Paraguay entre el viejo mundo que se muere y el nuevo que tarda en aparecer

Por Alhelí González Cáceres [i]

“La fraseología pseudo revolucionaria no crea nada profundo y permanente. Y lo que predomina, lo que imprime a la historia el ritmo del progreso, lo que determina el avance seguro e incoercible de la civilización comunista no son los “muchachos”, no es el lumpenproletariado, no son los “bohemios”, los diletantes, los románticos melenudos y excitados, sino las densas masas de los obreros de clase, los férreos batallones del proletariado consciente y disciplinado”. Gramsci, 1919

La crisis económica catalizada por la pandemia ha puesto en evidencia la inviabilidad del modo de producción capitalista tanto en lo económico, como en lo social y ambiental, poniendo en riesgo la propia supervivencia de las especies que habitamos el planeta, resultado de su voracidad por acumular riquezas al costo que sea. Y en el mismo orden, ha señalado la insostenibilidad del Estado oligárquico y mafioso, entendido este como resultado de las diversas y profundas determinaciones sociales e históricas que derivan de las formas locales asumidas por el capital en su proceso de expansión y consolidación a nivel mundial, regional y, por supuesto, nacional, las cuales han sentado las bases de la catástrofe social en la que hoy vivimos las mayorías trabajadoras del campo y la ciudad, en el marco de una crisis sanitaria sin precedentes al menos en la historia reciente de nuestro país.

En este contexto de crisis sanitaria salta a la luz no sólo la incapacidad de gestión y el nulo interés del gobierno neoestronista de Mario Abdo Benítez por responder a los clamores de un pueblo vilipendiado y envilecido por los sucesivos gobiernos de la oligarquía paraguaya que se sintetiza en el Partido Colorado, sino que además, arroja luz respecto a la inviabilidad del proyecto país de la oligarquía paraguaya y, por supuesto, de su Estado, carcomido por la mafia y la corrupción, expresión no sólo de la degradación moral y cultural de las clases dominantes, sino de las formas que ha encontrado el capital para su acumulación y valorización, basadas en el predominio de las actividades ilícitas e ilegales como el narcotráfico, el contrabando, el lavado de dinero y el desarrollo de un sector primario exportador altamente mecanizado y vinculado al mercado internacional, sin capacidad de absorción de la fuerza de trabajo y cuya expansión ha derivado históricamente en el éxodo de la población rural, campesina e indígena, colocando a la tierra en el centro de la disputa.

Desde la derrota de 1870 y la ocupación brasileña en alianza con las tropas legionarias que habían traicionado al Mariscal López, y de las cuales resultan los partidos tradicionales conservadores que dominan el escenario político desde su fundación en 1887 hasta la actualidad, observamos la consolidación de un Estado dependiente y subordinado a los intereses del capital extranjero, por un lado, y por el otro, como el principal instrumento a través del cual las clases dominantes surgidas de la ocupación se han apropiado de las riquezas y del territorio, inaugurando las prácticas prebendarias y clientelares que se vieron consolidadas y profundizadas durante la tiranía militar fascista de Stroessner, quien se sirvió de la estructura estatal para enriquecerse y enriquecer a su círculo más cercano a través de contratos fraudulentos con el Estado, de la apropiación ilegal de las tierras públicas y del direccionamiento de los recursos públicos hacia una red de seccionales que cumplirían no sólo el rol social del Estado, sino también el de una verdadera red de inteligencia al servicio de la dictadura.

La trilogía Partido-Estado-Fuerzas Armadas, de la tiranía militar había consolidado la visión del Estado y sus instituciones como feudos del partido de gobierno y las castas familiares vinculadas a la dictadura; en donde la afiliación a la ANR se constituía en conditio sine qua non para el ejercicio profesional dentro de la función pública, al mismo tiempo en el que se consolidó con base en la persecución, tortura y desaparición forzosa, un nuevo sujeto social estructurado por el miedo, la represión, la aberración hacia el comunismo y la infiltración como mecanismos de supervivencia en un verdadero estado del terror.

Los vestigios del régimen tiránico del que nunca nos hemos deshecho son los que hoy se evidencian en la criminalización de la protesta social y la persecución de manifestantes que han venido sosteniendo masivas movilizaciones en contra del manejo corrupto de los bienes públicos, ante la indolencia del Estado hacia los problemas que afectan a toda la población, golpeando con mayor fuerza aún a los sectores más vulnerablizados: a la falta de insumos hospitalarios y el contrabando de medicinas fundamentales para el tratamiento de pacientes enfermos de covid-19, al robo descarado de los recursos públicos y el enriquecimiento ilícito de quienes nos gobiernan, frente al desempleo, la pobreza,  y la precarización laboral de miles de compatriotas cuya sobrevivencia depende hoy de las ollas populares.

