Entrevista | Por Rolando Amarilla

Desde antaño la medicina es un buen parámetro para medir la Justicia Social que posee un país. Es imposible que un pueblo se desarrolle dignamente mientras su sistema de salud sea precarizado y mercantilizado. Como es el caso de la salud en Paraguay, que posee una red sanitaria que en este momento se encuentra en total colapso, crisis que desde hace tiempo se avizoraba por las terribles condiciones en las que tienen que manejarse los trabajadores de blanco, quienes bajo sol y luna enfrentan la batalla desprovistos de armadura, en medio de la permanente carencia de insumos básicos, de medicamentos e infraestructura, con sobrecarga de pacientes y de horarios, precarización laboral, enmarcados en un gobierno para el cual la salud es solamente un negocio.

No existe nada más digno que recibir atención médica cuando uno lo necesita y más aún de parte de un médico o médica humanista, que asume con compromiso su profesión, con ética y moral. La medicina es una labor que demanda gran sacrificio y dedicación, desde el ingreso a la facultad hasta el ejercicio diario. Todavía más en países como el nuestro.

Ha sido y es admirable la labor que han desempeñado especialmente en este tiempo de pandemia muchos y muchas trabajadores de la salud, ejerciendo esta ciencia que tiene como finalidad curar, calmar el dolor, mejorar la calidad de vida de los seres humanos. Desafíos enormes en un sistema tan injusto y violento y en condiciones terribles de trabajo.

Con la intención de conocer más sobre el día a día de un médico y sobre su comprensión de este momento de colapso sanitario, pandemia y movilización social, entrevistamos al doctor Fabián Franco, de Alto Paraná. Egresado de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional del Este, fue Presidente de la UNEPY (Unión Nacional de Estudiantes del Paraguay), también fue Secretario Nacional de la Juventud Comunista Paraguaya. Y actualmente, además de la labor médica, es comunicador social de Ñapua y TramaSur, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la Salud, investigador y autor de múltiples publicaciones, entre ellas sus estudios con referencia a los agro tóxicos y su afectación en la población.

¿Cuántas horas promedio trabajan los médicos?

Eso es muy variable. No es lo mismo, un médico de consultorio que un médico de urgencias o un médico de UTI (Unidad de Terapia Intensiva). En líneas generales, las personas que hacen consultorio, podrían trabajar entre 60 y 80 horas semanales. Pero en las Urgencias y los Médicos residentes de Ginecología, Cirugía, Medicina Interna y Pediatría alrededor de 100 horas semanales. Con aproximadamente 2 a 3 guardias de 24hs, y como continúan al otro día, serían una 30 horas seguidas 2 a 3 veces por semana.

¿Además de la carga horaria, cómo se encuentran las cuestiones laborales en el área sanitaria?

El sector médico es un sector muy precarizado y hay diferencias. Si sos médico de IPS, tenés seguro y jubilación, vacaciones y aguinaldo. Si sos médico del Ministerio de Salud, durante tu residencia y hasta que se te nombre (que pueden ser unos 5 años más), sos contratado y sin seguro ni jubilación. Ahora, si trabajás en un sanatorio privado, es muy común no tener ni siquiera contrato y ser prestador de servicios. Sin vacaciones, sin seguro, sin jubilación, sin salario base. En mi experiencia, me tocó hacer 2 guardias semanales de 12 horas, con horario de 19 a 7 de la mañana siguiente. No tenía ningún beneficio y además debí asociarme a un seguro médico que paga dos meses retrasado Gs 30.000 por consulta. Si no tenés pacientes, no se cobra nada. Te vas a tu casa sin haber ganado nada. Y durante la pandemia, esa era una norma, por lo que muchos colegas se vieron en la necesidad de vender sus pertenencias incluso para subsistir.

¿Se sienten respaldados por algún gremio médico?

No, no hay respaldo efectivo. El SINAMED (Sindicato Nacional de Médicos) tiene sus reivindicaciones y luchas en relación a los funcionarios del Estado e IPS, pero no media en problemas laborales o de contratos. La precarización laboral a que están expuestos, tanto residentes como funcionarios de instituciones privadas es muy grande, y los intereses allí también, por lo que no hay fuerza suficiente para hacer frente a esa realidad. Además, muchos sanatorios privados son propiedad de los propios colegas, que saben cuál es la situación del compañero o compañera que está haciendo guardias sin salario base y sin ninguna seguridad social.

