Editorial del 27 de julio de 2020
Los problemas de hambre, vivienda, trabajo, estabilidad laboral, seguridad social, tierra, producción diversificada, educación y salud gratuitas y de calidad, jubilación universal, son problemas básicos que necesitamos y podemos resolver las paraguayas y los paraguayos, en primer lugar, si nos organizamos para exigir y, de no sernos concedidos estos derechos irrenunciables, construir las condiciones para un gobierno capaz de garantizarlos. Es el programa mínimo que necesitamos en el Paraguay.
Muchos de nuestros derechos figuran en la Constitución Nacional y las demás leyes que existen en el Paraguay. Sin embargo, como todos sabemos, no se cumplen y son pisoteados por los multimillonarios dueños de las empresas, los bancos, las tierras, que tienen el Poder del Estado y entonces hacen que tanto el Presidente como el Parlamento y el Poder Judicial, actúen para defender sus intereses y mantener este orden hambreador que nos obliga a pelearnos entre los que menos tenemos, por defender las migajas como son los puestos de trabajo mal pagados, sin horas extras, sin estabilidad laboral, sin jubilación, o las tierras menos fértiles y sin cobertura de semillas y otros instrumentos para producir en el campo, como también el mercado donde comercializar los productos. Todos estos problemas que tenemos para desarrollar nuestro presente y nuestro futuro con garantía y seguridad, son producto del gobierno de las patronales, en el que la mafia es la gran jefa.
Este sistema de producción dominado por los grandes monopolios imperialistas, cuyo liderazgo sigue estando en los EEUU, ha entrado en una decadencia cada vez más perjudicial para la humanidad, depredando y contaminando la naturaleza, comprando y buscando ponerle precio a todo, incluido los valores de solidaridad, ética, dignidad. Para los capitalistas todo tiene precio, y así todo se reduce al poder del capital, que es el poder del dinero, representado en un sistema financiero parásito y timbero que se reproduce con el sostenimiento de millones de trabajadoras y trabajadores que dan buena parte de su trabajo a sus patrones y además sostienen con sus impuestos un Estado que les perjudica día a día.
En Paraguay, Cartes es uno de los grandes representantes de ese poder imperialista. Y en esta semana, ha logrado someter al gobierno del fraude, subordinando a Mario Abdo al anunciar la creación del Movimiento Concordia Colorada, como resultado de la fusión de los Movimientos Honor Colorado y Añetete, generando un escenario nuevo para la política paraguaya: un movimiento opositor que fue derrotado en la interna colorada, logra absorber al movimiento oficialista que está en posiciones de gobierno.
Como la dictadura que vivimos es de la mafia, que además es dominante en las patronales, Cartes es su mejor síntesis para mejorar las ganancias de los explotadores y evitar que las mayorías trabajadoras avancemos en nuestra unidad y en la comprensión práctica de la necesidad de un proyecto propio.
Por eso, enfrentar a esta Concordia de la dictadura mafiosa para desenmascararla, significa exigir ese programa mínimo para recuperar derechos, como el ajuste salarial del 40%, defensa de la libertad sindical, lucha por el contrato colectivo de condiciones de trabajo en cada empresa privada y pública, subsidio a trabajadoras informales y cuentapropistas, con una política de jubilación para todos los habitantes del país, salud y educación gratuitas y de calidad, verdadera reforma agraria con ruptura del modelo de monocultivo a gran escala y con agrotóxicos. Estamos hablando de un programa necesario y urgente para recuperar la confianza y la esperanza en la justicia social y la verdadera democracia de las mayorías.
Este programa mínimo debe ser profundizado, discutido entre las mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo, para exigirlo y empezar a aplicarlo a fuerza de organización, unidad e iniciativa combativa.
No existe ninguna posibilidad de lograr estos cambios con acuerdos como el que realiza entre el cartismo y el abdismo. Tampoco es posible lograr cambios reales si acordamos con las direcciones de partidos conservadores como el Liberal Radical Auténtico, Patria Querida, Hagamos, UNACE, PDP.
El programa necesario e ineludible para avanzar, será obra de la unidad de la clase trabajadora en fuerte alianza con el campesinado pobre, que gracias a la recuperación del vínculo, la confianza para luchar juntos y la claridad en cuanto a la estrategia revolucionaria, logre generar identidad y credibilidad en las demás capas sociales de nuestro pueblo, como son los profesionales, pequeños comerciantes e industriales, artistas e intelectuales.
La unidad de Cartes y Abdo es una nueva pero vieja fórmula para perjudicarnos. Debemos darle razón a este momento. Y eso significa luchar seriamente por el programa mínimo, que se irá imponiendo en la medida en que avancemos sin los explotadores.
Aplaudo y me sumo al pensamiento aquí expresado sobre el programa mínimo, ante nosotras, nosotros y nosotres se gestó y pactó esta concordia mafiosa cuya cara visible es el partido colorado, en verdad que la arremedita de este nuevo pacto es para las familias de la clase trabajadora, así que hay que tomar posiciones y defensa mediante la unidad y la organización.
Todo esfuerzo para la concreción del programa mínimo!!!
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