Editorial del 25 de septiembre de 2024


Es insostenible que el 70% de las trabajadoras y los trabajadores en el Paraguay no tengamos estabilidad laboral, seguridad social, pago de horas extras, pago adicional por trabajo nocturno o en días feriados, jubilación. Y entonces tengamos que resolver los problemas de salud en hospitales públicos que no tienen medicamentos ni las condiciones para tratar varias enfermedades, además de estar colapsados porque no dan abasto. O endeudarnos, perder nuestros ahorros para costear tratamientos en hospitales privados. 

Esta realidad la sufrimos la mayoría trabajadora en el campo y en la ciudad, incluyendo la total desprotección a pequeños productores de alimentos que no tienen proyección por parte de este stronismo recargado liderado por la narcomafia y su líder Horacio Cartes.

Y es esta la realidad que debe movilizar la inteligencia y la acción de la dirigencia sindical en estos momentos, de cara a la movilización del próximo 11 de octubre, por consciencia y solidaridad idealmente, pero también porque la informalidad afecta o afectará directamente en los bolsillos de los pocos trabajadores formales que aún tienen estabilidad laboral, jubilación y algunos otros derechos.

La lógica superindividualista, competitiva y consumista construida por la cultura capitalista, muchas veces, nos impide entender que el “sálvese quien pueda”, el “todos contra todos”, el “cada uno para sí” favorecen una dominación de las patronales, educándonos para ser igual de angurrientos, desleales, mezquinos, corruptos e inescrupulosos como ellos.

Esta comprensión es de vital importancia, sobre todo para la dirigencia sindical y política: para defender las jubilaciones y pensiones, el derecho a huelga y la libertad sindical, la estabilidad laboral, el contrato colectivo y otros derechos, la única salida es involucrar, motivar, acercar a esa gran mayoría trabajadora que no tiene ningún derecho ni protección, para que entienda la necesaria e ineludible unidad que necesitamos para enfrentar esta inmisericorde ofensiva de las patronales para igualarnos, o sea, hacernos iguales en vulnerabilidad, iguales en inseguridad, iguales y sin derechos.

Como clase trabajadora, estamos padeciendo deudas porque los salarios no alcanzan, no llegan a fin de mes. Nos endeudamos para alimentarnos y alimentar a nuestras familias. Y este tipo de deudas para consumo son insostenibles en el tiempo.

La propuesta del stronismo cartista, con su títere Peña, es igualarnos por abajo y meternos en una competencia salvaje, violenta, entre nosotros, entre trabajadoras y trabajadores, educándonos en esa lógica hiperindividualista, consumista, competitiva y cruel, sin escrúpulos. Esta propuesta nos enferma, divide y mata día a día. La inseguridad que tenemos trabajadoras y trabajadores es enorme. Y, con certeza, no vendrán salidas positivas desde las patronales multimillonarias, explotadoras y corruptas.

Luchar por nuestros derechos nos obliga a involucrar a esa mayoría desprotegida a la que las patronales utilizan y quieren seguir utilizando para igualarnos por abajo. 

Unir a toda la clase trabajadora para igualar por arriba, con plenos derechos, es la consigna.