Enemigo kañy

Editorial del 7 de setiembre de 2020

¿Hemos logrado identificar a los verdaderos enemigos del bienestar, la justicia y la paz social? En este editorial proponemos analizar y responder a esta pregunta, con la intención de evitar esa difícil construcción social que ha venido pariendo diversos “enemigo kañy” para mantener el orden vigente.

En la Triple Alianza nos presentaron como enemigos a brasileños, argentinos y uruguayos. En las primeras décadas del siglo 20, los enemigos fueron anarquistas, socialistas, comunistas, que empezaron a discutir entre trabajadoras y trabajadores sobre las ganancias que les correspondían por el esfuerzo que realizaban.

En ese marco, las direcciones colorada y liberal se disputaban la gestión de los recursos generados por el capital extranjero y su propuesta de negocios para terratenientes, comerciantes y banqueros. Para el colorado común, su enemigo era el liberal común, y viceversa.

La Guerra del Chaco nos colocó como enemigos a los bolivianos, y luego de terminada la guerra, el prestigio de los militares creció y la “agitación” comunista volvió a ubicarse como principal enemiga de la concordia entre los paraguayos. Así padecimos todo el comienzo de edificación del totalitarismo hasta la guerra civil del ’47, la derrota del bloque democrático-popular y el inicio de la dominación liderada por el Partido Colorado que, con la tiranía militar de Stroessner, logró consolidar su sistema organizativo territorializado, que se expresa en las múltiples seccionales en todo el país, las cuales se empezaron a crear en 1949.

Con esa dominación política del coloradismo, como principal gestor de los intereses de las patronales extranjeras y sus subordinadas patronales locales, el stronismo logró ordenar y consolidar a las seccionales como herramientas de vigilancia y delación a toda oposición al régimen, además de fuente de transmisión de la cultura prebendaria y clientelar desde donde los caudillos colorados manejaban los derechos ciudadanos a educación, salud, vivienda y trabajo, como beneficios o “regalos” del gobierno/Estado/Partido, para quienes eran fieles y obedientes.

Esta perversa combinación que profundizó las injusticias, la cultura de la corrupción y el autoritarismo, colocando como enemigo central de los intereses nacionales al “comunismo ateo y apátrida”, escondió los objetivos centrales de la tiranía fascista: defender los intereses del capital extranjero y sus aliados locales, ahogando las intenciones de liberación, independencia y justicia de la clase trabajadora, envileciendo a sus direcciones sindicales, criminalizando la disidencia política y ejecutando Terrorismo de Estado de manera sanguinaria.

Y para aplastar aún más la moral de las mayorías trabajadoras, continuaron con la construcción de un relato enaltecedor de las familias millonarias, degradando la importancia de los sectores explotados en los procesos productivos y sentenciando el carácter “natural” de la incapacidad de gobernar de las mencionadas mayorías.

Esta historia es mucho más larga y tiene múltiples experiencias en todos los lugares en los que nos encontramos los seres humanos, porque los conflictos forman parte de las sociedades que están divididas en clases, en donde el beneficio de una clase se realiza en perjuicio de la otra. Por estos y muchos motivos más, el plan del “enemigo kañy” ha sido y sigue siendo determinante para que los multimillonarios patrones (terratenientes, banqueros, empresarios, guiados por el capital imperialista), constituidos en una ínfima minoría tanto en el mundo como en el Paraguay, sigan imponiendo su lógica de explotación y dominación.

Esta semana sirve de ejemplo para analizar la vigencia que tiene el plan del “enemigo kañy”. Los contagios y las muertes por COVID-19 siguen aumentando a la par que la corrupción del Gobierno. En medio de toda esta crisis, Abdo presenta la propuesta de Presupuesto General de la Nación (PGN) sin un replanteo general en cuanto a recaudación y utilización de recursos, manteniendo la alarmante realidad de los sistemas de salud y educación, así como el despilfarro de un Estado organizado a imagen y semejanza del empresariado que, ante la mediocridad de su propuesta productiva, se sacude reclamando un mayor ajuste a esa herramienta creada al servicio de sus intereses. No contentos con el ajuste de ese Estado para volverlo más injusto aún, el sector privado logra media sanción para fraccionar el pago de aguinaldos, violando una vez más el Código Laboral.

Así, en esta tormentosa crisis, el continuismo stronista asesina a dos niñas de 11 años y exhibe sus muertes como trofeos de guerra generando indignación a nivel nacional e internacional, con respuestas torpes y bravuconas que buscan colocar de vuelta al marxismo, al comunismo, a la lucha contra la opresión, como el “real enemigo” de los “intereses nacionales”.

En este marco ocurre una manifestación frente al Panteón de los Héroes, y en la misma se vuelve a expresar el plan del enemigo kañy. La cuestionable acción de quienes manifestaron su indignación por el Terrorismo de Estado pintando las paredes del Panteón de los Héroes con consignas de repudio por el infanticidio cometido por el gobierno, pasa a ocupar un lugar protagónico frente a toda la terrible situación general del país, y las patronales, principales responsables de toda la desgracia económica, social y cultural del Paraguay, encabezan una vergonzosa campaña promotora de la más alta hipocresía, enviando sus coronas de flores al Panteón, en supuesta «defensa» de la patria.

Quienes usurparon tierras, se repartieron las riquezas y los recursos de todo el pueblo, entregaron recursos al capital extranjero, fueron parte del acuerdo para perseguir, torturar, exiliar y asesinar a miles de luchadoras y luchadores, para luego del ’89 maquillarse y continuar al frente de este capitalismo para el Paraguay, vienen escondiéndose detrás de disfraces “pacificadores”, de “defensores de la patria”, y hasta “cuestionadores de la corrupción”.

No fueron los pueblos del Brasil, Argentina y Uruguay. Fueron las patronales de esos países, aliadas a las patronales imperialistas de Inglaterra, las responsables del genocidio de la Triple Alianza. No fueron los bolivianos enemigos, fueron las empresas petroleras. No son los trabajadores colorados y liberales los enemigos, son sus cúpulas funcionales a la explotación. Tampoco es la corrupción el problema principal, sino el sistema que la sustenta, priorizando el lucro por encima de la vida, convirtiendo en privilegios los más básicos derechos universales, la alimentación, la vivienda, la salud, la educación.

El comunismo sí es el enemigo, es el enemigo de estos explotadores, de sus injusticias, de sus mezquinos planes y de su criminal accionar.

Por su minoritaria composición, los dueños de tierras, empresas, bancos, se han venido escondiendo detrás de las barbaridades por ellos mismos cometidas, presentándonos otros enemigos y enemigas, otros supuestos responsables de los múltiples conflictos que se suceden a diario. Ese plan del “enemigo kañy” lo debemos desbaratar, ubicando a estos responsables y construyendo esa necesaria y posible unidad de la clase trabajadora de la ciudad y del campo.

Somos nosotros los acusadores. Ellos son los responsables. El juicio y castigo a los crímenes de lesa humanidad, así como el juicio y castigo a los responsables del infanticidio del pasado 2 de setiembre, son requisitos para avanzar hacia la democracia con justicia social. El enemigo y principal responsable de esta gran crisis es la clase explotadora. Con su plan del “enemigo kañy” busca continuar en su posición de poder, sometiéndonos a esta angustiante realidad, simulando patriotismo para esconder su verdadera intención que es seguir enriqueciéndose a costa del saqueo, de la destrucción de recursos naturales, de la entrega de bienes públicos y de la explotación. Por eso lo central y determinante para superar esta situación, es la organización de la clase trabajadora para gobernar nuestro país.

Imagen de inicio: fotografía de Adelante!

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