Análisis | Por Marcos Castellano*

En los últimos años, casi nada ha logrado despertar tantas pasiones y polémicas en la política nacional e internacional como la cuestión LGBTQ+. Marchas, misas, declaraciones en TV abierta, acusaciones en el Parlamento Nacional, pedidos de juicios políticos y auténticas cruzadas religiosas contra conceptos definidos por las ciencias, han sido algunas de las herramientas utilizadas por grupos oscurantistas para reprimir o desvirtuar cualquier discusión sobre la diversidad sexual y de género.

Al observar este fenómeno que se ha vuelto cada vez más común en nuestro país y en los demás países de la región, muy bien podríamos preguntarnos ¿de dónde viene esta “amenaza rosa” y qué relación tiene con la ya trillada “amenaza del comunismo”? Y lo más importante, ¿a quiénes beneficia sembrar este pánico moral?

Una brevísima contextualización

La colonización de los territorios que hoy llamamos América prepararon las condiciones para la mundialización del mercado y la paulatina consolidación del modo de producción capitalista actual, o, como Marx lo describe mejor en el Tomo I del Capital: «El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todo hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista.»      

Este modo de producción emergente, para terminar de imponerse sobre los territorios que iba conquistando, necesitaba de un sistema de valores y creencias que facilitara su reproducción; podemos utilizar la palabra “ideología” para describir a estos mecanismos.

Así llegamos a la conclusión a la que llega Marx en La ideología alemana: “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época” o dicho de otro modo, la ideología dominante de nuestra sociedad capitalista actual es la ideología de los capitalistas.

Es posible a la luz de los hechos históricos y especialmente de los actuales, que haya duda sobre la existencia de la lucha de clases, o existe alguien que aún sostenga la risible afirmación de que la hemos «inventado» los comunistas.

Durante la pandemia del COVID-19 vimos que los grandes empresarios presionaron a los gobiernos para impedir medidas de confinamiento –medidas que han sido reconocidas como eficaces incluso por órganos multilaterales como el FMI [1] –, poniendo así en riesgo la vida de millares de trabajadores y sus familias en nombre del lucro durante uno de los periodos más críticos de nuestra historia actual.

Y en medio del encarecimiento general de los costos de vida, ¿acaso la clase dominante ha hecho algún esfuerzo para mejorar nuestra calidad de vida? Absolutamente no. Al contrario, ahora mismo vemos a los líderes de las potencias mundiales alimentar la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial, que sería principalmente desastrosa para nuestra clase, ya que ellos, en sus palacios y en sus bunkers privados ordenan las guerras pero son nuestros hijos e hijas quienes son enviados a pelearlas.

Entonces, no solo sabiendo, sino viviendo la lucha entre la clase poseedora de los medios de producción (los capitalistas) y la clase que para sobrevivir lo único que puede hacer es vender su única posesión, su fuerza de trabajo; no debería sorprendernos que los explotadores utilicen todo tipo de artimañas para garantizar su dominación y mantener el sistema que le está enriqueciendo, aunque sea a costa de la explotación de otros seres humanos, la destrucción de la naturaleza y la mercantilización de la vida. Esta es la diferencia radical entre ellos y entre nosotros.

Cuando la percepción de la realidad se convierte en realidad  

Ahora que sabemos que existe una irreconciliable contradicción entre la burguesía y los trabajadores, podemos comprender cómo y por qué la LGBTIfobia es funcional a la perpetuación del capitalismo.

Una de las tesis más reconocidas sobre por qué el capitalismo es la matriz formal que produce la LGBTIfobia, es la descrita por la filósofa Sherry Wolf en su libro Socialismo y Sexualidad: «La familia nuclear proporciona una forma barata para que la clase dominante imponga los costos de reproducción, mantenimiento y la responsabilidad de disciplinar a las generaciones actuales y futuras de trabajadores a la clase de los explotados. Las personas LGBT están oprimidas porque sus identidades sexuales y de género desafían a la familia tradicional de la que sigue dependiendo el capitalismo.» [2]

Entonces, ahí surge el cuento de terror de que la comunidad LGBTQ+ «quiere destruir los sagrados valores de la familia nuclear». Cuando en realidad, el romantizado modelo de «familia tradicional o nuclear» se desmorona en pedazos cuando apenas es sometida a un serio escrutinio que devela datos realmente terroríficos. Por ejemplo, según el Ministerio Público, en el 2021 la Violencia Familiar fue el hecho punible más denunciado con un promedio de 80 víctimas al día [3] y según UNICEF el 80% de los casos de abuso sexual de niñas, niños y adolescentes se da en el entorno familiar [4].

Esta grave realidad registrada por fuentes oficiales, contrasta totalmente con los discursos idílicos sobre la familia tradicional pronunciado por los políticos conservadores y reproducidos por los medios de comunicación hegemónicos que fomentan una doble moral y persiguen las formas diferentes de ser y sentir que no se ajusten al sistema de «valores» instalados para perpetuar el modelo dominante. Entonces ¿será posible que nuestra percepción de la realidad pueda ser manipulada independiente de nuestra realidad material? He aquí una cuestión esencial.

