Memoria del Futuro | Por Majo Ramos
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno
Gabriel Celaya
Carmen Soler nació el 4 de agosto de 1924 en la ciudad de Asunción. Fue hija de don Miguel Ángel Soler y doña Carmen Canale, y miembro de una familia que mantuvo siempre un fuerte compromiso con la vida política y social del país.
Carmen tuvo varias profesiones, fue maestra bilingüe, periodista, poeta; su vida estuvo ligada al arte tanto con la producción literaria como con la pintura.
Su profesión de docente rural en el Chaco paraguayo, desde muy joven, le permitió conocer la violenta realidad en la que vivían los obreros y campesinos paraguayos, los problemas de la tierra que les afectaban tanto a ellos como a los pueblos indígenas, quienes sufrían también la explotación laboral, desplazamientos y sobre todo la exclusión escolar.
Carmen Soler fue también comunista, una activa militante del Partido Comunista Paraguayo, el cual integró desde el año 1954; asimismo, fue miembro y fundadora de diferentes organizaciones y movimientos antifascistas y a favor de los derechos humanos. En 1946, participó de la fundación de la Unión Democrática de Mujeres (UDM) junto a Lilia Freis y Esther Ballestrino (quien 30 años después, en Buenos Aires, sería fundadora de “Madres de Plaza de Mayo”, luego secuestrada y desaparecida por la dictadura argentina).
Tras la revolución del 47, en la que tuvo una activa participación, Carmen y su familia, así como otros tantos militantes políticos, tuvieron que refugiarse en el exilio, en la Argentina, en donde viviría seis años con su pequeña hija María Eugenia Aponte Soler, Matena, y su esposo Quiná Aponte. En el paisaje de la Patagonia argentina nacerían los primeros versos de la poeta. A partir de 1953, empezarían a publicarse sus poemas en revistas argentinas y alemanas. Así también, en esos años, escribiría notas periodísticas y daría conferencias sobre la cultura y la literatura paraguaya.
Cuando Carmen vuelve a Paraguay en 1954, ya el dictador Alfredo Stroessner estaba al frente del gobierno paraguayo. Estos primeros poemas que ella venía escribiendo y reuniendo en un cuaderno de poesía le son arrebatados por la policía stronista cuando en julio de 1955 llegaron a su casa y en una intervención arbitraria la arrestaron por primera vez. El motivo fue que Carmen formaba parte de la Cruzada Paraguaya contra la Bomba Atómica, que presidía su padre. Como aporte a la campaña internacional de firmas contra la bomba atómica y por la paz mundial, junto al poeta Leopoldo Franco, Carmen tradujo al guaraní el poema La niña muerta (Mitá angüé), del poeta turco Nazim Hikmet. Fue acusada de subversiva y de escribir poesía “de fondo comunista”, como señala su ficha de detención. En la cárcel de mujeres del Buen Pastor donde fue recluida escribe uno de sus poemas más conocidos: Alas y cadenas.
Oídme. Yo he visto.
Hay sangre en las espigas
y sangre en los terrones,
y las heridas
están llenas de tierra y llenas
de granos que germinan.
.
He visto
huellas de botas que han pasado
quebrando los maizales
y voces prohibidas arengando
rebeldes mandiocales.
.
He visto
el espadín del coco erguirse airado
buscando quien lo esgrima,
y manos tendidas en su busca
sangrando en las espinas.
.
He visto
romperse el surco henchido
de fuerzas potenciales,
con temblores que llegan desbocados
desde los quebrachales.
.
He visto
el furor del viento redoblando
sus iras con sus penas.
Y oídme
la tierra está forjando
sus alas sin cadenas.
