Editorial del 19 de agosto de 2024


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Acaba de morir Eulalio “Lalo” Gómez, Diputado cartista por Amambay y presidente, durante varios periodos, de la Asociación Rural del Paraguay (ARP) en dicho Departamento, en el marco de un operativo antidrogas. Como muchos otros, el involucramiento de este cartista con el narcotráfico era un “secreto a voces”. Todo el mundo sabía. Este acontecimiento huele a ajuste de cuentas entre el poder económico que desde hace décadas viene enriqueciendo sus bolsillos y perjudicando a las mayorías trabajadoras.

La muerte del cartista Lalo Gómez podría ser una “quema de archivo”, atendiendo la exposición que venía teniendo dicho Diputado como colaborador del narcotraficante Jarvis Chimenes Pavão. Y así como estamos, este hecho confirma la dominación de la mafia y la narcopolítica sobre las instituciones del Estado, a juzgar por la manera en la que se efectuó la operación y los resultados de la misma.

Otro de los imputados por este caso es Luis María Zubizarreta, una persona beneficiada con más de mil hectáreas en el Departamento del Alto Paraná, en el año 1974, de manera totalmente ilegal por parte de la tiranía fascista dirigida localmente por el criminal Alfredo Stroessner y tutelada por los EEUU.

Claramente, este operativo también podría ser parte de un plan de la embajada norteamericana en el marco del recrudecimiento de su política contra el cartismo, con la cooperación de Brasil.

Podría ser un poco de todo, pero de lo que estamos seguros es que en nada beneficia al pueblo trabajador.

Hace unos días se anunció el retorno de Mario Abdo a la política. La reunión se realizó en San Bernardino, en la casa de Ramón Zubizarreta, hermano de Luis María. Los dirigentes colorados que participaron de dicho encuentro dijeron que buscaban generar un contrapeso político al actual gobierno.

La vuelta del stronista y corrupto Mario Abdo fue presentada como favorable a la recomposición de la oposición e inclusive, dirigentes que se reclaman democráticos (como Kattya González), saludaron la vuelta de Abdo.

A modo de ejemplo, el que recibió en su vivienda a Abdo y sus seguidores, tiene denuncias por malversación de dinero en San Bernardino y fue sancionado de por vida para nunca más ocupar cargos en la Organización Deportiva Sudamericana (ODESUR), por un faltante de un millón de dólares.

Entonces, en torno al cartismo y al abdismo, los Zubizarreta y otros se organizan para defender sus riquezas y seguir explotando y robando a las mayorías trabajadoras. Y buena parte de la oposición no colorada saluda la vuelta de un bandido como Abdo y especula una posible unidad.

El accionar de la mafia y la narcopolítica son sumamente perjudiciales para las mayorías trabajadoras, porque todo el Estado se organiza en función a la defensa de esos intereses. Pero esta forma de organización estatal es históricamente propia de los Estados de las patronales, sean mafiosas o no (aunque la mafia siempre fue expresión de las patronales), con la finalidad de garantizar ganancias y trasladar la mayor cantidad de los costos y perjuicios sobre las espaldas de la clase trabajadora.

Además, con este accionar aumenta la inseguridad y la sensación de vivir en “tierra de nadie”, donde la justicia se debe realizar por cuenta propia, elevando la violencia a niveles de terror.

El cacareado “grado de inversión” otorgado al Paraguay es una muestra más de la total decadencia del sistema financiero internacional y su modo de producción capitalista, lo cual nos exige paciencia, firmeza y claridad en la tarea de unir a las mayorías trabajadoras para construir otro país, otro Estado, partiendo de la rica historia y experiencias de luchas que tenemos acá, en la región y en el mundo.

En este sentido, uno de los pasos para lograrlo es desenmascarar a quienes construyen una gran cantidad de mentiras para evitar la unidad de trabajadoras y trabajadores.

La extranjerización de las mejores tierras de nuestro país, de la mano con la concentración de tierras en poquísimas familias, se inició con el liderazgo de Bernardino Caballero, fundador del Partido Colorado, y continuó con gobiernos liberales y colorados, incluyendo los 35 años del stronismo. Pero según las patronales, sus partidos políticos y sus medios de comunicación, el comunismo es el problema.

La educación mediocre, el sistema de salud criminal, el escaso desarrollo en ciencias, artes y deportes es el resultado de décadas de gobiernos de las patronales a través de sus partidos políticos, así como de la construcción de un Estado a su imagen y semejanza, organizado para defender sus mezquinos intereses. Pero, según ellos, el comunismo es el problema.

El narcotráfico se organizó en todo el mundo como expresión absolutamente capitalista, y en el caso paraguayo fue introducido por el hijo putativo de los norteamericanos, Stroessner. Pero los millonarios que gozan de este país decadente trabajan a través de sus medios para hacernos creer que la amenaza y el peligro es el comunismo.

El Partido Comunista Paraguayo, desde 1928 en adelante ha venido luchando por la organización independiente de las mayorías trabajadoras para construir un país dirigido por los verdaderos productores de bienes y de servicios. Por hacerlo fue satanizado, criminalizado, prohibido, perseguido. Varios de sus dirigentes fueron apresados, torturados, exiliados, asesinados, desaparecidos. Nunca se conoció que exista en el Paraguay un comunista corrupto y casi siempre se ha intentado esconder el carácter de comunistas de grandes artistas paraguayos como José Asunción Flores, Elvio Romero y Carmen Soler, por citar solo algunos.

Compartimos estos ejemplos para entender que la campaña contra el comunismo está orquestada desde las patronales angurrientas, explotadoras y mafiosas, de la mano de la principal potencia terrorista y mafiosa: los EEUU. Y el oficialismo y la oposición también están tuteladas y orientadas por grandes capitales y sus Estados, como es el caso del Estado norteamericano, los Estados de la Unión Europea y/o el Brasil.

La verdadera oposición debe organizarse en torno a la verdad, la justicia, el ingenio y el coraje y a la vez debemos construir a largo plazo y entre las mayorías trabajadoras, campesinas e indígenas. De lo contrario, seguiremos ilusionándonos con oposiciones de fachada que terminarán siendo “lo mismo que igual”.