Denunciar el maquillaje encubridor de nuestra pobreza

Desde hace unos días circulan en medios de comunicación y redes sociales, datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) del Paraguay, sobre el empleo en general  y del empleo informal en particular, que corresponden al año 2020.

Ese documento da cuenta de que el 65,1% de la Población Económicamente Activa (PEA) está ocupada en el terreno de la informalidad. Y sobre este punto vale aclarar que, por empleo informal se entiende a la situación de incertidumbre e inestabilidad económica respecto a los ingresos de los trabajadores, a la violación de derechos laborales, a los elevados niveles de explotación y precarización de la clase trabajadora, a la ausencia de cotización al sistema de pensiones y a la falta de cobertura del sistema de seguridad social, en tanto estas actividades no se encuentran reguladas o controladas por las instituciones competentes.

En suma, la informalidad tiene mucho que ver con la calidad del empleo y para resolver la clasificación entre formales e informales, el INE asume que son formales todas aquellas personas que trabajan por cuenta propia y cuentan con el RUC, o aquellas que están empleadas en condición de dependencia y aportan al sistema de jubilación y pensión.

Con esta lógica, todas las personas que tienen RUC, aunque no tengan trabajo sostenido ni sus ingresos alcancen el Salario Mínimo Legal, igualmente son trabajadoras y trabajadores formales.

De esta manera, el Gobierno del Fraude intenta maquillar el altísimo grado de vulnerabilidad de millones de trabajadoras y trabajadores en nuestro país. Con estos datos, el trabajo informal supuestamente disminuyó del 71% al 65%, en plena pandemia.

¿Pero cuál fue la política gubernamental para disminuir la precariedad, la informalidad laboral? Según podemos deducir, la inclusión en el Registro Único de Contribuyentes (RUC), de quienes recibieron los subsidios para resistir la hambruna generada por la crisis capitalista agudizada por la pandemia, es la “política” de este gobierno para sacarnos de la informalidad.

Es una verdadera estafa que nos presenten este maquillaje para encubrir la creciente precarización laboral que se expresa de diversas formas, como la cantidad de trabajadoras y trabajadores que sufren explotación en empresas de manera permanente pero deben expedir facturas y  no tienen ni aguinaldo ni estabilidad laboral ni jubilación. O miles de trabajadoras y trabajadores con RUC pero cuyos ingresos no alcanzan el mínimo vigente, u otros que tienen RUC pero están sin ingresos. También están quienes tienen ingresos iguales o superiores al mínimo pero sin las condiciones laborales básicas en términos de seguridad social, como es el caso de miles de trabajadoras y trabajadores de la salud.

También, en estos días, apareció en los medios de comunicación, que durante la pandemia se dieron aumentos de precios importantes en productos de la canasta básica, y que el salario mínimo legal debería ser por lo menos Gs. 3.500.000. De hecho, desde el Partido Comunista ya hace tiempo habíamos insistido en que el salario mínimo debería ser de Gs. 4.000.000.

¿Cómo resolver esta situación de crisis que genera tanta pobreza y amenaza diariamente a tanta gente en lo económico, laboral, como también en el acceso a la salud y a otros servicios básicos?

Llamarnos, juntarnos, unirnos las mayorías trabajadoras para demostrarnos todo lo que tenemos en común, además del protagonismo nuestro en la producción de todo lo que nos rodea, es central para recuperar confianza en nuestra fuerza propia y elaborar la estrategia revolucionaria que nos  permita superar este injusto y criminal proyecto mafioso y corrupto encabezado por las patronales.

Nos toman del pelo, se burlan de nosotros, mienten, roban y saquean, nos entregan migajas y nos hacen creer que algunos políticos corruptos nomás son el problema. ¡De ninguna manera! El problema que tenemos en nuestro país y en el mundo es el capitalismo generador de saqueo, explotación, corrupción, consumismo, individualismo, división, hambre, inseguridad y muerte.

Denunciar esta política de engaño y maquillaje, desenmascarar a quienes nos roban y explotan, y sobre todo construir un proyecto propio para lograr derrotar a la mafia, se convierten en exigencias para la vida de cada trabajadora, cada trabajador y con quienes tenemos que insistir en encuentro, intercambio y organización. 


Imagen de inicio: Del pintor belga René Magritte.

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