CON-TEXTO | Por Miguel H. López
El Presupuesto General de la Nación (PGN) no traerá novedad que modifique la situación del país en 2021. Los sectores conservadores y empresarios reclaman -lobby de por medio- reducirlo en líneas sensibles y sociales (aunque lo expresan con eufemismos), combatir la llamada informalidad para mejorar los ingresos (siendo ellos los principales evasores al fisco) y mejorar la calidad del gasto público para optimizar los servicios (aquellos que solo a ellos beneficia). Por lo demás, nada nuevo bajo el sol.
El paquete presupuestario que dibuja el contorno y las posibilidades de lo que será el funcionamiento del Estado el año que viene, fue aprobado este miércoles en el Senado, con modificaciones al sancionado en Diputados a donde regresa para ratificación o confirmación de la versión de la Cámara Alta. Sea cual fuere la definición, no hay variaciones sustanciales. Aunque los senadores le hayan puesto una carga más social a la distribución de números, en lo estructural y en la posibilidad de introducir fundamentales modificaciones a la crítica realidad nacional no existe esperanza. Bajo la lógica de una de cal y otra de arena, la política sigue siendo mantener las cosas como están, así reviente la población cada vez más empobrecida.
Sabemos que el diseño del PGN es el reflejo de los intereses y privilegios en juego (preferentemente de sectores económicos y grupos de poder extra públicos) que son defendidos y mantenidos desde el ejercicio del poder al frente del Estado. Los mismos que cíclicamente por estas fechas reclaman menos inversión en el Estado (salvo los subsidios y canonjías que les encantan) y piden eficiencia a un aparato cada vez más desfinanciado (por efecto de sus reclamos), son quienes usan ese Estado para su casi exclusivo beneficio. Si el Estado es lo que es, solo refleja lo que hacen de él. Un Estado fortalecido, con verdadera inversión pública no les conviene porque les cortará sus privilegios y les exigirá gravámenes que no están dispuestos a entregar y que pretenden sigan siendo cubiertos por la gente que precisamente tiene menos ingresos.
Los sectores que hacen que el PGN solo apunte a no invertir en verdaderos programas de atención y superación en áreas esenciales como salud, educación, vivienda, agricultura, tierra, medio ambiente, cultura; son los que maniobran para que el presupuesto les financie sus negocios, condone sus pérdidas, pague sus excesos y blinde sus ganancias con impuestos simbólicos e ínfimos, cuando a cambio destruyen recursos naturales y explotan mano obrera, cuyos derechos violan y cuyas vidas consideran elemento descartable e insignificante.
El contexto de pandemia no hace más que servir de pretexto para no diseñar un PGN que ayude a sostener a la población ante la revelada y agravada crisis. Cada año el proyecto económico y financiero que diseña el Ejecutivo desde el Ministerio de Hacienda y que es sostenido dentro de la misma lógica por los legisladores, no busca el crecimiento del país como conjunto sino decanta por aumentar la miseria en todos los estratos. Este estado de infortunio –fabricado y promovido desde los gabinetes de la burocracia que responden a lineamientos de organismos internacionales como Banco Mundial, BID, etc.- a su vez eleva el número de hambrientos, rebasa las cotas de la desesperación paulatinamente y aumenta las expresiones de violencia. Prosperidad y tranquilidad para unos pocos, pobreza y angustia para el resto.
La retracción en los impuestos que deberían por justicia tributaria aplicarse proporcionalmente a las grandes ganancias sobrevenidas del negocio de la soja y el tabaco, muestra cuál es el sector que los legisladores y el Ejecutivo defienden y subvencionan. Lo que el Estado recaudaría solo en estos dos tópicos (que ingresan al país ganancias exponenciales para bolsillos privados sin reponer lo que destruyen para esa producción) cubriría todas las necesidades básicas que el sector público debe atender y sobraría para otras inversiones.
El próximo año veremos más descarnadamente los efectos de la pandemia de Covid-19, que vino a revelar la crisis en la que vivíamos antes de marzo y agravó la situación con las medidas de paralización por prevención. En ese mismo tiempo también constataremos que las autoridades no estuvieron a la altura de la situación y que en vez de atender la realidad de la mayoría solo se dedicaron a aupar la corrupción, a defender sus intereses y a seguir beneficiando a quienes menos requieren.
El PGN es la radiografía más concreta que nos anticipa todos los males que seguiremos padeciendo, en muchos casos con pronóstico agravado. Solo la respuesta desde los sectores organizados de la sociedad puede poner remedio a esta enfermedad y extirpar de raíz la gangrena purlenta…
Foto de portada: Daniel Ñamandú
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