¿A un año de la pandemia, sienten que empeoró o mejoró el aspecto laboral para un médico?

En este periodo, para todos los sectores empeoró. Por un lado, los compañeros y compañeras independientes han sufrido una baja en sus ingresos y padecen problemas económicos graves. Por otro lado, los servicios más requeridos, entre ellos Medicina Interna (de adultos) han colapsado, porque no hay suficientes profesionales y, además, muchos van cayendo en enfermedades tanto físicas como mentales por el exceso de trabajo. En algunas instituciones públicas y en IPS varios colegas salen de reposo, estos espacios que ocupan, no se cierran, sino que otros médicos se reparten los pacientes de esa sala o lugar y se sobrecargan, lo que los lleva a situaciones de stress y pánico. Los problemas de Síndrome de Burn Out (depresión por Stress) y pánico, han aumentado y se resiente mucho en las relaciones laborales y familiares.

¿En ese contexto que sienten al ser llamados héroes?

Yo no puedo hablar por todos y todas, pero sí te puedo decir lo que algunos pensamos. Creemos que detrás de esos aplausos, felicitaciones y agradecimientos del gobierno hay cinismo. Los presupuestos destinados a insalubridad que debían utilizarse para realizar el correspondiente pago a los colegas, se atrasaban incluso 3 meses y se pagaba luego en los siguientes 2 meses a cuotas. Las cargas horarias aumentaron y la sobrecarga y sobre exigencias también. En muchos sanatorios privados, se impusieron descuentos y des contrataciones. La verdad, sí sentimos el reconocimiento y apoyo de la gente, del pueblo, de los pacientes que se van recuperando, pero desde las autoridades y desde las empresas privadas, no se siente lo mismo, pues incluso la ley de jubilación estaba siendo parada y pospuesta, esa no es la manera de tratar a “héroes”.

Ahora con la escasez de medicamentos, se agrava la emergencia sanitaria.

La escasez de medicamentos ya se dio ni bien inició el gobierno de Cartes, no es un hecho nuevo, solo que ahora, con el aumento de requerimientos se vuelve un completo caos. Es triste ver, como no se puede salvar una vida por no tener plata para comprar un tubo, o quizás una sedación para una intubación, porque eso pasa. Es terrible no poder hacer una operación por no poder comprar algunos elementos básicos para la cirugía. Recuerdo, que una vez, un padre no tenía plata para comprar medicamentos para su hijo internado y lo encontré empeñando su celular por 150.000 guaraníes en la entrada del hospital. Allí, los trabajadores de blanco colaboramos y le dimos dinero a este señor, trabajador de la vía pública. Eso me marcó y es una situación que vivimos día a día, pero, a la prensa comercial no le interesa porque no vende tanto como otras noticias. Deberíamos publicar y difundir esta realidad de forma insistente.

Antes de la pandemia ya no había medicamentos. Luego, se pidió un préstamo para respiradores y material, que tardó meses. A finales de junio del 2020, se realizaron varias contrataciones y se empleó mayor personal. Las farmacias, se vaciaban y la reposición no era efectiva. Si bien es cierto que hay un gran negociado con las farmacias, también lo hay desde el gobierno, y como está saliendo a la luz esta falencia, hasta culpan a los médicos de un problema de su sistema sanitario.

La base está en que es una medicina asistencialista y no se potencia la prevención, como parte de un engranaje, de un modelo de producción que prioriza el lucro sobre la vida de las personas. Si tuviéramos un sistema preventivo eficaz, el presupuesto requerido para tratar enfermedades sería menor, pues la población se enfermaría menos, priorizando también otros aspectos básicos como una alimentación sana o condiciones para hacer ejercicios físicos, abordando en su integralidad el tema de la salud como un derecho básico.

En este año que pasó, se pudo haber potenciado el área preventiva, pero se prefirió usar el miedo y el pánico para mantener lejos la mirada del problema de base.

Cómo se encuentran en esta situación de crisis sanitaria.

El sistema de salud está colapsado. Lo que hacen los trabajadores de blanco, enfermeros/as, recepcionistas, personal de limpieza, de cocina, etc, es recibir los golpes que deben ir para los administradores y absorber el descontento popular. Tratamos de mantener todavía a la gente con esperanza. Escucharles, recibir muchas veces insultos o descargos, hace que se descargue la bronca, que es recibida muchas veces por quienes trabajan en los hospitales.

