Por Marcos Castellano
“El 25 de abril de 1974, el Movimiento de las Fuerzas Armadas, coronando la larga resistencia del pueblo portugués e interpretando sus profundos sentimientos, derrocó al régimen fascista”. Así inicia el preámbulo de la Constitución Nacional portuguesa, redactada sobre las cenizas de una dictadura fascista que se prolongó por más de 40 años (1933 – 1974), única en su clase por manifestar documentalmente el deseo de “abrir camino para una sociedad socialista”.
Miles de kilómetros al sur de la península Ibérica, en Paraguay “nación hecha de cobre y castigo”, aproximadamente en el mismo lapso de tiempo en el que el dictador Antonio Salazar y sus secuaces mantenían rehenes a la población portuguesa, en esta parte del hemisferio el régimen del General Stroessner marchaba a todo vapor.
¿Qué reflexiones podemos extraer de ambos períodos históricos? ¿Qué tiene en común la clase trabajadora de dos puntos del mundo tan distantes? ¿Cómo el aprender sobre nuestra propia resistencia y la de otros pueblos nos ayuda a ver más claramente el horizonte de la revolución socialista?
Una breve comparación
En las últimas elecciones municipales asuncenas, un candidato de ascendencia japonesa de uno de los partidos tradicionales de la oligarquía, suscitó un inusual revuelo. Fue común durante ese tiempo ver en las redes sociales a jóvenes entusiasmados blandiendo la absurda consigna de que “Japón debería colonizar Paraguay para que así podamos avanzar”. Las hordas juveniles encandiladas por la aparente excelencia académica del candidato reflejado en su extenso currículo, son una expresión de la desesperación de un pueblo que aún aguarda alguna clase de Mesías libertador y que 500 años de colonización y recolonización cultural han atrofiado la capacidad de imaginar un futuro donde la colectividad trabajadora organizada sea la que forje su propio destino.
El 25 de abril de 1974 en Portugal, el pueblo armado liderado por el Partido Comunista Portugués más otros sectores democráticos y antifascistas de la sociedad, reclaman su inherente derecho a la libertad y derrocan el régimen salazarista que ya duraba casi medio siglo, a este hecho histórico se lo conoce como la Revolución de los Claveles. En su libro A revolução portuguesa. O passado e o futuro (1976), Álvaro Cunhal, uno de los mayores exponentes del comunismo portugués en su época, escribía:
Antes del 25 de abril, hablar de Portugal era hablar de fascismo, miseria, represión, colonialismo y guerra. En otros países, se hablaba de los portugueses como si nunca pudieran, por sus propias fuerzas, librarse de una tiranía que duraba casi medio siglo. Para los observadores incrédulos ante la información de las fuerzas progresistas portuguesas, la liberación del pueblo dependía necesariamente de factores externos.
Aquí podemos observar una interesante semejanza entre lo que se pensaba de los portugueses en los años 70 y de cómo los paraguayos nos percibimos hoy, a nosotros mismos, como necesitados de alguna fuerza externa para alcanzar la liberación.
Otra semejanza que puede servirnos para ejercitar nuestra imaginación y pensar en sociedades diferentes a la que tenemos ahora es que según el informe de la Comisión de Verdad y Justicia 3.336 familias cercanas a la dictadura estronista se apropiaron de casi 8 millones de hectáreas de tierras malhabidas, en simultaneo, durante el salazarismo en Portugal 500 propietarios poseían más tierras que 500.000 pequeños agricultores.
En contraste con nuestra situación actual, “con la revolución de 1974 fue llevada a cabo una Reforma Agraria a través de la cual los trabajadores agrícolas pasaron a cultivar, para sí mismos y para todo el país, cerca de un quinto del total de la superficie cultivada de Portugal” (CUNHAL, 1976).
Una lección que debe ser aprendida
En esta muy breve reseña utilizamos dos aspectos de la sociedad paraguaya y portuguesa para hacer una reflexión sobre los posibles caminos de superación del régimen burgués que nuestros países y el mundo pueden iniciar para profundizar la libertad, la democracia y finalmente el establecimiento de un mundo libre de explotadores.
Si tuviéramos que aprender solamente una lección de la Revolución de los Claveles, sería esta: que la senda del socialismo pasa inexorablemente por la organización de la clase obrera con un partido de vanguardia fortalecido a la cabeza que finalmente desembocará en la revolución y en la construcción de la Patria de los Trabajadores.
El Partido Comunista Portugués, que resistió toda la dictadura dentro del movimiento obrero, estuvo cerca de ganar las elecciones presidenciales y tuvo un rol fundamental en la redacción de la Constitución Portuguesa, una de las más actuales en torno de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Nuestros saludos y respetos a los y las camaradas del PCP.
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