La carta más hermosa del mundo. Escrita por Camila Carrera a su abuelo Antonio, militante revolucionario, miembro del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo, quien falleció el 24 de mayo reciente, «pasando a latir en cada corazón obrero», como expresó en un comunicado público su Partido Comunista.
Antonio Carrera nació el 17 de agosto de 1943 en Asunción, fue Secretario Político del Comité Regional de Buenos Aires y miembro del Comité Central del PCP durante estos últimos años, demostrando durante toda su vida un enorme compromiso con el proyecto de nueva sociedad. Activo militante por los derechos humanos, estuvo involucrado fuertemente en la defensa de los 6 campesinos presos políticos, y por la libertad y la causa de las víctimas de la Masacre de Curuguaty. El camarada «Guille», como se lo reconocía en tiempos de clandestinidad, tuvo que ir al exilio a muy temprana edad, y fue allí, en la capital bonaerense que recibió a tantos luchadores paraguayos, donde residió con su familia desde entonces. Como obrero de la construcción se sumó al Partido Comunista Paraguayo antes de cumplir 20 años hasta su fallecimiento, el 24 de mayo pasado en Argentina, a los 77 años.
Esta emocionante carta que compartimos íntegra a continuación, fue escrita ese mismo día por su nieta Camila, como expresión del legado de amor, ternura y fortaleza inacabable del «hombre nuevo» que será por siempre su abuelo, el camarada Antonio:
Mi abuelo, mi Cacique
Toda tu historia en mí, células de tus células, ideas de tus ideas, mis rasgos, tus rasgos dándome forma guaraní.
Todos tenemos un abuelo paraguayo. Se nos multiplica tu lucha. Legado de humanidad, referente del mundo sin saber que también del espíritu.
Buen ejemplo de militancia amorosa ¿a quién no entregaste tu don de discurso y palabra fuerte en medio de este desastre? Echando luz con tu propia lucidez que no me explico dónde nació, sino fue en la misma tierra sagrada de tu infancia, el Paraguay.
Aunque mucho el dolor, siempre una carcajada ancestral, siempre un gesto de dulzura. Enternecido de ofrendas que te supe inventar, mi propia versión del servicio en el que me supiste guiar.
Solo esperar que no pare de renovarse la vida en reflejos tuyos por el mundo todo, que sabés contemplar desde tus manos que son mapas geopolíticos de análisis. Tu lengua filosa de historia describiendo coyunturas atendiendo todos los factores. Sin dejar de lado la puteada, necesaria emoción para una lucha real.
“Compañerita”, me llamaste dándome lugar y entidad entre tus verdades de utopía. No puedo evitar así el deseo de renovarte en mí, y en lo que vendrá.
Que aunque nos persigan las ideas y nos hostiguen el amor, no existe paradigma que nos pueda detener el sentido.
“No descansan, día y noche trabajan estrategias” me advertiste. Nosotros tampoco, día y noche amamos. Resistencia en cada acto porque resistencia es tu solidaridad, tu entrega y tu convicción. Guisos y sopas que ofrecías y “que ni en la cárcel vas a probar” y “que te va a hacer salir corriendo hasta el río, ida y vuelta por la avenida”. Lo que espero sea un vaticinio, de lo que será ir corriendo y hallar al Dios, “vos y tu dios” me disputabas, Ateo. Sin querer saber que algún dios precolombino te abraza y nos abraza. Y sabiendo que sí, porque vos me mostraste el ÑANDE’ KUERA: todos nosotros juntos, la unidad. Y CHOCOKUE, ¡reforma agraria!. Los mil libros, el Página 12, mate al sol, tereré en verano, tortillas pacientes, las cartas, el dominó, Telesur, el fútbol, “las aguas negras del imperialismo”, el opio de los pueblos, Sandino, Chávez, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Lumumba, el Che y Fidel; nuestra gente, los trabajadores y en tu Viejita, un Pueblo entero. En tu compañera, La compañera. El periódico, el partido, los actos, Los Camaradas. Vos el generoso, vos el compromiso. Sensible a todo, vimos golpes por tv, guerras cobardes, negocios de mierda. El repudio, con fervor a la contracara de la Revolución que encarnamos porque «guaraníes fueron los primeros comunistas y no me mancillen esta verdad que somos».
“Che remiariro”, tan preciosa esa lengua nuestra, yo la nieta del abuelo. La más dulce de las lenguas nombraron por ahí pero yo lo sé de oírte a vos, maravillada. Gracias por tanta magia, saber y praxis. Por vos me fui a la lucha, centro de estudiantes, universidad pública, educación popular, viaje al Paraguay, vigilia permanente en Consulado Boliviano. Y cuando me sentí vencida, perdida en la locura de no poder salvar nada, desperté. Ahora sé y espero sepas. Ya se ganó. Una nueva conciencia, el hombre nuevo, la mujer nueva. La era está pariendo un corazón y estas sombras que vemos son solo manotazos desesperados, infértiles. Nada tienen que ver con tu jardín, con la primavera, ni con nuestra Pachamama.
¡¡ Vivan los Pueblos del mundo !! ¡¡ Viva tu lucha !! ¡¡ Viva este amor !!

Imagen de inicio: Antonio Carrera, fotografía tomada por Alma Monges.
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