Por Luiz Brizuela

No faltan en redes sociales los legitimadores del genocidio del pueblo palestino que, sintiéndose muy críticos y de repente convirtiéndose en los mayores aliados de la lucha lgbt, critican a las personas de la diversidad por posicionarse en contra del Estado genocida de Israel. Levantan preguntas en el aire como “¿sabés lo que les hacen a los gays en Palestina?” y esperan que de repente estemos de acuerdo con la masacre, con el llanto de los niños sin padres, de los niños muertos, y con el proyecto sionista patrocinado por el imperialismo para exterminar al pueblo palestino. 

Si de verdad les importara la comunidad lgbt de Palestina, denunciarían los bombardeos, incendios, la demolición de casas y cultivos, masacre de familias, destrucción completa de escuelas, universidades y hospitales que sufre el pueblo palestino en manos del Estado de Israel. Pero no vemos a estos héroes del orgullo gay denunciando que el pueblo palestino sufra el rocío de fósforo blanco, empalamientos, y la tortura en campos de concentración.

Es la misma lógica de los liberales que cuestionan a las personas de la diversidad sexual que se suman a las filas del comunismo. Que si el che y Fidel mataban a los homosexuales, que si los campos de concentración, que si la Unión Soviética perseguía la homosexualidad…  Actúan como si la homofobia fuera un invento del comunismo, como si bajo este modo de producción capitalista las personas de la diversidad siempre hayan vivido en paz. Tiran titulares sin mencionar fuente alguna, como cuando lloran por las “más de 3 millones personas matadas por el comunismo”.

Desde el comunismo se practica la herramienta de la crítica y de la autocrítica, y no es una excepción en cuanto al debate de las cuestiones de género y diversidad. Un ejemplo del resultado de la autocrítica revolucionaria en relación a las prácticas homofóbicas, es Fidel Castro (1) reconociendo el error en la persecución de homosexuales durante la revolución cubana, también tenemos el extenso análisis que hace el Partido Comunista Revolucionario de Estados Unidos sobre la cuestión lgbt, donde reconocen su error en haber considerado a la homosexualidad como una práctica burguesa destinada a la desaparición. (2) Una de las observaciones más interesantes de dicho material se da cuando explican la causa de esperar tanto tiempo para posicionarse en cuanto a la cuestión lgbt: merecía un profundo debate.

Esto quiere decir que, desde una práctica comunista honesta, aunque se atiendan con detalle los escenarios coyunturales, no deberíamos fluir con el oportunismo o las consignas que estén de moda, sino analizar con cuidado y seriedad nuestras prácticas, la lucha de clases y la realidad.

Eso es tomarse en serio a las personas de la diversidad sexual: reconocer nuestra participación en la lgbtqfobia, y a partir de dicho análisis combatir las formas específicas en que el capital discrimina y explota a los cuerpos de la diversidad sexual, no limitarse a colocarse pines, pintarse las uñas y esparcirse purpurina por la cara para declararse un aliado, mientras en la práctica real no se demuestra ni la autocrítica suficiente, ni la crítica necesaria al capital.

Declararse en contra de la discriminación sexual en el modo de producción capitalista sin criticar el modo de vivir en que estamos sometidos, es insuficiente. Esta afirmación se tergiversa para decir que postergamos las necesidades de la comunidad lgbt, pero en realidad, se trata de buscar la coherencia en nuestra lucha, porque achicar tanto el horizonte de la lucha lgbt lleva a problemas reales para las personas de la diversidad sexual:

  • La superficialidad del debate permite que referentes políticos que han demostrado desde su poder posturas en contra de los derechos de las personas lgbt, pueden cambiarse de vereda sin ninguna necesidad de realizar una autocrítica seria, como Hillary Clinton que fue considerada durante las elecciones de 2016 de los Estados Unidos como una clara aliada para el movimiento lgbt (3)
  • Limitar los objetivos de la lucha lgbt a la “liberación sexual”, matrimonio igualitario y otros, permite que el capital desarrolle la subjetibidad de las personas lgbt como consumidores específicos, y por lo tanto también permite operar ideológicamente para generar fantasías en el movimiento lgbt que van acorde a la ideología enemiga y que fomentan la individualidad, el consumismo y la superficialidad de nuestras vidas. Como Rupaul diciendo que solo el hecho de caminar en tacones siendo hombre es un acto político, y a mí me gustaría que le digan eso en la cara a las mujeres trans sometidas a la prostitución y el despojo de sus hogares en todo el mundo, me gustaría que le expliquen qué tiene de acto político en sus vidas que alguien pueda ponerse una peluca en una discoteca de los Estados Unidos.
  • Como otro problema que surge de achicar el horizonte de la lucha lgbt, también tenemos la falta de memoria colectiva. Los desfiles dejan de ser marchas políticas, hasta llegar a invitar al embajador de Estados Unidos en Paraguay marchando en la marcha de los 108 sin que ninguna otra organización política además del partido comunista haya señalado esa contradicción tan descarada. (4) Dicho acto se trató de nada más y nada menos que el representante del mismo imperialismo estadounidense que sostuvo en nuestro continente las dictaduras del Plan Cóndor, que sostuvo en nuestro país la tiranía stronista que persiguió, encarceló y torturó a homosexuales. (5)

