Corría 1975 en Paraguay y el régimen stronista se robustecía al mismo tiempo que la lucha clandestina de mujeres y hombres que oponían resistencia a aquella tiranía fascista. La militancia del Partido y la Juventud Comunista iba construyendo una importante red de organización junto a obreras y obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales y artistas, con el objetivo de derrocar al gobierno asesino y saqueador liderado por Alfredo Stroessner y desarrollar un proyecto socialista.
Las condiciones eran difíciles, el aparato de control de la tiranía era fuerte, sostenido por el imperialismo norteamericano, militar y políticamente, extendía sus tentáculos a nivel continental a través del sanguinario Plan Cóndor. A pesar de ello, el stronismo había sido burlado en numerosas ocasiones durante ese tiempo, a tal punto que cuadros centrales de la dirección del PCP habían vuelto del exilio y operaban en clandestinidad favoreciendo los planes de insurrección. Sin embargo, por fallas de dirección y estrategia en algunos eslabones de esta importante estructura, sumadas al eficiente mecanismo de infiltración del enemigo, la organización comunista sufrió un duro golpe iniciado el 30 de noviembre de 1975 que duró hasta febrero de 1976.
Durante los últimos días de noviembre, una enorme cantidad de militantes comunistas fueron apresados. El Partido Comunista Paraguayo perdió parte importante de su dirección, incluyendo a su Secretario Gral., el camarada Miguel Ángel Soler y al Secretario Gral. de la Juventud Comunista, Derlis Villagra.
Un día como hoy, 3 de diciembre, pero de hace 45 años, exactamente a las diez de la mañana, el camarada Octavio Rubén González Acosta fue secuestrado por agentes del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Capital mientras trabajaba de obrero carpintero en la construcción de la Represa de Acaray, en Alto Paraná. Fue trasladado, tras un breve paso por una de las sucursales de la represión, en Presidente Franco, a Investigaciones, sede central de la represión de la policía stronista en Asunción. A las 4 am de la mañana siguiente su compañera Elvira y sus dos hijos pequeños, Mariano y Guillermo, también fueron detenidos.
Rubén, nacido en Tebicuary, de profesión carpintero y ebanista, vivía entonces con su familia en la Villa San Francisco, un barrio obrero de Hernandarias en donde habitaban los trabajadores de la represa. Reconocido en su comunidad como un hombre íntegro y admirado por su coraje y su compromiso. Formaba parte del Comité Central del PCP y era responsable de su Frente Sindical.
Rubén fue visto por otras compañeras y compañeros detenidos en la misma dependencia policial, que confirmaron que fue muerto en tortura sin emitir más palabras que insultos a sus torturadores. Atado de pies y manos, colgado de una viga del techo, golpeado con hierros, relatan que ningún centímetro de su cuerpo se hallaba ausente de la crueldad del tirano Stroessner. Ni siquiera así logró doblegarlo. Rubén no nos entregó.
El informe n° 83/03 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos señala que, en la detención de Rubén no existió una orden judicial previa. Tras su detención, deambulando de comisaría en comisaría, su compañera lo buscó incesantemente sin respuestas.

El motivo del crimen cometido contra el camarada Rubén fue su actividad revolucionaria como obrero sindicalista afiliado al Partido Comunista Paraguayo. Los camaradas con quienes trabajó lo recuerdan como uno de los cuadros militantes que más aportó en la reorganización del PCP atravesando las más duras condiciones. Un dirigente sindical joven y talentoso, un prolífico trabajador, un camarada irreductible, un esposo, padre, hijo y hermano noble y amoroso, Rubén tenía los mejores atributos humanos. Por eso la tiranía quiso borrar su existencia, porque esta era la calidad humana de las mujeres y hombres que luchaban contra la barbarie.
El Camarada Rubén, fue secuestrado en su lugar de trabajo, como expresión de la persecución stronista a la organización de la clase obrera en el Paraguay. El régimen entendía que esta apuntaba no sólo a derrocar al gobierno, sino que disputaba al orden imperante un proyecto de nueva sociedad, liderada por las trabajadoras y trabajadores con los mejores valores humanos.
El pasado 20 de noviembre, Rubén cumpliría 75 años, su corto tiempo de vida ha sido extendido hasta nosotros impulsado por su coherencia y dignidad. Como otras y otros más de cuatrocientos desaparecidos por la tiranía stronista, su cuerpo aún no fue encontrado. Sin embargo, la lucha y lealtad de clase de aquel gran ebanista y obrero de Acaray, moldea el camino de una resistente camada de militantes sindicales, estudiantiles y territoriales; mujeres y hombres que en cada paro, en cada movilización, en cada acción de resistencia contra la patronal explotadora continúan la marcha del camarada Rubén hacia un futuro cargado de esperanza.
Comité Obrero Timoteo Ojeda
Fotografía de inicio: Octavio Rubén en el centro, con sus compañeros de la Represa de Acaray.
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