Asunción, marzo de 2021. Fotog. Gentileza de Ñamandu.

A este escenario desolador para las mayorías trabajadoras que se debaten diariamente entre el hambre, el desempleo y la enfermedad, se añaden las sistemáticas violaciones de los  derechos humanos por parte del aparato represivo del Estado y la saña con la que han arremetido hacia ciudadanos movilizados y, en donde, en el marco de una sociedad convulsionada por la desigualdad extrema, declaraciones como las que realizara el día de ayer el Ministro de Defensa, Bernardino Soto Estigarribia, cuestionando con dureza hedionda y afirmaciones mentirosas las movilizaciones masivas, encienden las alarmas para una sociedad que ya carga sobre sus espaldas con el secuestro, la tortura y el asesinato de las niñas argentinas María Carmen y María Lilian de tan sólo 11 años, en manos de las fuerzas militares el pasado mes de setiembre, con la carga simbólica que representa al estar liderado por nada más y nada menos que Mario Abdo, hijo de la dictadura.

Bernardino Soto Estigarribia es nada más y nada menos que ex miembro del Batallón Escolta Presidencial de Stroessner, formado en la Escuela de las Américas, que vale recordar fue fundada y operada por el Ejército de los Estados Unidos en el año 1946 en Panamá, para adiestrar en técnicas de tortura y muerte a policías y militares de las dictaduras que azotaron a Nuestra América, en el marco de la Doctrina de Seguridad Nacional en el contexto de la Guerra Fría y la lucha contra el comunismo, formando a verdaderos monstruos, responsables de la tortura, desaparición y secuestro de miles de seres humanos a lo largo y ancho del continente, y en donde Bernardino Soto fue también instructor.

En este contexto, en el que el viejo mundo diseñado por la oligarquía mafiosa instaurada desde hace más de un siglo se resiste a morir, y en donde se hace sentir la emergencia cada vez con mayor fuerza de una masa crítica y consciente de las atrocidades de la dictadura y sobre todo, hastiada de la corrupción, el despotismo y la ignominia de un Estado criminal, surge ese claroscuro del que hablaba Gramsci, aquel repleto de monstruos, vestigios de aquellas páginas deshonrosas que guarda la historia de Nuestra América, este claroscuro en el que surgen de nuevo los testaferros de los dioses del ocaso, como dijera el poeta y músico revolucionario Silvio Rodríguez.

Ante el renacer de los monstruos del ocaso corresponde la ofensiva de la clase obrera, consciente y organizada en función de un proyecto superador que no puede ser otro que la negación del capitalismo como forma de seguir organizando la producción de la vida social y material, y en esa lucha contra el capitalismo, nos encontramos al mismo tiempo ante el deber histórico que como sociedad tenemos, la de enterrar al stronismo y junto con él, a este Estado mafioso, corrupto y asesino.


[i] Licenciada en Economía por la Universidad “Hermanos Saíz Montes de Oca”, Cuba. Maestranda en Ciencias Sociales (FLACSO-Py). Militante comunista, responsable de la Secretaría Nacional de Ideología y del Comité de Mujeres del Partido Comunista Paraguayo (PCP). Presidenta de la Sociedad de Economía Política del Paraguay (SEP-Py). Integra los Grupos de Trabajo “Crisis y Economía Mundial” y “Marxismos y Resistencias desde el Sur Global” de CLACSO.

Imagen de inicio: Local central del partido colorado en llamas durante las protestas masivas en Paraguay, marzo del 2021. Foto extraída de redes sociales.

Un comentario sobre “Paraguay entre el viejo mundo que se muere y el nuevo que tarda en aparecer

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  1. Brillante el articulo de Alheli, que describe crudamente nuestra realidad historica y presente, cuyos atroces resultados estan a la vista, estan al sentir de nuestra impotencia. Hoy estamos movilizados y con una conciencia cada vez mas critica. Yo espero que esa conciencia tenga su madurez en la organizacion pues no bastara solo manifestarnos y repudiar. Por lo que celebro la linea de este articulo y de este medio de difusión que siempre impulsa a pensar que la masa trabajadora de por aqui y de mas alla de 4 Mojones tenemos el poder para luchar si nos organizamos. La inviabilidad del modo de producción capitalista, la insostenibilidad del Estado oligargico y mafioso ya no va mas, nos indican. Haremos el esfuerzo correspondiente, las trabajadoras y los trabajadores de esta sociedad!!!

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