¿Qué puede ofrecer este gobierno?

Editorial del 18 de mayo de 2020

El pueblo trabajador del Paraguay tiene el gran mérito de protagonizar la resistencia a la crisis y a la pandemia del coronavirus. Todo el sacrificio de aguantar sin ingresos, organizar miles de ollas populares en todo el país, luchar por sus derechos laborales ante el atropello de las patronales, construir nuevos hábitos con tantas carencias, ante la total incapacidad del gobierno y del Estado para asistir a la población, merece reconocimiento y valoración, con la misma fuerza en que debemos repudiar a la camarilla de delincuentes liderada por Abdo Benítez.

Debemos recordar cómo llegó y qué hizo desde que se instaló como gobierno. Escandaloso fraude electoral se generó para que Mario Abdo sea Presidente. Luego de instalarse y nombrar a sus ministros, empezaron a saltar declaraciones juradas falsas de los mismos. Recordemos a Petta, Bacigaluppo, Dany Durand, Varela, Nilda Romero, que habían presentado sus respectivas declaraciones juradas alterando datos. O el hecho de que el Presidente del Instituto de Previsión Social, Gubetich Mojoli, haya declarado tener una acumulación de casi 37 mil millones de guaraníes, lo cual nos da cuentas de la pertenencia de clase que define a los que hoy conforman el gobierno. Todos defienden intereses de familias millonarias y corruptas.

Estamos a días de cumplirse un año de la nefasta firma del Acta de Itaipú, un acta de entrega al servicio de los monopolios brasileños, por parte de este gobierno del fraude. En torno a la firma del Acta existen cuestiones aún no conocidas, con olor a transa favorable a las camarillas de delincuentes que están en ambos gobiernos y contraria a los pueblos de ambos países.

Se trata del mismo gobierno que negociaba con Messer, pidiendo coima y teniendo al Ministro del Interior de ese momento, Juan Ernesto Villamayor, como protagonista. Claro que, como camarilla de delincuentes que son, protegieron a Villamayor, sacándolo del cargo pero llevándolo a Gabinete del Palacio de Gobierno.

Este tipo de gestión criminal siguió evidenciándose incluso en tiempos de pandemia, en casos bien mediatizados como los de Petropar y DINAC, con la escandalosa sobrefacturación en la compra de insumos de salud. Mientras en los barrios la gente se organiza porque no tiene qué comer, los representantes del gobierno roban a cara descubierta.

Así, entregando patrimonio al capital extranjero, falseando datos en sus declaraciones juradas, tranzando con mafiosos, recortando derechos laborales, desalojando y reprimiendo ilegalmente a familias trabajadoras del campo y la ciudad, aplicando de manera mediocre los presupuestos de cada ministerio y negociando fraudes desde el Estado, este gobierno hizo del saqueo, la entrega y la represión sus principales signos. Su nada novedoso desempeño en este tiempo ha contribuido a la casi naturalización de un Estado gobernado por la mafia al servicio de los capitales imperialistas, por supuesto que tutelada por los EEUU.

La trayectoria fraudulenta de este gobierno no merece la más mínima confianza en su capacidad de superar esta crisis.

Estas características del gobierno presidido por Abdo Benítez, nos exigen la unidad de base como principio de la alianza obrera, campesina y popular, una unidad clasista que impulse un proyecto revolucionario capaz de derrocar a la mafia empotrada en el Poder.

La crisis general irá empeorando. El Brasil está en una situación calamitosa en todos los términos, incluido el económico. Y la situación brasileña, además de tener directa relación con buena parte de nuestra economía, no es aislada. En toda la región y el mundo la situación está terrible. Los países que mejor están enfrentando la crisis son los que tienen en sus gobiernos proyectos de transición al socialismo, como Cuba, Vietnam y China.

El capitalismo no tiene condiciones para superar esta crisis. Y el gobierno de Mario Abdo es su expresión más putrefacta.

¿Existe atajo? La realidad nos muestra que las crisis permiten el aceleramiento de conciencia en el proceso de unidad de la alianza obrera, campesina y popular desde abajo, desde los lugares de trabajo, los barrios, las chacras. Esta crisis sanitaria no es la excepción. La experiencia unitaria y práctica en la pelea por nuestros puestos de trabajo, en la defensa de nuestras tierras y en la recuperación de lo que nos corresponde, en la organización solidaria de ollas populares, en las iniciativas de debate e intercambio en torno a lo que necesitamos en salud y educación para hacer frente a nuestros problemas, son experiencias de Poder Popular que debemos orientar políticamente hacia un proyecto nacional, constituyen una significativa herramienta que debemos volverla revolucionaria, es decir, impulsora de cambios radicales, de cambios de raíz. Desde el Partido Comunista estamos luchando para eso, trabajando por la memoria, en la identificación de los problemas y de los responsables de esta crisis, así como accionando en lo que necesitamos para superarla.

*Imagen de inicio: Caricatura de Ángel Boligán.

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