1924, 1953 y 2018. Tres años en los que el 26 de julio se estampó como fecha de singular belleza para quienes abrazamos con amor integral los principios de la nueva sociedad sin explotadores ni explotados.
El 26 de julio del ’24, nacía el camarada Ananías Maidana en Encarnación. Ananías, un joven rebelde y consciente de su necesaria participación, tanto en los quehaceres del hogar como en encuentros de personas interesadas en superar las injustas relaciones de explotación, desde temprana edad termina sumando su capacidad a las filas de la más sincera y corajuda organización capaz de llevar adelante el derrocamiento de las injustas relaciones de producción de mercancías y servicios, como también de la cultura del sometimiento y la humillación, para instaurar el proceso de transición al socialismo: el Partido Comunista Paraguayo (PCP), del cual fue militante y por cuyo proyecto padeció más de 20 años de cárcel y torturas, primero en la lucha contra el gobierno de Federico Chaves del ’50 al ’52, y luego en los calabozos de Stroessner del ’59 al ’78, logrando salir vivo gracias a las luchas nacionales e internacionales, y encabezar, luego del ’89, el proceso de reorganización del PCP, al que muchos lo veían moribundo y destinado a una mera expresión nostálgica y testimonial. Al camarada Ananías, y a todo ese grupo de héroes y heroínas civiles de nuestro Partido, les debemos la continuidad de la organización y la altura moral de nuestra riquísima historia de lucha, que sigue siendo combustible para la continuidad y profundización de nuestro proyecto, con el compromiso que el momento histórico nos demanda.
Ananías representa la encarnación de esa fusión entre ética y política, sin la cual será imposible superar esta prehistoria representada en las relaciones capitalistas de producción. Su capacidad de comprender el motivo de su apresamiento fortaleció su resistencia durante todos esos años en prisión, sin doblegarse ante el enemigo, a pesar de las condiciones impuestas en aquellos calabozos, como el bautizado «panteón para vivos» de 1,70 x 4,70 donde sobrevivió junto con otros 15 presos durante varios años sin luz ni ventilación, con el baño dentro de la propia celda, sometido a permanentes torturas físicas y psicológicas, además de las otras cárceles donde estuvo. Y de donde al salir y recuperarse, sin dudar emprendió ese proceso de reorganización de la fuerza revolucionaria comunista, manteniendo la necesaria rabia e indignación en contra de toda forma de opresión, y a la vez comprendiendo ese proceso histórico de formación de consciencia de los seres humanos, que lo llevó a superar el rencor hacia sus torturadores y hacia las fuerzas represivas (policiales y militares), para expresar una ejemplar enseñanza en cuanto a la posibilidad de cambiar que tenemos los seres humanos, como al mismo tiempo la obligación de revisar los antecedentes y, en base a la conducta histórica de las personas, establecer sus respectivos lugares en la lucha por la sociedad socialista-comunista. El camarada Ananías nos dejó un gigantesco y práctico legado envuelto en la humildad, la resistencia y la comprensión de ese sentido del momento histórico, del que hablaba el Comandante Fidel Castro cuando definía la revolución, y que se sintetizan en la fuerza que sigue teniendo en nosotros para construir la herramienta revolucionaria que anule y supere la dictadura de las patronales para instalar el gobierno y el Estado de las trabajadoras y trabajadores.

29 años después del nacimiento de Ananías, en una isla caribeña, un grupo de jóvenes rebeldes se organiza para derrocar a un sórdido tirano de apellido Batista que, Golpe de Estado mediante y aplastando el proceso hacia unas elecciones, un 10 de marzo usurpa la presidencia de la República de Cuba para instalar su régimen autoritario.
El liderazgo de esa heroica gesta conocida como el Asalto al Cuartel del Moncada, correspondió a Fidel Castro que, en un trabajo minucioso reclutó 1.200 jóvenes y desarrolló una estrategia que, según él mismo lo manifestó ya a comienzos del siglo 21, la volvería a llevar a cabo tal cual, porque la consideraba correcta, a pesar de la derrota que siempre aparece en todo horizonte de lucha, atendiendo el azar y cuestiones imprevistas que se presentan.