El imperialismo estadounidense que causó la persecución y tortura a los 108 es el mismo que financia y arma al Estado genocida de Israel. Eso es lo que se invitó a las filas de las 108 memorias, y esa es la incoherencia de permitir a representantes de ese imperialismo torturador y genocida unirse a nuestras filas mientras se nos critica a las personas lgbt que encontramos en el comunismo un proyecto emancipador de la humanidad, mientras se nos critica a las personas lgbt que denunciemos el genocidio del pueblo palestino.

Ser comunistas en este contexto no se trata de ser perfectamente coherentes, porque es imposible serlo: los comunistas crecemos en esta sociedad llena de contradicciones y tampoco estamos a salvo de ellas. Pero somos comunistas en la medida en que tratamos de tomar conciencia de esas contradicciones y además luchamos en contra de ellas. Por eso el Partido Comunista y su juventud iniciaron un escrache en contra de la embajada de los Estados Unidos durante aquella marcha en 2023, y por eso los comunistas de la diversidad sexual repudiamos el genocidio del pueblo palestino. Mientras en esta nueva ofensiva del Estado Israel ya se cuentan más de 35.000 palestinos muertos, miles de ellos niños, (6) soldados israelíes pintaban un arcoíris plástico encima del río de sangre, diciendo que ya iban a rescatar a las personas lgbt de Palestina, o izando banderas sobre cadáveres en nombre del “amor” (7).

Esta práctica es conocida como Pink washing, y en Israel se manifiesta en el turismo como estrategia para convertir Tel Aviv y otras ciudades en lugares referentes para el orgullo gay, aumentando su economía desde el sector del turismo y maquillando el genocidio que sucede por detrás. Es una estrategia propulsada desde la Municipalidad de Tel Aviv y del Ministerio de Turismo de Israel. En 2016, por ejemplo, invirtieron 3 millones de dólares en el desfile del orgullo gay además de inaugurar el primer hotel del orgullo en Tel Aviv. (8) 

Hoy en día cuando las personas homosexuales buscan en internet destinos amigables con las personas diversas, Israel encabeza las listas. Si convertirse en embajadores internacionales de lo que hoy en día significa el orgullo gay es lo que querían, lo lograron, porque a eso es lo que lleva aspirar a objetivos superficiales en nuestra lucha y tolerar el genocidio.

Ante todo esto, nos queda entender la discriminación sexual, homofobia y transfobia, como males serios a ser superados, pero no como nuestros objetivos finales desde la lucha por una verdadera liberación. Nos queda comprender que de nada nos sirve a los países pobres que en un país imperialista sea la primera mujer vicepresidente la que lanza los misiles, de nada nos sirve que en este país desfile un embajador del imperialismo estadounidense genocida, aunque sea gay. De nada nos sirve que los patrones también puedan ser mujeres y hombres gays, que “rompan el techo de cristal”, porque como diría Angela Davis ese techo de cristal no nos importa a los que estamos abajo. (9)

Incluso, de poco nos sirve que algún día podamos casarnos y adoptar, o que podamos ser “liberados sexualmente” en una existencia consumista e individualista, tampoco ser menos explotados y oprimidos, no es suficiente alcanzar la misma opresión que sufren nuestres compañeres cisheterosexuales con el solo objetivo de sufrir menos. Lo que va a liberar a las mujeres, personas racializadas, personas de la diversidad sexual, campesinos, indígenas, y en síntesis a toda la humanidad, es la destrucción de este modo de producción capitalista y la construcción de una nueva sociedad.

Referencias