Mundo | Por I. M. Isasi


En una medida de último minuto de la administración Biden, la Casa Blanca anunció el pasado 14 de enero la retirada de Cuba de la lista de países que considera “patrocinadores del terrorismo”. La designación se dio justo antes de finalizar el periodo presidencial de Trump, en enero de 2021. 

La corrección de esta postura llega de forma bastante tardía, ya que estuvo en rigor durante los cuatro años de mandato de Biden y, nuevamente, se da días antes del traspaso de gobierno.

En todo este periodo, el pueblo revolucionario cubano, en primer lugar, con el respaldo y la solidaridad internacionalista de un gran número de gobiernos, organizaciones, militantes, activistas y referentes sociales y políticos de diversas latitudes, emprendió una intensa y ejemplar campaña contra esta absurda designación por parte de la mayor potencia imperialista y belicista del mundo.

“A pesar de su carácter limitado, se trata de una decisión en la dirección correcta y en línea con el sostenido y firme reclamo del gobierno y el pueblo de Cuba, y con el llamado amplio, enfático y reiterado de numerosos gobiernos, en especial de América Latina y el Caribe, de cubanos residentes en el exterior, de organizaciones políticas, religiosas y sociales, y de numerosas figuras políticas de Estados Unidos y de otros países. El gobierno de Cuba agradece a todos por su contribución y sensibilidad”, expresó el Ministerio de Relaciones Exteriores cubano en un comunicado.

Sumada al criminal bloqueo y al gran número de sanciones impuestas a la isla, la etiqueta de “terrorista” es utilizada arbitrariamente en contra de aquellos Estados que no se someten completamente y que, en mayor o menor medida, hacen frente a la predominancia sociopolítica a nivel global de los EE. UU. Otros países que actualmente son considerados “patrocinadores del terrorismo” por el Departamento de Estado son Irán, Siria y la República Popular Democrática de Corea, lo cual se expresa en una serie de sanciones, restricciones comerciales y financieras para los mismos.

La exclusión de la infame lista está acompañada de la suspensión de algunas medidas específicas que asfixian el desarrollo y las condiciones de vida de la isla, tales como la cláusula III de la ley Helms-Burton, promulgada en 1996 para reforzar el bloqueo. Dicha cláusula permitía a ciudadanos estadounidenses reclamar una compensación al Estado Cubano por las propiedades nacionalizadas por la Revolución Cubana.

Anteriormente, esta cláusula estuvo suspendida por un largo periodo, pero volvió a entrar en vigencia en 2019 durante el gobierno de Trump, lo que significó un aumento en el número de demandas desde tribunales estadounidenses contra empresas internacionales que realizan actividades comerciales en Cuba, desalentando su operación en la isla.

Asimismo, se levanta la restricción a una serie de entidades cubanas que tenían el impedimento para realizar transacciones financieras con ciudadanos e instituciones estadounidenses. Esta lista estuvo vigente desde el 2017, también durante el gobierno de Trump, afectando a decenas de hoteles cubanos, lo que ha perjudicado enormemente al turismo, una de las mayores fuentes de divisas de la economía cubana.

Resolución firmada por Biden – BNO News1

La toma de poder de Donald Trump este 20 de enero genera una gran incertidumbre acerca de la perdurabilidad de estas disposiciones, debido a que desde los primeros días de su gobierno, se revirtió el proceso de deshielo diplomático con Cuba, e impulsó y recrudeció una serie de imposiciones que afectan a la isla, particularmente las modificadas en esta ocasión.

Otro factor a tener en cuenta es la afinidad con la que cuenta el presidente electo por parte de los expatriados reaccionarios y de extrema derecha que cobardemente atacan y vilipendian al proceso revolucionario cubano. El principal exponente de esta ligazón es el gusano Marco Rubio, designado Secretario de Estado, quien, desde este cargo,puede volver a asignar fácilmente la categoría de “terroristas”, tan solo unas horas después de la asunción de Trump.

El descaro con el que Washington habla de terrorismo no tiene limites, puesto que durante distintos periodos de gobierno ha brindado apoyo logístico e intelectual a varios intentos de la reacción gusana por tumbar la Revolución mediante el uso del terror hacia la población civil, y ni qué decir de intervenciones directas de la CIA y otras instituciones. La destrucción del vuelo 455 de Cubana de Aviación o la invasión de Playa Girón son solo algunos ejemplos.

Es por este trasfondo que son alarmantes las declaraciones abiertamente expansionistas que el futuro presidente dio en las últimas semanas, haciendo claras sus intenciones de presionar económicamente a Canadá para constituirse en un estado más de los EE. UU. y al no descartar el uso de la fuerza para anexionar Groenlandia y el Canal de Panamá.

Así también, el hecho de hacer este anuncio a menos de una semana del traspaso del Ejecutivo, es algo no menos importante que hace que uno pueda considerar esta postura como meramente simbólica. No hay ninguna garantía de que se mantengan estas decisiones.

Ante esta situación, la tarea y el compromiso de todo revolucionario es permanecer alerta de todas las formas que estén a nuestro alcance: ante cualquier intento de avance del imperialismo, generando conciencia y luchando contra el bloqueo económico y las sanciones que siguen imperando. Debemos apoyar la autodeterminación del pueblo cubano para que este desarrolle su proceso revolucionario de forma soberana y autónoma.


Nota

  1. Traducción del documento

    Certificación de la Rescisión de la Designación de Cuba como un Estado Patrocinador del Terrorismo

    De conformidad con la Constitución y las leyes de los Estados Unidos, y en consistencia con las secciones 1754(c) y 1768(c) de la Ley de Autorización de Defensa Nacional para el Año Fiscal 2019 (50 U.S.C. 4813(c) y 4826(c)), por la presente certifico, con respecto a la decisión de rescisión del 12 de enero de 2021, en relación con Cuba, que:

    (i) El Gobierno de Cuba no ha brindado ningún apoyo al terrorismo internacional durante los últimos 6 meses; y

    (ii) El Gobierno de Cuba ha proporcionado garantías de que no apoyará actos de terrorismo internacional en el futuro.

    Esta certificación también cumplirá con las disposiciones de la sección 620A(c)(2) de la Ley de Asistencia Exterior de 1961 (22 U.S.C. 2371(c)(2)), la sección 40(f)(1)(B) de la Ley de Control de Exportación de Armas, Ley Pública 90-629, según enmienda (22 U.S.C. 2780(f)(1)(B)), y, en la medida aplicable, la sección 6(j)(4)(B) de la Ley de Administración de Exportaciones de 1979, Ley Pública 96-72, según enmienda (50 U.S.C. App. 2405(j)), y continuada en vigor por la Orden Ejecutiva 13222 de 17 de agosto de 2001.

    LA CASA BLANCA,
    14 de enero de 2025.

    JOSEPH R. BIDEN JR.
    ↩︎