A 90 años de la Toma de Encarnación, definida como la primera comuna revolucionaria libre de América Latina, compartimos el relato de quien lideró esta apasionante gesta, Obdulio Barthe: «En los puertos que tocábamos liberábamos a los obreros de los feudos yerbateros…En algunos, como Puerto “Edelira” quemamos los libros donde se asentaban las “deudas” de los mensú. Se produjo un importante éxodo de esos campesinos esclavos que rompían sus cadenas que los ataban de por vida.»
Memoria del Futuro | Por Noelia Cuenca
En 1929, un grupo de estudiantes paraguayos elaboró un documento denominado el “Nuevo Ideario Nacional”, de aspiraciones democráticas y antiimperialistas desde un “enfoque filosófico idealista, utópico”, tal como lo describe en sus Memorias inéditas el camarada Obdulio Barthe, quien fuera uno de sus líderes. La revista Claridad de Buenos Aires, fechada en octubre de 1929 lo reproducía con el título de: “El programa revolucionario de la juventud paraguaya. Bases para una organización política y económica de la nacionalidad”.
Este ideario surgía en un contexto político sacudido por las primeras señales de la Guerra del Chaco o Guerra del Petróleo, la presidencia militar de José Patricio Guggiari, y las tremendas condiciones de explotación que sumían a la clase obrera. Y proponía la constitución de una “República Comunera, formada de libres comunidades o comunas urbanas, suburbanas y rurales, (…) cuyo gobierno en todos los ramos de la administración pública, estaría a cargo de un consejo popular o junta local de obreros y campesinos nombradas por las asambleas populares o juntas generales”, federadas o asociadas en distritos y departamentos con la institución de un consejo central cuya única función sería la representación permanente de la República ante organismos extranjeros, la solución de conflictos entre las comunas y la realización de obras a nivel nacional.
Entre otros puntos, el Ideario Nacional establecía “la nacionalización y socialización” de todas las tierras y medios de producción, y su distribución a familias de trabajadores, cooperativas, sociedades agrícolas; “la limitación prudencial de las fortunas privadas y la restricción máxima del régimen hereditario”; así como el “cumplimiento de las demandas éticas del socialismo en la producción, distribución y consumo de la riqueza”. Consideraba como condiciones de la producción: “Obligatoriedad del trabajo, jornada máxima de 8 horas, descanso dominical, vacaciones anuales, salubridad de las condiciones de trabajo, graduación de las remuneraciones en proporción al esfuerzo personal equiparando el trabajo intelectual al manual, prohibición del trabajo de los niños y de las mujeres en cinta (…) Normas de la distribución del consumo. Satisfacción de un Standard de vida mínimo en favor de cada obrero proporcional a sus propias necesidades y las de su familia (…) contribución de una parte de la producción total destinada a la subvención de ciertas necesidades sociales de carácter moral como el socorro a los indigentes por desocupación forzosa, paro o huelga legítima, invalidez, orfandad, ancianidad, etc.”, según registra la transcripción hecha por el propio Barthe en sus Memorias.
Los jóvenes artífices de esta propuesta revolucionaria fueron desterrados a Clorinda desde donde continuaron organizándose para la instalación de los fines del ideario. El movimiento abarcaba como objetivo todo el país. Pero se planteó tomar en principio y de forma simultáneamente las ciudades de Asunción, Villarrica y Encarnación.
