Por Patricio Flores Arce
El 25 de octubre quedara en la historia de Chile por dos razones: en el 2019 fue la manifestación más grande con 1,2 millones de personas en Santiago y 3 millones en todo el país, en el contexto del estadillo social; y en el 2020 el plebiscito para cambiar la Constitución con la mayor participación en la historia, siendo voto voluntario y en plena pandemia mundial. Tanto es así, que ya sectores del Frente Amplio (coalición progresista) proponen que ese día quede consignado como el Día Nacional de la Democracia[1]
El amplio margen de 78,27%, por el cual los chilenos y chilenas manifestaron con su voto su aprobación al cambio de Constitución, que es la herencia política más importante de Pinochet, es señal del hartazgo popular hacia un instrumento que bloquea todo intento de democratizar y producir cambios sociales. No es entonces extraño verificar que los sectores más privilegiados y muy cómodos con la segregación y la desigualdad social sean los únicos territorios donde se manifestó el rechazo al cambio constitucional.[2]
El cambio es urgente, y junto con el SI al cambio constitucional, también se escogió la forma en que se redactará la nueva constitución. Con un 78,99% de votos, se optó por la Convención Constituyente (convencionales 100% electos por voto directo, con criterio de paridad de género y tensando para que exista cuota para pueblos originarios[3]), por sobre la Convención Mixta (50% personas electas y 50% parlamentarios del actual mandato legislativo).
¿Y ahora qué?
A pesar de la alegría del pueblo chileno por el triunfo electoral, aún no está escrita la última palabra. Recién hemos logrado que el gran empresariado y sectores privilegiados con la constitución pinochetista estén obligados a entrar a la cancha a jugar el partido. La siguiente batalla es formar “nuestro 11 ideal”, los constituyentes.
En abril de 2021 se elegirán a las y los convencionales que tendrán como única tarea la redacción de una nueva carta magna. En dicha elección es fundamental asegurar que el 67% de los y las constituyentes sean personas leales a los grandes anhelos de cambio del pueblo chileno como lo son la universalidad y gratuidad en educación y salud, fin a las AFP[4] y jubilaciones dignas para todos y todas, nacionalización de empresas y recursos estratégicos y preservación del medio ambiente entre otros.
Es necesario garantizar ese 67%, ya que para lograr acuerdos que queden plasmados en la nueva constitución es requisito que dos tercios de los y las constituyentes estén a favor. Con un porcentaje menor al indicado, la posibilidad de que existan transformaciones profundas será solo un espejismo, porque al no existir acuerdo entre constituyentes dejará de ser materia constitucional[5] por tanto no estará en la Constitución. Es por esto que los sectores de derecha, apuestan todas sus fichas a copar el espacio convencional, para que el cambio de constitución sea solo un cambio de nombre.
Las celebraciones a nivel nacional por el triunfo electoral del APRUEBO se vivieron como un desahogo, como una alegría contenida por tantos años que costaron vidas, ojos, torturas y cárcel. Nos hizo recordar a las mujeres y hombres que en dictadura combatieron a la represión y al modelo que ese régimen instauró. Sin embargo, esta alegría no durará si es que el pueblo abandona las calles, la movilización como garantía de cambio.
El desafío es ahora aun mayor, es mantener la protesta como forma de presión y combinarla con organización para copar espacios en este nuevo periodo que se abre.
[2] https://www.cnnchile.com/plebiscito2020/comunas-donde-gano-rechazo_20201026/
[4] Las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), son instituciones financieras privadas que tienen como único fin la administración de los fondos de pensiones bajo la modalidad de cuentas personales. Son bancos encubiertos de los empresarios más ricos de Chile y de algunas trasnacionales, utilizando los fondos previsionales para que estos puedan expandir sus inversiones y concentrar aún más el capital en pocas manos y constituyendo verdaderos monopolios en diversos sectores económicos.
Foto de inicio: Alberto Valdes para lavozdegalicia.es