron a las milicias asadistas y pro turcas del FNL —en los días posteriores a la caída de Bashar, el FNL se dedicó a atacar posiciones kurdas—. Las milicias kurdo-árabes de las FDS nacieron en 2015 como unión entre las antiguas Unidades de Protección Popular (YPG) —fundada al inicio de la guerra civil para la protección de los kurdos— y milicias árabes, turcomanas y cristianas para combatir a Dáesh. En los planes posguerra de los líderes de Rojava está la posibilidad de integrarse al nuevo Estado sirio de una manera autónoma —similar a la del Kurdistán iraquí—, pero al-Golani reiteró varias veces que “no habrá división de Siria en ninguna forma ni federalismo”. Con Trump nuevamente en la presidencia, los kurdos temen que desaparezca la ayuda norteamericana y se desmorone su experimento autónomo. Estados Unidos se valió y apoyó a las FDS para enfrentar al Estado Islámico, restar la influencia turca en la guerra civil y debilitar al gobierno baazista.
Los grandes ganadores de la caída de Bashar fueron los Estados suníes —Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Jordania— y Turquía, que fue el primer Estado en reabrir su embajada en Damasco. Irán y el Eje de la Resistencia fueron los mayores perdedores; Irán pierde a su mayor aliado regional y el corredor con Hezbolá, además su embajada fue saqueada con la caída de Damasco. Por su parte, “Israel” aprovechó el desorden para adentrarse, ocupar y atacar territorio sirio. Aunque la caída de la República Árabe Siria les resulta positiva, es un cambio que genera dudas, pues Siria no representaba una amenaza para “Israel” por su débil situación económico-militar y con la llegada de los islamistas al poder se abre un nuevo periodo de incertidumbre. Estados Unidos y la Unión Europea se mostraron favorables al cambio de gobierno, pero mostrando preocupación por el rumbo que tomará Siria.
Pero, ¿por qué cayó en días la Siria baazista?
La situación del Ejército Árabe Sirio durante la guerra civil ya se mostraba precaria, con deserciones masivas y falta de equipo militar por la crisis económica y los bloqueos. De hecho, estuvieron a punto de perder la guerra en el 2016, pero con la ayuda de la aviación rusa, y las milicias terrestres y artillería de Hezbolá e Irán pudieron revertir esa situación y llevar la guerra a un punto muerto durante varios años. La HTS aprovechó la situación internacional para llevar a cabo su contraofensiva, con Rusia estancada y gastando más recursos de lo planeado en Ucrania, Hezbolá demasiado desgastada en su enfrentamiento con “Israel” e Irán en crisis económica y muy centrada en el Líbano y Gaza, el decisivo apoyo internacional había mermado.
El apoyo a ‘Asad quedó también en segundo plano por su imposibilidad en participar activamente contra el sionismo en Palestina y Líbano, habiendo cierto distanciamiento con sus principales aliados regionales. Rusia, previendo la caída del gobierno, pactó con los opositores para mantener su base naval en el Mediterráneo, de suma importancia para su conexión con África.
En 10 días se visualizó el estado de desgaste y la calamitosa situación del Ejército Árabe Sirio, cediendo ciudad tras ciudad y oponiendo casi ninguna resistencia hacia el paso opositor a Damasco, ya que los altos oficiales negociaron previamente su rendición.
¿Qué le depara a Siria?
Puede querer compararse la situación actual de Siria con la Libia de Gadafi, pero la principal diferencia es que quien derrocó al gobierno tiene la capacidad política de formar uno nuevo, pero eso solo el tiempo y la voluntad de los diferentes poderes lo demostrarán.
Bashar al-‘Asad gobernó mediante el sistemático aislamiento de la clase trabajadora —especialmente suní y de las minorías étnicas kurdas, drusas y turcas —a las cuales no se les dejaba la enseñanza y el uso oficial de su lengua—. Si bien algunas minorías cristianas eran protegidas por el gobierno, estas eran instrumentalizadas para lavar su imagen mientras oprimía a otras tantas minorías; también se valía del laicismo de la República Árabe Siria para posicionarse frente a sus enemigos occidentales como el “mal necesario frente a islamistas extremos”, pero la Constitución siria promulgada en el 2012 en su Artículo III declara: “La religión del Presidente de la República es el Islam; la jurisprudencia islámica será la principal fuente de legislación…”. Además, se pudo ver en la cada vez mayor influencia del islam en la justicia siria que lo laico quedaba en lo discursivo.
