Opinión | Por Pedro Gabriel


Dos obras de teatro: Las Densas e Historia de un jabalí siguen presentándose en Asunción mientras escribo esto. Fui a verlas. Estas dos obras son propuestas que por su sola existencia, refrescan la cartografía hostil asuncena y proponen un entretenimiento que deseamos sea más frecuente.

Después de ver ambas obras, las pensé juntas y observé que comparten la coincidencia de presentar al enojo como un “lenguaje cuando no hay lenguaje”1 para expresar la incomodidad e inconformidad con respecto a lo que hay. Presentan al enojo gestándose en esa intimidad personal o complicidad de dos: desafiante e indomable… en esa etapa tan previa, tan antigua, tan milenaria y visceral, mucho antes de convertirse en organización, tal vez. Y “se van todo”, putean, y nos exponen junto a esas actrices, actores y sus personajes, como seres contradictorios.

Presentan al enojo como ese balbuceo de una generación que busca su palabra propia, porque la alfabetización que tenemos es un mito y una trampa. Mito, porque cuando nuestras instituciones nos alfabetizan, enseñándonos las letras, su escritura y lectura, no nos enseñan a comunicarnos, no nos enseñan a nombrar lo incómodo, nuestras emociones y a articular pensamientos. Trampa, porque en esa no-enseñanza se esconden barreras y fronteras temporales e ideológicas que no nos permiten conectar nuestra singularidad más íntima y menos pública con la historia común nacional.

Y una segunda coincidencia: presentan lo autobiográfico como una metodología inacabada, que no puede colocarse en un manual, que implica procedimientos complejos, desconocidos y para nada mecanizados. La intuición y la inconformidad es todo lo que tenemos cuando esa insatisfacción se hace cuerpo, nos contorsiona y genera un malestar que confunde: ¿me cayó mal la empanada? ¿o este país me asfixia? Quiero vomitar.

Después de verlas pensé que lo del enojo y las exploraciones autobiográficas en realidad no son ni coincidencia ni casualidad.

No es casualidad que el enojo se presente como algo amorfo, como un impulso de muerte y autodestrucción para graficar la enorme confusión que sentimos con respecto a nosotros, los demás, las instituciones, la política, la familia, el amor, el sexo, el trabajo, enfermar y sanar.

Algo quiere emerger, algo está latiendo y necesitamos hablar de esta intuición compartida que se hace visible como coincidencia o casualidad –no inocente– en Las Densas y Algo sobre Ricardo. Historia de un jabalí. Esta intuición que se siente como algo ajeno y alienante con respeto a una normalidad generalizada, da señales –como en estas dos obras– de estar presente en quienes formamos parte de una generación que “no vivió” aquel tiempo y que por eso algunos dijeron que no estábamos autorizados a hablar de la tiranía, del autoritarismo, del miedo e incluso del deseo de liberación.

Creo que si tomamos lo autobiográfico como un punto de partida en el que nos permitimos estar todo el tiempo que necesitemos, la autenticidad será la garantía de conquistas y motor de movimientos subjetivos que nos hagan sentir cómodxs con una democracia profunda que, ante su inexistencia, será deseada, anhelada y, por lo tanto, buscada.

Y sí, digo lo autobiográfico y no la autobiografía. La comprensión de la autobiografía está capturada por el relato cronológico, el inventario de fechas, situaciones ordenadas y a veces hasta no sentidas. Lo autobiográfico en cambio no tiene fronteras delimitadas, las líneas que crean la palabra no contienen técnicas, tampoco contiene la obligación de la verdad anclada en el relato “fiel” del hecho.

En lo autobiográfico nos permitimos incluso relatarnos desde la metáfora, como en el psicoanálisis, cuando los sueños nos cuentan más de nosotros mismos que aquel esfuerzo por callar nuestras angustias. En lo autobiográfico las emociones hablan más que aquel inventario de situaciones. Entonces, cuando traicionamos esa fidelidad a las técnicas establecidas, a sus procedimientos, manuales, instituciones e intérpretes avivados, empezamos encontrando más verdad en el sueño –esa producción nocturna– que en la lucidez de la vigilia.

Las Densas y Algo sobre Ricardo. Historia de un Jabalí: nos provocan a enojarnos, a confundirnos, a adentrarnos en las exploraciones nocturnas, íntimas, y convocan a inaugurar aquella generación, que ya nació pero tiene dispersos a sus integrantes, para tensar los cruces de Historia Nacional y Subjetividad.


Fichas técnicas de las obras

  • Algo sobre Ricardo. Historia de un jabalí

Intérprete: Jorge Báez; Asesoría: Paola Irún; Asistencia: Alena Aquino; Arte y vestuario: Fabián Da Silva; Prensa: Manuel Portillo (el ropero news); Producción general: Fabián Da Silva, Jorge Báez; Diseño gráfico: Carlos Fernández; Fotografía para prensa: Luis Acosta.

  • Las densas

Un culo de obra

Texto y Dirección: David Amado; Con: Panambi Scalamogna y Paola Ferraro; Tramoyista y operadora: Rebe Elías; Producción: Manu Alviso; Diseño de arte: David Amado; Apoyo y acompañamiento creativo: Paola Irún; Fotografía registro de ensayos: Nadia Gómez; Fotografía promociones: @azulycia; Producción general: @salapiloto y @laposdramatica


Nota

  1. Expresión que escuché de Pablo César Chávez con respecto a otros temas que charlamos. ↩︎