Asunción, Cárcel de Mujeres, 1955
Como se puede apreciar, este poema tiene ya los elementos que caracterizan la poesía de Carmen Soler: una poesía que retrata su esperanza en el pueblo, en el cambio y la transformación social, una poesía que rescata el valor y la resistencia del campesinado y toma símbolos del ambiente campesino como la tierra, los granos, los mandiocales y maizales, los quebrachales, a los cuales suma dos imágenes poderosas: el viento y las alas, sobre todo las alas, símbolo que permite representar una esperanza transformadora en contraparte con las cadenas, la sangre y las heridas, de las cuales, sin embargo, Carmen nos dice que germinan los granos. Este poema, situado en el contexto político de aquellos años, me parece una razón válida para los tiranos para temer a la poesía y querer silenciar la voz de una poeta con la potencia de Carmen Soler. Sabemos que la literatura y los totalitarismos nunca se han llevado bien, incluso hoy vemos cómo la poesía comprometida logra al menos incomodar a quienes ejercen el poder, de lo cual se trata justamente el tipo de poesía que escribió Carmen.
Tras recuperar su libertad, Carmen es deportada a Clorinda. En 1956 se divorció de su primer esposo y fue a vivir a Concepción, en donde trabajó por un tiempo en la estancia de su madre. En 1957, en Argentina, se casó con su camarada, el abogado y militante comunista Luis Casabianca, quien pasó a ser su compañero de lucha y resistencia por el resto de su vida. En esos años inician las incontables entradas clandestinas y salidas forzadas de nuestro país, luchando a través del periodismo y distintas acciones contra el régimen stronista. También en la Argentina formó parte de distintas organizaciones a favor de los derechos humanos y la defensa de la libertad y la vida.
Aquel año de su primera detención, 1955, marca el inicio de su inacabable lucha por denunciar la tiranía de Stroessner que enlutó al país durante 35 años, en los cuales, sin embargo, a pesar de los encarcelamientos, las torturas, del exilio tan largo y desolador, a pesar la muerte de sus amistades, a pesar del horror y del llanto, de estar tantos años en la tempestad, Carmen nunca dejaría de escribir y dar con su poesía voz al pueblo empobrecido, desposeído y explotado no solo por las prácticas represivas del régimen stronista, sino también por el hambre, el robo de tierras campesinas y la explotación capitalista.
Cuando hablamos de Carmen Soler y su obra poética es imposible ignorar estas realidades, porque su poesía se trata del reflejo de una fuerza revolucionaria y defensora de los ideales más sinceros en favor de los derechos de todas las personas, pero especialmente de la clase trabajadora, a la cual Carmen defendió, reivindicó y por la que luchó desde distintos espacios, ya como militante política, ya como maestra rural, ya como artista.
Nuestro Premio Cervantes, Augusto Roa Bastos, dice de Carmen Soler: “Ubicada en la línea social y popular inaugurada por Julio Correa, Carmen Soler representa por primera vez en la poesía paraguaya la irrupción de la mujer como poeta de combate. En sus poemas breves pero intensos, casi todos ellos en el ritmo del romance, se combinan el acento popular con una rigurosa intuición poética, acaso bajo la influencia del cubano Nicolás Guillén, con quien se muestra emparentada espiritual e ideológicamente, más que formalmente”. (Revista Universidad, N° 44, Santa Fe, UNL, 1960)1
Noelia Cuenca, licenciada en Letras e investigadora de la vida y obra de Carmen Soler, nos dice que la poesía de Carmen posee una característica peculiar dentro de la literatura paraguaya moderna: su obra es la expresión lírica de su propia acción revolucionaria en tiempos de terrorismo de Estado2. Por esta razón, es imposible comprender la obra de Carmen Soler desligándola del contexto histórico-político en que se produjo.
Traspasada por las vivencias de su país, sumido en injusticias sociales, persecuciones políticas e ideológicas, Carmen eligió y decidió hacer de su poesía no solo un retrato histórico de su pueblo y de todos los pueblos que sufrían injusticias en esa época, sino que, habiendo tomado acción directa con su militancia política, la poeta determinó también que su poesía reivindique la rebeldía, la lucha revolucionaria de clases, la resistencia de los que luchaban con ella, aquí y en cualquier parte del mundo. Roa Bastos, de hecho, la llama “poeta de combate”. ¿Y qué es la poesía de combate?
