Editorial del 27 de octubre de 2020
Zavala, Cartes y Wasmosy son tres multimillonarios con mucho protagonismo en estos días. El primero por la ocupación ilegal de unas 115 hectáreas en el Parque Nacional Ybycui, además de ser parte de una familia que recibió 1.360 hectáreas de tierras en tiempos del régimen stronista, para luego venderlas a precio de mercado al Estado, entre otras cuestiones. Los otros dos, por concentrar el monopolio de las tarjetas para utilizar el transporte público metropolitano, generando para sus angurrientos bolsillos un negocio seguro, atendiendo la gran cantidad de trabajadoras y trabajadores que deben utilizar ese pésimo servicio.
Como siempre, estos 175 multimillonarios, que forman parte de un selecto grupo de no más de 2.500 personas, reivindican “el país de los amigos” para traficar influencias y vomitar, cuando no defecar, sobre todas las leyes de nuestro país, aprovechándose de la gran capacidad de trabajo de millones de mujeres y hombres que con mucho esfuerzo sobreviven para que estos parásitos amañen licitaciones y negocios de todo tipo, absorbiendo además buena parte del producto de la clase trabajadora en beneficio propio.
El debate político actual está envuelto en una crisis general sin precedentes en la historia moderna de nuestro país y del mundo. La gran certeza que tenemos todas y todos es que el futuro se nos presenta como incierto, peligroso y con muy pequeñas esperanzas en cuanto a vivir en un mundo más justo y solidario. Y nuestra actualidad nos atormenta con muchas necesidades que debemos resolver y que nos obligan a malabarismos, puesto que las mayorías trabajadoras venimos perdiendo calidad de vida y enfrentándonos al hambre, el desempleo, la falta de tierra y de posibilidades de producir alimentos sanos en el campo, con salud y educación que en dramática situación material nos recuerdan lo discriminada que es la mayoría de quienes habitamos el Paraguay.
Teniendo en frente a un 2021 con un Presupuesto General de la Nación (PGN) organizado para golpear aún más a la clase trabajadora, en el parlamento de desarrolla un debate sobre posibles pérdidas de investidura de senadores, alegando elementos que hacen a posibles tráficos de influencias.
En relación al pedido que presentamos ayer por mesa de entrada, en carta dirigida al Presidente del Congreso Nacional, colocando elementos para el debate sobre la pérdida de investidura de Fidel Zavala, nuestro Partido insiste en que el debate es político, es ético, es histórico, es económico, mucho más que jurídico. Y es así simplemente porque esta crisis nos muestra con mayor claridad que las instituciones del país están corrompidas y dirigidas por mafias y patronales mezquinas e inescrupulosas, que se visten de “productoras” o “generadoras de trabajo y oportunidades”, para esconder esa miseria que se muestra como piel en su desnudez.
Como pequeñísima muestra de que la institucionalidad está destrozada, si tomamos el artículo 197 de la Constitución Nacional, en donde se menciona quiénes no podrán ser candidatos a senadores ni diputados, podremos encontrar que quienes representan o son dueños de empresas proveedoras del Estado, o propietarios de medios de comunicación están impedidos. Sin embargo, ya le tuvimos a Cartes como Presidente y luego candidato a senador, así como a muchas y muchos que forman parte de las direcciones de empresas que tienen jugosos contratos con el Estado.
Por eso esta situación requiere de organizaciones y dirigencias políticas que asuman la situación y concentren sus esfuerzos en desarrollar una fuerza social y política que confronte decididamente a los responsables de esta situación.
Ningún demócrata que esté en el parlamento debería referirse a quienes explotan y perjudican a trabajadores, además de aprovecharse de sus privilegios y posiciones de poder, como “colegas”. El pueblo trabajador necesita una propuesta firme y valiente para identificar, confrontar y derrotar a sus verdugos.
El debate sobre investidura es un debate profundamente ético y político contra el poder de las patronales y los monopolios imperialistas. Requiere de una sólida estrategia que, dada las circunstancias, tenemos la certeza de que deberá ser revolucionaria.
Hacer política sin que el coraje y la ética sean sus componentes esenciales, es favorecer la continuidad de esta propuesta de país que se viene desarrollando desde hace décadas y que tuvo en el stronismo, su principal arquitecto. Una propuesta que impide el desarrollo científico, el fortalecimiento de sistemas de salud y educación que sean públicos y de calidad. Una propuesta que atropella comunidades campesinas, expulsa a familias de sus territorios, no cumple con el Código Laboral, desarrolla una cultura de la corrupción y negocia todo lo que pueda con capitales extranjeros en perjuicio de los intereses del país, además de reprimir y perseguir con violencia a quienes nos oponemos a este criminal proyecto, utilizando sus medios de comunicación para engañar a la población con mentiras respecto a los objetivos y las conductas de los sectores populares. En síntesis, las patronales no tienen la más mínima autoridad moral, política ni económica para estar al frente del país.
A esa miseria disfrazada de “progreso” debemos desnudar y presentarla como lo que es ante el pueblo. La recuperación de bienes y tierras malhabidas, el Juicio y Castigo a saqueadores y torturadores, la confrontación directa con los Zavala, Cartes, Wasmosy, Abdo, la pelea por un PGN justo y necesario que profundice el debate sobre un nuevo Estado dirigido por las mayorías trabajadoras, se irán realizando en la medida en que concentremos nuestros esfuerzos en la organización y el diálogo sostenido y sistemático por abajo, en las bases, en empresas, fábricas, barrios, comunidades campesinas e indígenas. Insistimos: diálogo sostenido y sistemático, además de luchas en las que pongamos el cuerpo.
Deja una respuesta