La clase que controla el Estado paraguayo es una minoría vinculada al agronegocio, los latifundios y el narcotráfico. Esta minoría necesita mecanismos para mantener dividida a la gran mayoría trabajadora y aquí es cuando entra en escena la LGBTIfobia. Si nosotros como clase trabajadora, nos pasamos la mayor parte del tiempo discutiendo sobre problemas ficticios como “la amenaza de la ideología de género”, ¿cuándo exactamente tendremos tiempo para hablar sobre derechos laborales, sobre la jubilación en peligro, sobre la licencia maternidad/paternidad, sobre educación, salud, infraestructura, sobre la renegociación del Tratado de Itaipú y un largo etcétera…?

Si este argumento parece razonable entonces lo que resta es preguntarnos: ¿Por qué ocurre este fenómeno en el que aparentemente la clase trabajadora está más preocupada por una supuesta “adoctrinación ideológica» en las escuelas orquestada por la Unión Europea «marxista» que por sus condiciones materiales inmediatas?

El fascismo es el freno de emergencia del capitalismo

Las condiciones materiales que vieron nacer al fascismo en las primeras décadas del siglo XX fueron: la Primera Guerra Mundial, la pandemia de gripe de 1918 también conocida como Gripe Española, y el quiebre de la Bolsa en 1929.

Un siglo después la historia se repite. La pandemia del COVID-19, inflación, desaceleración de la economía [5] y una recesión mundial [6] confluyen con una amenaza latente de guerra nuclear.

Mientras tanto, la clase trabajadora sumergida en la precarización laboral, en la inseguridad alimentaria y en los desórdenes emocionales, es vulnerable a los discursos fascistas que proponen destruir todo desde una posición autoritarista y sin ningún horizonte superador, sino todo lo contrario. Y cada vez tienen más espacio en los medios de comunicación y en las redes sociales, herramientas comunicacionales, dicho sea de paso, controladas por multimillonarios que no tienen ninguna simpatía por los movimientos trabajadores.

El truco del fascismo es mistificar el modo de producción burgués, señalar que la culpa de nuestra miseria la tiene la cultura: “el paraguayo luego no lee”, “los latinoamericanos somos haraganes” o a las vertientes ideológicas progresistas: el feminismo, los movimientos LGBTQ+, los ambientalistas, indígenistas, campesinistas. Se desvía así el problema social de su verdadera raíz: la base económica, y se canaliza el descontento popular hacia un enemigo externo imaginario, que además, toca el punto sensible de las propias represiones construyendo miedo a través de las más conspiranoicas tesituras.

¿Qué hacer?

En su clásica obra titulada ¿Qué hacer? Vladimir Lenin lo pone de manera contundente: «El problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio (pues la humanidad no ha elaborado ninguna “tercera” ideología, además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa.» (Énfasis del autor). [7]

La vía para construir una sociedad libre de LGBTIfobia y de toda clase de opresión es la superación de esta sociedad decadente en la que vivimos y la construcción de un sistema de organización social que genere condiciones para que todas las personas, sin discriminación, tengan las mismas oportunidades de desarrollar sus capacidades y talentos y puedan relacionarse libremente. Entendemos los comunistas que ese sistema, cuyos logros han sido probados en la práctica, es el socialismo científico, que impulse finalmente la construcción de una sociedad sin clases sociales, de eso se trata la ideología comunista.

El movimiento socialista ha sido pionero en la defensa de los derechos LGBTQ+ en todo el mundo. Por ejemplo: el primer registro de un político hablando sobre la homosexualidad en algún parlamento es el de August Babel líder del Partido Socialdemócrata alemán en 1898 (el SPD, que en su época era un partido de orientación marxista nada comparado a lo que actualmente es) [8].

La Rusia posterior a la Revolución de 1917 también es otro ejemplo claro, una revolución liderada por mujeres y hombres obreros y campesinos que inmediatamente después de triunfar dejó sin efecto las leyes zaristas de sodomía y cuyos tribunales aprobaron el matrimonio igualitario [9].

Frank Müller y Mark Hoffmann son una pareja gay que vivió en la República Democrática Alemana en los años 80 y narra la siguiente experiencia de cuando decidieron mudarse juntos: “Cuando decidimos mudarnos juntos fuimos a la oficina de vivienda del gobierno y pedimos un apartamento. Dijimos: somos una pareja y queremos vivir juntos. En tres semanas nos atendieron. Hoy en día esto es algo inimaginable, no puedes encontrar un apartamento en Berlín en menos de seis meses” [10]

Es difícil para la gran mayoría de la juventud paraguaya siquiera imaginar este tipo de situaciones tan alejadas a nuestra realidad. Pero no solo es posible, sino que lo ha sido ya en el siglo pasado.

Cuba es un ejemplo reciente, en un brillante ejercicio de la democracia popular, aprobó un nuevo Código de las Familias extendiendo el acceso al matrimonio y a la adopción a las parejas homosexuales. Pero el nuevo código no se limita solo a eso, también “fortalece los derechos de las mujeres mediante la promoción de la distribución equitativa del trabajo doméstico entre hombres y mujeres” [11].