Deberíamos canalizar esfuerzos hacia un cambio radical del sistema de salud, hacia un sistema preventivo, que esté presente en los barrios y comunidades, y que descomprima la asistencia a los centros de salud.

¿Y el trabajo en UTI?

El trabajo en UTI es colosal. Son pocos y están extenuados, con muchas guardias y cuando se enferman -eso es frecuente- mientras dura su ausencia, los y las demás colegas deben adsorber además el trabajo de esta persona, por una o dos semanas. Eso satura la capacidad humana de todo el personal, porque la labor titánica que se hace es increíble, en UTI la gente está saturada y eso afecta su salud.

¿Qué te parece que el Estado puede hacer para mejorar las condiciones de trabajo del personal de blanco?

El Estado definitivamente debe desprecarizar el trabajo. Instalando mayor control a los sanatorios privados para prevenir la súper explotación, haciendo efectiva la ley de jubilación. Reduciendo la carga horaria de quienes hacen más de 90 horas semanales. Pero sabemos que eso no se va dar, si no hay una organización gremial que impulse tales reclamos. Eso se dará en la medida que estemos más unidos, más juntos, más en comunicación y podamos presionar con mayor fuerza. Ahora, estamos agotados, mal, con deterioro de la salud en general. Necesitamos descomprimir la carga que hay.

¿Por qué te parece que los médicos en particular no pueden construir una herramienta gremial más fuerte?

El gremio médico en particular es muy heterogéneo. Por un lado, están los asalariados del sector público e IPS. También los asalariados del sector privado. Además, están los prestadores de servicios, que cumplen un horario, pero que no poseen ningún beneficio, son como cuentapropistas. Así, reunir en una sola lucha tantas diferencias es difícil. Por otro lado, hay médicos dueños de sanatorios que explotan a sus propios colegas, por lo que tampoco hay una única realidad. Luego están las distancias, las realidades de la capital, no son las realidades del interior. Entonces, nos falta mayor comunicación y tiempo para poder lograr un movimiento más sólido.

¿Cuál es tu opinión sobre la medicina privada?

Mientras el Estado no mejore su deficiente sistema sanitario que no puede dar solución a los problemas actuales, las instituciones privadas de salud van a seguir siendo necesarias. El mayor problema con estas instituciones es la mercantilización de la salud. Se piden estudios que no son necesarios, en ocasiones se interna gente en los sanatorios por necesidad de elevar los ingresos para mantener al personal, se contratan médicos no idóneos a los cuales se paga menos para reducir costos. Son muchos los problemas que aún debemos superar en esta área, pero básicamente, es necesario mirar a la medicina y a las instituciones de salud como factores elementales para mejorar las condiciones de vida de la población, y no como empresas, que anteponen el lucro a los protocolos sanitarios y las terapias que deben establecerse para cada paciente.

 ¿Cómo te parece que la gente puede ayudar a construir un sistema de salud mejor en Paraguay?

Para poder construir un sistema de salud más eficiente, necesitamos cambiar de paradigma. Salir de la asistencia e impulsar la prevención. Las organizaciones de base y los gremios ya pueden solicitar al ministerio médicos laborales y barriales. Que en las Unidades de Salud Familiar (USF) se visiten las casas y se fomente la buena alimentación y el ejercicio físico.

Hay un problema de base en esta ecuación. La pobreza y la extrema pobreza, por eso este cambio no puede ser solo de los trabajadores de blanco. debe cambiar el sistema socio-económico. Una población explotada y con bajos salarios, no puede ser sana. Entonces, a la par, debemos reclamar asistencia para cubrir las necesidades básicas, no hablo de subsidios solamente, sino asistencia técnica para producir mejor, consumir productos más saludables y emplear a más gente en rubros o sectores que movilicen el país.

Y por último, una frase para tus colegas.

Mucha fuerza. Necesitamos sobrevivir a esta situación y organizarnos como gremio para exigir con más fuerza al Estado, a las autoridades que están al frente, que cumplan lo que por ley les corresponde para asegurar que se cumplan nuestros derechos laborales y el derecho a la salud y a una vida digna de toda la población que reside en este país.