En esa gesta del Moncada aparecen atributos que se ubican en lo más alto y noble de lo humano y que estuvieron presentes en la vida de ese otro hijo del 26, que es Ananías: sensibilidad, consciencia de su condición de ser social-colectivo, coraje, dignidad, moral, disciplina consciente, estudio de la realidad histórico-social, defensa irrenunciable de la verdad. A propósito, una frase de Fidel, colocada por él en su alegato de defensa en el juicio que le montaron luego del Moncada, nos permite palpitar esa profunda belleza de nuestra condición humana, cuando expresa “Porque sólo quien haya sido herido tan hondo, y haya visto tan desamparada la patria y envilecida la justicia, puede hablar en una ocasión como ésta con palabras que sean sangre del corazón y entrañas de la verdad”.
La Revolución Cubana, ingresando triunfante aquel 1 de enero de 1959 y toda la inspiración que a lo largo y ancho del planeta Tierra irradió en millones de trabajadoras y trabajadores de la ciudad y del campo, así como en mujeres y hombres sensibles de otros capas sociales, e inclusive de familias explotadoras, que llegaron a romper con su familia tomando opción en favor de los explotados y excluidos, no hubiese sido posible sin la heroica gesta del Moncada y las lecciones que, autocríticamente sacaron Castro y sus camaradas para continuar con la lucha revolucionaria.

Y justamente, esa lección de la autocrítica es la que permite que, 65 años después de la gesta del Moncada, en el 2018 de vuelta en nuestro país, se logre una improbable aunque no imposible gran victoria, con la anulación de la sentencia del Caso Curuguaty, justamente un 26 de julio, generando en consecuencia la libertad de los presos políticos injustamente sentenciados en aquella farsa de juicio, llevada a cabo en el mismo mes de julio, pero del año 2016. Y me refiero a la autocrítica, porque la manera de encarar la lucha fue revisada tanto en nuestro Partido como en otras organizaciones sociales y políticas, comprendiendo que una nueva estrategia debía centrarse en una fuerte tarea comunicacional y de presencia de masas, buscando desmontar el sentido común construido desde el Poder para condenar anticipadamente a las y los acusados por el Caso.

Y entonces de vuelta, con la autocrítica y el firme compromiso con la justicia, se sumaron todos los atributos que sostuvieron la lucha del camarada Ananías y de los moncadistas liderados por Fidel, en una clara y ejemplar demostración de que amplitud y profundidad deben ir de la mano para gestar una fuerza de masas y dirigente, sólidamente sostenidas por los dos pilares, que según el camarada Gramsci, son necesarios para un proyecto que se reclame transformador y humanista: el pilar moral y el intelectual.
La honestidad y la transparencia, la elaboración colectiva de los planes y el cumplimiento de lo acordado, la humildad capaz de generar autocrítica y parir grandeza, el coraje para arriesgar la vida y combatir por altos ideales de justicia y libertad, forman parte de los componentes del pilar llamado moral. Y el estudio y la experiencia combinados para entender cómo se desarrolló nuestra historia como humanidad y como país, los intereses que se confrontaron y la dominación económica, social, cultural, militar y política que permitió llegar a la situación en la que nos encontramos, así como el conocimiento de nuestras fortalezas y las tareas para superar el estado actual de cosas y construir una sociedad capaz de garantizar el desarrollo de talentos de todas y todos, son parte de los elementos constituyentes del pilar intelectual de la fuerza dirigente.
Estos dos pilares encuentran en estos tres momentos del 26 de julio, espacios de realización que surgen como síntesis dialéctica de contradicciones, de derrotas convertidas en victorias, y que se nos presentan como importantes legados para continuar en nuestra lucha por la plena felicidad que nos entregará ese momento en que la prehistoria de explotación sea vencida por la historia civilizada de mujeres y hombres que se organicen en libertad y sin opresión, a producir y reproducir sus vidas.
Por todo esto y mucho más, tres veces y siempre, es y será 26.
Por Najeeb Amado, Srio. Gral. del Comité Central del PCP.
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