Jorge Villeda expresa que este tipo de poesía busca “la reivindicación de las clases sociales mediante la propagación de una ideología contestataria contra los regímenes y la lucha armada como metodología de transición”3. Esto nos permite entender que la poesía de combate no solo denuncia las injusticias sociales, las opresiones y explotación del ser humano, sino que proclama una ideología para combatirlas, desea infundir en el ánimo de sus lectores un espíritu rebelde con convicción para levantarse contra sus opresores o para seguir haciéndolo. En esta línea se encuentran otros poetas influyentes en la poesía de Carmen Soler: Roque Dalton, Nicolás Guillén, Ernesto Cardenal, Miguel Hernández.
Volviendo a Noelia Cuenca, ella define a Carmen como la poeta paraguaya de la praxis: “Su posicionamiento ético y estético fue explícito. Para ella era inadmisible convertir a la poesía en instrumento de la clase opresora. Su estilo literario buscaba un impacto inmediato como asimilación de una urgencia histórica y revolucionaria”4. Esta intención se expresa directamente en varios poemas, entre ellos Máscaras y rostros en el arte o Palabras mías, en los cuales también la poeta critica la poesía vacía, desligada de la realidad de su tiempo.
Permitidme,
yo tengo mis palabras
con dolor encarnadas
como otros las tienen
de vestidos,
y no puedo a gusto vuestro
modelarme.
No puedo ser “suave y femenina”
si eso significa
hablar de vaguedades
o solo de amor y de paisajes.
Lamento molestaros
pero con vuestro permiso
seguiré diciendo
explotan a los pobres,
torturan a mi hermano,
los niños tienen hambre.
Diréis
no es poesía.
Será o no será.
¡Qué voy a hacerle!
Palabras mías (fragmento)
Consciente de que su literatura incomodaba no solo a los que ejercían el poder, sino también a quienes optaban por el silencio o por crear un arte menos “arriesgado”, Carmen les señala que seguirá con esta poesía simple, directa, realista y de la cual no temía que fuera o no considerada poesía. Estos versos son la expresión de que su arte tenía una finalidad mucho más profunda que la estética del lenguaje.
Los poemas de Carmen Soler se publicaron en diferentes libros que paso a citar:
Poemas, 1970, primer libro editado en Montevideo. En la Tempestad, 1986, armado por la poeta, pero publicado ya después de su muerte. La alondra herida, 1995, editado por su hija Matena Aponte Soler con ilustraciones de Olga Blinder. Poesías reunidas, 2011, perteneciente a una colección de la mujer paraguaya en el bicentenario, editada por el profesor Miguel Ángel Fernández. Antología poética, también editado por su hija Matena y publicado en el 2016. En estos libros hay poemas que denuncian los secuestros de sus camaradas, nombrándolos directamente, en una urgencia de plasmar sus nombres para que no se olviden, e interrogando a la sociedad por la elección del silencio en contraste con sus gritos y su rabia ante las injusticias, los arrestos y torturas de sus compañeros y compañeras, lo cual se plasma en poemas como Sala de torturas, Calabozo de castigo, Sin límites y otros. Así también, poemas en los que reivindica la lucha, la rebeldía y atraviesa de energía el espíritu de sus lectores. Se destacan algunos poemas como Alguien canta, Implacablemente, Algo queda, y el citado anteriormente, Alas y cadenas.
Otra constante, identificada por Noelia Cuenca en la poesía de Carmen Soler, es un feminismo de corte socialista que, sobre todo, reluce en el poema Penas encimadas. En este poema se expone la doble opresión sufrida por las mujeres de la clase trabajadora, denunciando explícitamente a una sociedad machista e hipócrita que las festeja con heroísmo solo en el papel, mientras en el día a día la mujer vive desamparada sufriendo hambre y criando sola a sus hijos. Resaltó en varios poemas a la mujer trabajadora, a la mujer del campo, del mercado, a la madre que ha perdido hijos, a la mujer que ha perdido a su compañero, desaparecido o asesinado por la policía stronista. La alojera, La empenada, La obrerita son algunos de estos poemas.