Bashar convirtió a Siria en un narcoestado, desde donde salían toneladas de captagon, una droga de producción fácil y barata apodada “la cocaína de los pobres”. Su hermano Maher y el ejército estaban fuertemente implicados en la distribución de esta droga que, entre 2020 y 2023, representó para la economía siria un total aproximado de 5.200 millones de dólares, ingreso muy importante para el Estado, en el contexto de su crisis económica.
Los ‘Asad, padre e hijo, cargan con numerosas masacres y represión a minorías. La crueldad de Bashar quedó especialmente plasmada con el uso de sarín en 2013, un potente agente químico lanzado a población civil, con el sistemático bombardeo a hospitales, con la “Masacre de Tadamon”, donde 41 civiles fueron fusilados, sus cuerpos quemados y enterrados en un pozo, en abril del 2013 en el sur de Damasco; capturado en un terrible vídeo4 y con la cárcel de Sednaya, en cuyas mazmorras se encontraban en inhumana situación miles de prisioneros que quedaron con secuelas de por vida, muchos de ellos sin condena y donde la tortura era cosa de todos los días5.
La HTS también usó el terror en las regiones que controló, reprimiendo protestas y atacando a personas leales a ‘Asad. Preocupa también su posición islámica, en donde las mujeres son oprimidas, y su posición respecto a las minorías etnoreligiosas, aunque con el correr de los años fue moderándose y tratan de dar una imagen moderna para Occidente, dentro de los límites que le permite su islamismo.
La caída de Bashar al-‘Asad se mostraba necesaria como un primer paso hacia la paz en Siria, pero no de una manera que conlleve más dudas que certezas y donde las potencias regionales puedan intervenir y sacar provecho de la convulsión actual para afianzar su dominio sobre otros pueblos, todo esto solo aumenta la posibilidad de un conflicto mucho mayor en Medio Oriente.
Ahora les toca a los opositores construir un nuevo Estado sirio, pero antes deben poner fin a la guerra civil y establecer un diálogo entre todas las etnias y grupos religiosos para lograr un equilibrio de poder que ponga fin a años de enfrentamientos. El destino de la gente que habita el territorio sirio depende de su capacidad de negociación, de su tolerancia, de su voluntad y del actuar de las potencias regionales y mundiales. Todo esto es una tarea dantesca que bajo el sistema capitalista que alimenta la discordia entre pueblos se hace demasiado difícil. La necesidad de otras formas de organización y relacionamiento entre naciones y pueblos se muestra indispensable para que las sirias y los sirios puedan vivir en paz y libres. Mientras deben dejar atrás una guerra que dejó más de 600.000 muertos y 14.000.000 de desplazados —7 millones internamente y otros 7 millones en el exterior— pero sin olvidar todos los horrores e injusticias que pasaron.
Notas y referencias
- El Líbano fue creado arbitrariamente por Francia para que haya un “país cristiano” en Medio Oriente e influir allí de alguna manera. ↩︎
- Breaking the silence over Hama atrocities. Al Jazeera. https://www.aljazeera.com/features/2012/2/2/breaking-the-silence-over-hama-atrocities ↩︎
- El gobierno baazista liberó, antes de que comience la guerra civil, a cientos de prisioneros de Al Qaeda e islámicos para “radicalizar la revolución en marcha”. ↩︎
- a) Family discovers missing relative in grisly Syrian massacre video. Al Jazeera. https://www.aljazeera.com/news/2022/5/5/family-discoveres-missing-member-in-syrias-tadamon-massacre; b) Matar para Assad – Cómo un video expuso una matanza. DW. https://youtu.be/ZT2U6Pqq2Io?si=ZZl21XncL0ysH7R7 ↩︎
- a) Syria’s White Helmets director says Sednaya Prison was ‘hell’ for detainees. Al Jazeera. https://www.aljazeera.com/news/2024/12/9/dead-bodies-in-ovens-syrian-rescuers-free-prisoners-from-sednaya-jail; b) Siria – Fuga del centro de torturas de Asad. DW. https://youtu.be/Ut0bNROiYGM?si=TpjMv8Khv2kPUp4X ↩︎