Juventud paraguaya: crítica, rebeldía y transformación

Por Gloria León*

Decía Paul Vaillant-Couturier que el comunismo es la juventud del mundo. Las viejas manías del capitalismo tardío no hacen más que, en sus ya conocidos trucos e ideas medievales, acrecentar la lucha de clases. La juventud involucra superación de las generaciones anteriores, superación de sistemas obsoletos que cargan aún dentro de sí contradicciones que deben ser barridas por toda la clase trabajadora, cuyo número es directamente proporcional a las injusticias, muertes, robos y desangramiento que sufre, además, en el marco de la emergencia sanitaria en la cual se ve notoriamente más afectada.

El grito de miles de personas bajo la consigna del “que se vayan todos” es producto de las contradicciones de clase, lo sabemos, que se van agudizando y quieren llegar a su punto álgido a través de otra consigna: “ANR nunca más”, esfera donde se encuentran los oligopolios de donde se gestan políticas que favorecen el enriquecimiento desmedido de una élite, el desarrollo del imperialismo y destruyen al trabajador asalariado. Su propia existencia no es más que un anacronismo y se imagina creer en sí mismo y exige del mundo esa misma creencia ilusoria.

Recordemos a la primera experiencia socialista exitosa que alguna vez tuvo la humanidad, amén de la Comuna de París, la Unión Soviética: en 1905, 200.000 personas habrían marchado pacíficamente a protestar frente al zar para mejorar sus condiciones laborales. El zar no leyó el manifiesto y cercó a los manifestantes con “alrededor de 20.000 soldados fuertemente armados”. Conocemos esta represión por causas justas, Marx también las conocía y retrató por ello esta cuestión en su introducción al 18 Brumario de Luis Bonaparte. Hoy Mario Abdo Benítez se erige como un calco fatídico de esa farsa histórica.

Nuestro papel es el de acrecentar la crítica, pues también en Marx develamos la transformación de la crítica de ser un bisturí (instrumento) a ser un arma, pues su objeto es su enemigo, a quien no quiere refutar, sino aniquilar, porque el espíritu de esa situación está refutado. A través de ella dejamos de observar el mundo invertido –el estronista-, para observarnos cara a cara en un espejo. Su esencia es la indignación del pueblo paraguayo contra las viejas costumbres coloradas y su labor es la denuncia.

Acrecentar la crítica es agudizar las contradicciones de clase, método último del proceso dialéctico para llegar a la síntesis revolucionaria.

No es, sino de esta forma y siempre hacia adelante, que nos despojaremos del Ancien Régime que hace experimentar en nosotros su tragedia. «Hay que hacer la opresión real aún más opresiva, agregándole conciencia de la opresión; hay que hacer la ignominia aún más ignominiosa».

La juventud revolucionaria, con todas sus aristas, debe seguir avanzando en la organización de la necesaria rebeldía, en la crítica y la autocrítica, para así encabezar el movimiento que conquiste la victoria del pueblo. ¡Venceremos!

*Trabajadora, estudiante y militante de la Juventud Comunista Paraguaya.

**Imagen de inicio: Asunción, marzo del 2021. Jóvenes manifestantes en día 20 de movilización, fotografía de Ñamandú, para Adelante!.

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