Editorial del 18 de noviembre de 2024
La semana pasada se dieron movilizaciones en todo el país contra el proyecto de ley que busca precarizar a trabajadores y trabajadoras de la función pública. Como ya lo mencionamos a través de Adelante!, en volantes impresos y digitales, en campañas por redes, en reuniones y conversando uno a uno con la gente: este gobierno es de corruptos y saqueadores dirigidos por la narcomafia. Es absolutamente imposible que nazca de ellos una ley que beneficie a las mayorías trabajadoras. Con mucha paciencia debemos seguir trabajando para que la mayoría trabajadora comprenda las intenciones del cartismo y las patronales para identificarlos como los enemigos a confrontar. Gestar luchas y una propuesta de las mayorías en tiempos violentos cuesta mucho.
Por eso saludamos el esfuerzo de miles de trabajadores que salieron en todo el país a manifestar su repudio a la nefasta Ley de la Carrera Civil (una de las leyes del saqueo y la precarización de la clase trabajadora), aprobada por la aplanadora burguesa y politiquera en el Congreso.
Esta semana se inicia con diversas luchas, entre ellas la de los familiares de obreros de la fábrica de Ochsi, que se manifestaron frente a la Fiscalía General del Estado y frente a la empresa de alimentos para cuestionar el “congelamiento” del caso por parte del fiscal Gerardo Mosqueira que lleva el caso actualmente, exigiendo el cambio del mismo, también denuncian el incumplimiento del resarcimiento a las familias de los obreros que fueron víctimas de la criminal fuga de amoniaco a inicios de este año. Además, este domingo se inició la “Marcha por la Justicia y contra todas las injusticias”, que seguirá hasta el jueves y está convocada por un sector de la oposición al gobierno. Todas estas luchas forman parte de la difícil y contradictoria gestación de una propuesta política acorde a la demanda de la clase trabajadora paraguaya.
Seguir debatiendo y organizando propuestas de movilización y acciones para frenar esta ofensiva contra derechos que fueron el resultado de luchas muy duras, con apresamientos e inclusive asesinato de luchadores, sigue siendo el gran desafío. Y, en este marco, se muestra ineludible la necesidad de independencia política de la mayoría trabajadora que —junto al campesinado y a los pueblos indígenas—, desde hace más de 20 años, fue despojada de todos los derechos de estabilidad laboral, salario justo, contrato colectivo y jubilación, así como del derecho a la tierra, a la educación, y a la atención sanitaria de calidad.
Se están gestando diversas luchas e iniciativas ante el hartazgo, la angustia, la incertidumbre y la rabia generada por las patronales mentirosas, criminales y saqueadoras a través de su gobierno (el de Cartes-Peña) y de una supuesta oposición que, en realidad disputa la conducción del mismo proyecto entreguista y antipopular. Usando la confrontación como método de chantaje para conseguir más espacios de uso discrecional de recursos, negocios para favorecer a los grupos que representan o, en el mejor de los casos, “vender” la idea de derrocar al cartismo para supuestamente gobernar de manera democrática, sin aclarar que “gobernar de manera democrática” es para ellos asumir el poder y representar a otros grupos económicos que se oponen al cartismo desde posiciones explotadoras, corruptas, entreguistas y sin ninguna intención de enfrentar a la narcomafia que nos gobierna.
Gestar una sólida propuesta de derrotar y superar a la narcomafia capitalista en este tiempo tan violento que vivimos es sumamente difícil. Eso lo sabemos. El camino está lleno de engaños, porque la lógica cultural que domina nuestro raciocinio y nuestros sentimientos es sumamente individualista y ordenada en función al dinero, con una parte importante de los liderazgos y las dirigencias sociales y políticas corrompidas o convencidas de los ineludibles “atajos” para avanzar hacia libertades y mejorar condiciones de luchas. Sentimos decirlo, pero tenemos esta penosa convicción: los “atajos” para mejorar las condiciones, según nos muestra la experiencia, han terminado siendo laberintos sin salida, desilusionantes y desmoralizantes, que muchas veces han empujado a miles de trabajadores a no creer más en la lucha y la resistencia para mejorar colectivamente como sociedad, como país.
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de “atajos” para avanzar hacia “libertades” y “mejorar” condiciones de lucha? Hablamos de alianzas con representantes de los grandes empresarios, banqueros y terratenientes, hablamos de acuerdos y unidad con sectores y actores alineados con intereses imperialistas capitaneados por los EEUU. Hablamos de propuestas que plantean un cambio de administración en el Estado paraguayo, creyendo que con eso mejorará la “democracia” en el país y entonces se abrirá un periodo de igualdad de oportunidades para toda la población.
Decimos que no son atajos, que son laberintos que nos alejan de un Paraguay más justo para la clase trabajadora porque los empresarios, banqueros y terratenientes invierten en el país para ganar gracias a los bajos salarios e impuestos, ya que los EEUU y las demás potencias imperialistas quieren saquear nuestros recursos naturales y humanos para sus beneficios. El Estado tal cual funciona, está estructurado para defender los intereses imperialistas y patronales.
Todos los acuerdos que exigen los EEUU y la Unión Europea sobre transparencia, combate al crimen organizado y defensa de derechos en realidad son maquillajes, simulacros, hipocresía para esconder sus verdaderos intereses colonialistas y de saqueo.
La única vía para destronar esta democracia fraudulenta, restringida y corrupta es la unidad de la mayoría trabajadora para ejercer su fuerza y poder, gobernando en las fábricas y empresas, en los barrios y comunidades, en las escuelas, colegios y universidades, con un nuevo Estado acorde a los nuevos tiempos de libertad, paz y trabajo para todas y todos.
Hacia ese objetivo, la organización de la unidad de acción para defender los derechos respetando acuerdos y demostrando lealtad y coraje en la defensa de los intereses de las mayorías, sin lugar a dudas es la principal tarea para gestar el proyecto político que nos merecemos como pueblo trabajador.