Editorial, 27 de abril del 2020
El pasado 22 de abril se cumplieron 150 años del nacimiento del revolucionario Vladimir Lenin, gran militante y dirigente que encabezó la revolución bolchevique en Rusia durante el año 1917, abriendo una nueva época en la historia de la humanidad, con la experiencia del primer Estado Obrero, la planificación central de la economía y la propiedad social de los medios de producción, garantizando tierra a campesinos, igualando y elevando la educación y la salud para toda la población, resolviendo la activa participación de las mujeres en la producción económica y en la dirección política del proceso, además de muchos otros logros.
Las y los comunistas le rendimos homenaje a Lenin en un momento muy especial para todo el mundo: estamos viviendo una pandemia que agudizó dramáticamente la crisis del modo de producción capitalista, mostrando la debilidad de casi todos los países a la hora de enfrentar enfermedades con altísimo riesgo de contagio.
En el Paraguay, la primera lección de la cuarentena es que la organización social funciona como la principal medicina ante un Estado dirigido por la mafia y los intereses del capital de potencias mundiales como los EEUU. Son los barrios de la clase trabajadora, los sindicatos, las organizaciones populares y campesinas, las que mejor han reaccionado en esta crisis, logrando resolver las necesidades de la gente, apelando a la solidaridad para cubrir alimentación y otras carencias.
Esta primera lección es linda y comprometedora. Al tiempo de mostrarse como poderosa arma contra la explotación, las exclusiones y las crisis, nos compromete ante el futuro, porque la organización social de las mayorías trabajadoras necesita desarrollar una fuerza política que se anime a expresar su poder y su capacidad para proyectar y construir un país justo donde, por ejemplo, así como Lenin y el Partido Bolchevique en Rusia, se logre salud y educación gratuitas, extendidas para toda la población y además de calidad, para garantizar que las capacidades de todas y todos puedan mostrarse y crecer libremente. Un país donde las mujeres y la juventud trabajadora tengan protagonismo en la producción de bienes y servicios, como también en la dirección política y cultural. Construir un Paraguay con fuerte inversión en investigación científica al servicio de las necesidades de sus habitantes. Garantizar el funcionamiento de una sociedad que cuide a la niñez y a la vejez de manera prioritaria, expresando así un proyecto integral que se haga cargo de las necesidades y de las capacidades para superar las carencias y mejorar nuestra forma de vivir y de relacionarnos en paz y con felicidad.
Y para lograr un país de esas características, las mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo están desarrollando una nueva y aleccionadora experiencia en esta pandemia. El siguiente paso es fortalecer el debate e intercambio entre trabajadoras y trabajadores, para valorar nuestras experiencias y demostrarnos que somos capaces de desarrollar una fuerza política propia, que se anteponga a los injustos e inmorales intereses de las patronales, y logre extender la identidad del proyecto de cambio a los demás sectores del pueblo paraguayo que están perjudicados por este orden criminal impuesto por la clase explotadora.
La segunda lección que nos da la cuarentena es la comprobación de la indiferencia y la defensa de sus privilegios -antes que nada- por parte de los millonarios. Esta expresión del poder que los millonarios tienen se puede ver y sentir en el Estado que tenemos, en sus sistemas de salud y educación, en su cobertura de seguridad social para la clase trabajadora, en las ventajas para empresarios, banqueros, terratenientes, ganaderos, en la impunidad de la corrupción tanto en el sector público como en el privado, pues ambos sectores están dominados por la clase millonaria.
Esta mezquindad se pronuncia en un Estado que promueve servicios de seguridad, salud y educación a quienes tienen el dinero para pagar, abandonando a la gente de acuerdo a su capacidad de comprar o no. También se muestra en la manera de proceder de las patronales, dejando de pagar lo que corresponde a trabajadoras y trabajadores, no pagando horas extras, trabajo nocturno, seguro médico, jubilación, aguinaldo, o pagando a mujeres menos que a los hombres, explotando mucho más a jóvenes, evadiendo el pago de impuestos, coimeando a funcionarios públicos y a politiqueros para obtener privilegios, estimulando a la policía y a los militares para que maltrate y criminalice a los pobres, mientras los ricos hacen lo que quieren.
En esta pandemia lo que más se escuchó son denuncias de despidos, no pagos de salarios ni de horas extras, explotación de más de 12 horas, exposición al contagio de trabajadores sin medidas sanitarias, maltratos y represalias a quienes se animaron a realizar las denuncias de injusticia, todo esto como expresión de la forma en que dirigen la producción del país estos explotadores.
También se escuchó el maltrato a la clase trabajadora, a la población empobrecida, por parte de la policía y los militares, agrediendo, humillando, coimeando, haciendo abuso de poder contra los más vulnerables.
Y por supuesto que también vimos y escuchamos los negociados del gobierno del fraude, mostrando lo miserable que son sus dirigentes, sus politiqueros, aprovechando la crisis para robar más todavía, buscando sacar beneficios de la situación, sacando grandes ganancias de la emergencia sanitaria, frente a un pueblo trabajador que se debate entre el hambre, el virus y la muerte.
Así, la miseria de la clase explotadora parece no tener límites, cuando en este contexto de crisis, plantean una rápida discusión sobre la reforma del Estado, buscando ajustarlo aún más en función a los intereses de la minoría explotadora, sin participación real de la mayoría trabajadora. En síntesis, quiere que este inservible Estado dominado por la mafia, se convierta en un inservible pero “moderno” Estado dominado por la mafia.
Estas dos lecciones son grandes y contienen muchísimas pequeñas lecciones en su interior. Nuestro Partido Comunista se enorgullece de la clase trabajadora, por la total entrega de su experiencia, su conocimiento, su solidaridad, su trabajo colectivo y su humanismo para enfrentar esta profunda crisis, y al mismo tiempo recuerda ese sentido de oportunidad, esa capacidad de analizar la situación concreta y de confiar en la capacidad de la clase trabajadora, como parte de las grandes virtudes que tuvo el camarada Lenin y que nos dejó como legado para continuar en la lucha por un mundo sin explotadores ni explotados.
A la explotación, a la corrupción, a la haraganería, a la indiferencia, a la represión orientada por las patronales desde su gobierno del fraude, le oponemos la fuerza aleccionadora de la clase trabajadora organizada, solidaria, honesta, creativa, sacrificada, valiente y justa.
*Foto de inicio: Meriendas populares del Bañado Sur, realizadas por pobladoras apoyadas por otras organizaciones barriales con aportes solidarios. Extraída del perfil de Facebook Ollas Populares Solidarias. Bañado Sur.
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