Editorial del 14 de agosto del 2024

Lea Giménez renunció. La Jefa de Gabinete que dio la cara y se comprometió con diversos sectores sociales abandona su labor. A días de cumplirse un año desde que asumió Peña (o mejor dicho, retomó Cartes) como Presidente, las expectativas que alguna parte de la población se hizo respecto a la consigna “vamos a estar mejor” se están debilitando a ritmo acelerado.

Como los gobiernos, por lo menos desde 1870 en adelante, han sido en general malos para el pueblo trabajador, porque siempre priorizaron los intereses de las minoritarias familias millonarias antes que los de las mayorías trabajadoras, la comprensión que habita en las mentes y los corazones de millones de personas es que los políticos son todos corruptos y que así nomás luego siempre fue y siempre será, por lo que cada uno debe arreglarse para sobrevivir como pueda.

Por eso es que fácilmente nos resignamos y pensamos que esta situación nunca cambiará. Y para darle más fuerza a esa resignación, estos gobernantes y la mayoría de los politiqueros siguen mintiendo, con discursos en defensa del pueblo, de nuestro país, del bien común, cuando en realidad se aprovechan de los cargos públicos para hacer negocios y enriquecer sus bolsillos.

Horacio Cartes y toda su camarilla de delincuentes encabezan el ranking de cínicos. Mienten descaradamente y sin ningún remordimiento. No hay más puestos de trabajo, no mejoró la seguridad ni el transporte público. La salud ha empeorado. La nueva ley para adultos mayores también apunta a ser un maquillaje engañoso. La depredación a gran escala de bosques continúa con total impunidad. El programa “hambre cero” es una estafa. Existe una crisis alimentaria de grandes proporciones, con una criminal indiferencia del gobierno que, a ocho meses de iniciarse el año, no ha entregado alimentos a las ollas populares, alimentos que por ley está obligado a proveer. En este marco y sin política para la agricultura familiar, en el campo el campesinado y los pueblos indígenas se debaten entre el hambre, las enfermedades y la muerte, siendo despojados y expulsados de sus tierras y territorios.

Los avances que existen son producto de la autogestión del pueblo trabajador, que reclama, lucha y genera soluciones colectivas. Lamentablemente, cuesta sostener las movilizaciones. Desde que asumió Peña la clase trabajadora se movilizó, igual que el estudiantado, el campesinado, los pueblos indígenas, trabajadoras y trabajadores de la cultura, contra un proyecto totalmente excluyente para con las mayorías y exclusivo para millonarios empresarios, banqueros y terratenientes. De ellos solo podemos esperar mentiras, explotación, humillación, violencia, robo, mala educación, indiferencia ante nuestros problemas de salud y exclusión, entre otros males. 

A un año de asumir este nuevo (pero en realidad viejo, porque es más de lo mismo) gobierno, es de vital importancia que como mayorías trabajadoras de la ciudad y del campo, saquemos lecciones, aprendamos de la experiencia y entendamos que solo la unidad de nuestra clase, con independencia, organización, planificación y lucha, podrá generar un nuevo escenario en donde el poder de las mayorías se imponga sobre las minorías.

En estos días, ante nuestra debilidad como pueblo trabajador, algunas personas volvieron a depositar sus esperanzas en la extradición de Cartes a los EE. UU. Entendemos la impotencia, el hartazgo de la gente y el daño que Cartes como explotador, corrupto y criminal, nos ha venido generando. Pero esperar de nuestro mayor enemigo una solución es muy iluso e ingenuo. EE. UU., desde hace décadas, se convirtió en la mayor potencia criminal, terrorista y genocida de la historia de la humanidad.

Las patronales norteamericanas, a través de sus gobiernos, han dominado el mundo promoviendo el individualismo, la corrupción, la proliferación de todo tipo de vicios, la guerra, la explotación de seres humanos y de la naturaleza, además de la exclusión de millones de personas. Y, para maquillar su verdadero rostro, han copado las pantallas de televisión y de todos los medios de comunicación con Hollywood y toda su industria cultural. De hecho, Cartes y gran parte de los bandidos y la narcomafia que operó y opera en nuestro país, han sido apadrinados por EE. UU., rey del cinismo y la mentira. Así como Stroessner, cuando ya no les sirven, dejan de ser “SUS” bandidos para ser “LOS” bandidos.

Nos queda confiar en nuestras fuerzas como clase mayoritaria, insistir en el encuentro, en la unidad, en probarnos dando pasos en favor de las luchas para defender nuestros derechos, y así avanzar hacia formas de organización más sólidas que nos permitan ser conscientes de nuestro total protagonismo en la producción de bienes y servicios, para entonces lograr el necesario e ineludible protagonismo político que nos merecemos, para construir una nueva sociedad justa, incluyente, solidaria, sana y feliz.