Militar más allá de nuestras identidades particulares

La mayoría de las organizaciones LGBTQ+ en nuestro país se enfoca en luchas particulares, por ejemplo en concientizar y sensibilizar a la población general sobre nuestras identidades y también se enfocan en la presión parlamentaria para la aprobación de leyes que amplíen nuestros derechos básicos, acciones de por sí muy loables en un contexto tan hostil como el nuestro.

Sin embargo, como Partido Comunista que está convencido en la necesidad de una línea revolucionaria y teniendo las experiencias socialistas que nos respaldan con grandes logros, sostenemos que la herramienta para lograr la trasformar esta sociedad es la organización política y la lucha revolucionaria, potenciando nuestra fuerza en la unidad de esa diversidad que somos y bajo la bandera de nuestra identidad común, la que nos hermana como clase trabajadora.

Más allá de con qué letras de las siglas LGBTQ+ nos sintamos identificados, fundamentalmente somos personas que pertenecemos a la clase de los desposeídos. No somos herederos de tierras malhabidas, ni tampoco de grandes fortunas, no somos explotadores, no depredamos bosques, no contaminamos ríos ni desalojamos a comunidades de sus tierras ancestrales, por lo tanto, lo que hacemos es vender nuestra fuerza de trabajo a cambio de un salario a un patrón que se apropia de nuestra producción.

Es ese conocimiento, de que en última instancia, las y los trabajadores estamos en las mismas condiciones, debe alentarnos a unificar nuestras luchas para emanciparnos como sociedad, y emanciparnos como mujeres, campesinos, las comunidades indígenas, los sindicatos, los ambientalistas, los estudiantes universitarios y secundarios, etc. 

Que esta urgente tarea no nos intimide, recordemos las palabras del camarada Mao, más vigentes que nunca: “Todo está sujeto a cambio. Las grandes fuerzas decadentes tendrán que ceder el lugar a las pequeñas fuerzas nacientes. Las fuerzas pequeñas se transformarán en grandes, porque la gran mayoría de la gente exige el cambio”. [12]

*Marcos Castellano es estudiante universitario y militante de la Juventud Comunista Paraguaya.


REFERENCIAS

**Imagen de inicio extraída de Pinterest.

[1] DEB, Pragyan et al. Cómo el Gran Confinamiento contribuyó a salvar vidas. Fondo Monetario Internacional, 02/jun./2020. Disponible en:https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2020/06/02/blog060220-how-the-great-lockdown-saved-lives Acceso en: 04/feb./2023 

[2] WOLF, Sherry. Sexualidade e socialismo: história, política e teoria da libertação LGBT. São Paulo, SP: Autonomia Literária, 2021.

[3] MINISTERIO PÚBLICO. Violencia Familiar: La Fiscalía atendió a 29.288 víctimas durante el 2021. Disponible en: https://ministeriopublico.gov.py/violencia-familiar- Acceso en: 04/feb./2023

[4] UNICEF. Todos somos responsables. UNICEF Paraguay, Asunción. Disponible en: https://www.unicef.org/paraguay/todos-somos-responsables Acceso en: 04/feb./2023

[5] GOURINCHAS, Pierre-Oliver. El crecimiento económico mundial se desacelera en medio de un panorama sombrío y más incierto. Fondo Monetario Internacional, 26/jul./2023. Disponible en: https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2022/07/26/blog-weo-update-july-2022 Acceso en: 04/feb./2023

[6] KOSE, Ayhan. El riesgo de una recesión mundial en 2023 aumenta en medio de alzas simultáneas de las tasas de interés. Banco Mundial, Washington, 15/sep./2022. Disponible en:https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2022/09/15/risk-of-global-recession-in-2023-rises-amid-simultaneous-rate-hikes Acceso en: 04/feb./2023

[7] LENIN, V.I. ¿Qué hacer? Problemas candentes de nuestro movimiento. Caracas, 2010.

[8] WOLF, Sherry. Socialismo e sexualidade

[9] idem.

[10] HUERTA, B. & ALESSI G. Casal gay relata clima «liberal» e diz que «era feliz» na Berlim comunista. UOL, São Paulo, 08/nov./2014. Disponible en: https://noticias.uol.com.br/internacional/ultimas-noticias/2014/11/08/casal-gay-relata-clima-de-liberdade-e-aceitacao-na-berim-comunista.htm  Véase también: https://news.stanford.edu/2018/12/29/east-germanys-lenient-laws-helped-unified-germany-become-gay-friendly/ Acceso en: 04/feb./2023

[11] BURGIS, Ben. Cuba aprobó la adopción y el matrimonio igualitarios. Revista Jacobin, 30/sep./2022. Disponible en: https://jacobinlat.com/2022/09/30/cuba-aprobo-adopcion-y-el-matrimonio-igualitarios/ Acceso en: 04/feb./2023

[12] MAO, Tsetung. El imperialismo norteamericano es un tigre de papel. Pekín, 1977. Disponible en: https://www.marxists.org/espanol/mao/escritos/IPT56s.html Acceso en: 04/feb./2023.