CON-TEXTO |Por Miguel H. López

Antes de que finalice 2020 –un año terrible, particularmente para la clase trabajadora y la población desposeída del país, empeorado por la pandemia de Covid-19- unos 700 mil compatriotas, de esos que apenas sobreviven, quedarán cautivos dentro del perverso sistema tributario nacional. A través del llamado Régimen Simplificado para Pequeñas Empresas (Resimple), quienes cobren el tercer simbólico subsidio del Estado Pytyvõ (G. 500.000) por la cuarentena sanitaria que terminó de hundirles en la miseria, habrán ratificado su sentencia: como cuentapropistas quedarán inscriptos automáticamente dentro del mecanismo de impuestos. El embuste contra los más necesitados resultó magistral. El hijodeputismo de los legisladores y la inmoral angurria de Hacienda terminarán por pasar la filosa navaja sobre el delgado pescuezo de la gente.

Las autoridades salieron a cruzar culpas hacia otros, buscando sacarse de encima la acusatoria carga, y a tratar de explicar con argucias técnicas que la acción formalizará el sistema y a quienes se anotaron en los registros del Estado desesperados porque la larga emergencia sanitaria ya los tiene rumiando inanición y miseria. En el fondo, todos los justificativos son sencillamente desplantes de unas autoridades que desprecian de corazón a quienes no tienen dónde morir, porque en contrapartida deben preservar privilegios de las mezquinas oligarquías fraudulentas y de castas corruptas y prebendarias, empotradas en las cúspides públicas y privadas.

Es de desgraciados aprovecharse de la extrema necesidad de los demás, en un contexto de desesperación por pandemia bajo la amenaza constante de perecer ante el avance del nuevo coronavirus. Es de mal nacidos valerse del hambre y la impotencia de los pobres urdiendo tan artero engaño para que los mismos afectados –sin saberlo- se coloquen la soga al cuello y se arrojen al vacío detrás de un pedazo de pan.

La formalización de la economía del país no debe darse por el lado que menos recursos mueve, mientras el contrabando de toda laya y las mafias hacen circular drogas y todo tipo de enjundias y lavados de dinero, sin control.  Del modo en que están obrando, las autoridades toman el bisturí para abrir las entrañas del pueblo hambreado y apropiarse hasta del último órgano vital; mientras prestan vista gorda, con desparpajo y cómplice omisión e inacción a los evasores, ladrones y corruptos de toda estirpe, que mueven los hilos de la política y aceitan canonjías en los pestilentes retretes públicos en los que se convirtieron las oficinas de los Poderes del Estado.

El Resimple, travestido de casi inocente mecanismo de tributo, es el grillete que hallaron los poderosos del sistema para succionar hasta la última gota de sangre a quienes precisamente poco o nada tienen. Y en contrapartida devolverle sus tributos, impregnados de evasión a gran escala, a los empresarios del agronegocio extractivista, de la ganadería y la especulación, con sonrisa complacida, abyecta y servil inclinación de espalda.

Resistir a estas autoridades y sus abusos, manoseos e indignidades, siempre será el gesto más correcto por parte de la población. Rebelarse ante las tiranías, de la naturaleza que fueren, incluyendo las tributarias, es hasta un decoroso acto constitucional y humano. La gente debe recordar que la historia jamás se acuerda de los cobardes, por eso tiene la obligación hasta moral de inscribirse en pasajes gloriosos en la memoria de su pueblo…