También hay textos en los que se expresan las reflexiones metaliterarias de Carmen y sus críticas al arte vacío, como en La alondra herida, Palabras y Más palabras mías.
Como expresa el profesor Miguel Ángel Fernández: “los textos poéticos de Carmen Soler no nacieron de gabinetes cerrados a luz de la vida, sino en las trincheras de la lucha revolucionaria. (…) Su temática es amplia y caben en ella expresiones ligadas profundamente a su pasión por el pueblo”5.
Podría nombrar una extensa lista de poemas, caracterizarlos temáticamente y nombrar sus símbolos, su fuerza, sus sentidos, pero voy a lo concreto, confiada en que cada lector y lectora llegará a ellos, motivados por la sed de una poesía combativa. Pensando principalmente en quienes aún no han descubierto la poesía de Carmen Soler, pero también en quienes en el contexto de su centenario de nacimiento abrirán nuevamente las páginas de alguno de sus libros, dejo el amable recordatorio o la atrevida recomendación de que se acerquen a su obra con esta idea: en esa voz disruptiva y revolucionaria que representa la poesía de Carmen hay rabia y dolor, pero —sobre todo— hay una gran carga de esperanza y de pasión por luchar y defender la vida y la justicia. Hay un inmenso amor a la vida y una necesaria reivindicación de la dignidad humana, del derecho a vivir sin cadenas, en libertad. Pero una libertad real, no esa pseudolibertad que se nombra actualmente como algo que se puede lograr de forma individual y dentro del sistema capitalista, saboteando al otro, renegando de la naturaleza colectiva de esta palabra. La libertad que nombra la poética de Carmen Soler es esa que nos permitirá vivir por fuera de cualquier explotación y opresión, porque la lucha de Carmen no fue solo contra el stronismo y las opresiones de aquellos años en que vivió y resistió tiranías, sino que se trató de una guerra colectiva contra todo un modelo de vida que coarta a las personas, que nos somete al hambre y a la enfermedad, que nos impide el acceso a la salud, a la educación integral y de calidad, al trabajo digno y dignificante; un sistema que básicamente está robando nuestras vidas y que nos tiene fragmentados, perdidos en la acumulación de riquezas por parte de unos pocos que oprimen a las mayorías trabajadoras. Un sistema que, en pocas palabras, nos ha expropiado de nuestro derecho de vivir, de encontrarnos, de hallarnos.
La poesía de Carmen Soler se convierte en un arma de expresión de nuestros dolores e incomodidades, pero también de los ideales y las alegrías que nos empujan hacia adelante y que pueden movilizarnos para crear un futuro diferente para la clase obrera. Por eso hoy hablo de Carmen Soler como una poeta de combate, pero sobre todo como una poeta de la clase trabajadora.
Dejadme allí en las calles con la gente sencilla, que Juan, María y Pedro repitan mis canciones, las metan en las fábricas, las lleven al mercado, las manden al obraje. Dejad que las repitan ahora y mientras les sean necesarias6.
Carmen Soler no combatió en cualquier bando, ella eligió dar pelea —con su poesía, con sus pinturas, con su docencia, con su vida misma— a las expresiones del capitalismo de su tiempo. Ella eligió combatir del lado de la clase que ha sido sometida y que, sin embargo, será la que transformará todo el orden impuesto, a través de la revolución.
Pienso que ante los cien años de Carmen Soler deberíamos rescatar todo de esta poeta: su obra, su lucha, su persistencia, su rebeldía, su amor a la vida, un amor tan grande que hubiera preferido no vivirla si no lo hacía con dignidad.