Relata el camarada Obdulio Barthe:
El 20 de febrero de 1931, un grupo de obreros y estudiantes, cumpliendo una parcialidad de ese plan general, tomamos, en certero golpe, la Prefectura del puerto de Encarnación. Hice formar la dotación de marineros y les expliqué los fines de nuestro movimiento, la situación de nuestro país, su dependencia del imperialismo yanqui, su atraso y miseria. La situación de los obreros y campesinos, la política de persecución permanente del gobierno. Este golpe, llevado a cabo a las tres de la mañana puso en fuga a las autoridades. No opusieron resistencia ni tampoco violencias por parte de los revolucionarios. Quedamos dueños de la ciudad y la declaramos “COMUNA REVOLUCIONARIA LIBRE” con derecho a cambiar el destino de la misma. Participamos en la toma de la ciudad: Facundo Duarte, Aurelio Alcaraz, Tomás Mayol, Ignacio Más, Marcos Káner y Cantalicio Aracuyú. También expliqué aquellos objetivos ante una gran concentración popular. Constituimos inmediatamente un consejo militar-revolucionario integrado por Facundo Duarte, Aurelio Alcaraz, Obdulio Barthe [el que relata] y Cantalicio Aracuyú. Pero solo nos pudimos sostener dieciséis horas. Recibimos la noticia de que había fracasado el movimiento en las otras ciudades. Y el gobierno enviaba fuerte dotación militar sobre Encarnación. Resolvimos abandonar la ciudad. Tomamos el buque “Bell” y la chata “La Esperanza” que se hallaban en el puerto. Remontamos hasta Foz de Iguazú. En los puertos que tocábamos liberábamos a los obreros de los feudos yerbateros, previa explicación de nuestro proceder. En algunos, como Puerto “Edelira” quemamos los libros donde se asentaban las “deudas” de los mensú. Se produjo un importante éxodo de esos campesinos esclavos que rompían sus cadenas que los ataban de por vida. Es evidente que esto no fue del agrado de esas empresas explotadoras. También la prensa del país explicó de mala fe esta intentona obrero-estudiantil con ribetes románticos. Pero el movimiento de Encarnación tuvo, no obstante, una amplia repercusión en algunos países de América. La prensa reaccionaria condenándolo y la democrática apreciándolo como una expresión de rebeldías juveniles, de sueños románticos. (…) En 1931 se declaraba en Asunción una huelga estudiantil que se generalizaba en todo el país. Se producen renuncias colectivas de profesores. En la Facultad de Medicina solamente se registran 52. Las largas luchas estudiantiles seguían siendo un bello y estimulante ejemplo para el pueblo. El movimiento de Encarnación fue un antecedente de la crisis política del 23 de octubre en que la juventud estudiosa es baleada frente al palacio de Gobierno en 1931. Esto se producía en los prolegómenos de la Guerra del Chaco, hecho que consternó a todo el país, agudizando la crisis económico-social. (…) El fracaso del movimiento de Encarnación me estimuló a revisar críticamente las ideas y los métodos que habíamos empleado en la lucha hasta entonces. Por mi parte, me convencí de que la etapa de los sueños utópicos y de aventuras de tipo anarquista tenía que ser superada. Que a la clase obrera le correspondía ponerse al frente de las luchas del pueblo para poder transformar la sociedad (…) Comprendí cuán justa era la actitud de aquellos bravos compañeros que un 19 de febrero de 1928 fundan, en medio de grandes dificultades, el Partido Comunista Paraguayo. Comprendí que ese era el camino justo y me enrolé en sus heroicas filas.
Extraído de Obdulio Barthe, sus memorias inéditas (pág. 60-69). Memorias autobiográficas escritas poco antes de su fallecimiento en el exilio, en 1981 y publicadas en el 2009 por su hijo Félix Barthe.
*Fotografía de inicio: Tras la Toma de Encarnación, exiliados en Brasil en mayo de 1931, donde se vinculan con obreros y estudiantes (de izquierda a derecha): Paulo Tacla, Ignacio Mas, Luis Dosanto, Tte. Cnel. Facundo Duarte, Obdulio Barthe, Marcos Kánner, Cnel. Facundo Duarte (hijo), Tomás Mayol, Aurelio Alcaraz, César Pérez. Archivo de Adelante!
** Obdulio Barthe fue un heroico militante del Partido Comunista Paraguayo. Nació en Encarnación el 5 de setiembre de 1903. Militó desde 1920 en la Federación de Estudiantes del Paraguay (FEP), participando en la creación de la Universidad Popular, iniciativa de extensión obrero-estudiantil propuesta por la Reforma Universitaria de Córdoba. En 1928, fue uno de los organizadores de la histórica huelga de Molinos Harineros San Antonio en Villarrica donde fue preso. En 1933 es arrestado nuevamente con otros dirigentes comunistas, deportado a la Argentina. En el Congreso de Lobos de 1934, ingresa al Comité Central del Partido Comunista Paraguayo. En 1936, es uno de los fundadores de la Confederación Nacional de Trabajadores. Tiempo después fue nuevamente deportado junto con otros camaradas, durante el mandato del Coronel Franco. En el 40 es nuevamente preso y pronto liberado gracias a la presión de reconocidos referentes políticos. Barthe peleó en la revolución del 47 como Tte. 1°, en el escuadrón de Caballería comandado por Parra Insfrán. Entre otras responsabilidades militantes, fue uno de los comandantes políticos y militares del Frente Unido de Liberación Nacional (FULNA) que combatió contra la tiranía fascista encabezada por Alfredo Stroessner. En el 65, Barthe encabezó el comité de reorganización partidaria, junto con Miguel Ángel Soler. En junio de 1978, el pleno del P.C.P. lo nombró Secretario General, cargo que ejerció hasta su fallecimiento en diciembre de 1981, en el exilio en Buenos Aires.
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