En el contexto político y social en que hoy nos encontramos, con un genocidio de público conocimiento contra el pueblo palestino y contra los pueblos indígenas, con una opresión cada día más perversa hacia los trabajadores, con gobiernos reaccionarios en varias partes del mundo y la violencia sistemática que sufrimos diariamente, es tan urgente hoy como lo fue ayer para Carmen que sigamos dando voz a nuestras vivencias, a nuestro presente y a nuestro pasado, reivindicando la memoria, barriendo el olvido e impidiendo la glorificación de un pasado atroz, del cual podemos entender tanto a través del arte y de una literatura comprometida con las mayorías trabajadoras como lo es la poesía de Carmen Soler.
No hay nada más hermoso que morir luchando por una causa justa y la nuestra no solo es la más justa sino también la más bella, la más noble; el bien más preciado para la humanidad7.
Tomemos su legado y que nuestras vidas también queden escritas, literalmente o no, en la poesía de combate que es vivir defendiendo las causas que creemos justas.
1978. Carmen en Roma. Fotog. del archivo de Luis Casabianca.
Carmen Soler falleció en Buenos Aires, el 19 de noviembre de 1985, sin haber podido regresar a su tierra natal, pero dejando tras de sí una vida acertada de feroces luchas y el consuelo de sus palabras: Que morir no es el problema y sí vivir con acierto8.
- Cita publicada en la contratapa de La alondra herida, 1995. ↩︎
- Cuenca, Noelia. (2020). La Asunción Clandestina de Carmen Soler. Disponible en https://carmensolerpy.com/ ↩︎
- Villeda, Jorge. (2021). La poesía combativa en Centroamérica. Filosofía Catracha. Disponible en: https://acortar.link/dJIdNq ↩︎
- Cuenca, Noelia. (2020). La Asunción Clandestina de Carmen Soler. Disponible en: https://carmensolerpy.com/ ↩︎
- Fernández, Miguel Ángel. Prólogo de Poesías Reunidas, 2011. ↩︎
- Soler, Carmen. (2011). Poesías reunidas. Poema: Más palabras mías. ↩︎
- Fragmento de una carta de Carmen Soler enviada a su familia, escrita el 30 de abril de 1968, mientras permanecía en prisión domiciliaria en la casa de una de sus hermanas.
↩︎ - Soler, Carmen. (1995). La alondra herida. Poema: Calabozo de castigo. ↩︎
Todas las fuentes consultadas
Álvar, Arturo. (2022). Poesía social en México y América Latina. Disyuntivas, disertaciones e irrupciones. Variaciones. Disponible en: https://temayvariacionesdeliteratura.azc.uam.mx/index.php/rtv/article/viewFile/339/288
Brega, Jorge. (2012). Poesía social y revolucionaria del siglo XX. EA Editorial Agora: Buenos Aires.
Brega, Jorge. (2021). Carmen Soler, «poeta de combate». Revista La Marea. Disponible en: https://revistalamarea.com.ar/carmen-soler-poeta-de-combate/amp/
Cuenca, Noelia. (2020). La Asunción Clandestina de Carmen Soler. Disponible en: https://carmensolerpy.com/
Cuevas, Belén. (2022). Carmen Soler o el potencial político de la poesía. Revista Pausa. Última Hora. Diciembre, 2022. Disponible en: https://acortar.link/2R9owj
Jait, Alelí. (2009). Poesía y dictadura. Análisis del poema Cadáveres de Néstor Perlongher. Revista: Questión; vol. 1, no. 21. Disponible en: https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/32222
Martínez, Luis María. (1985). El trino soterrado. Paraguay: aproximación al itinerario de su poesía social. Tomo I. Disponible en: https://acortar.link/XWi4Lv
Soler, Carmen. (1995). La alondra herida. Asunción: Arandurã.
Soler, Carmen. (2011). Poesías reunidas. Asunción: Servilibro.
Villeda, Jorge. (2021). La poesía combativa en Centroamérica. Filosofía Catracha. Disponible en: https://acortar.link/dJIdNq
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