Devoradores

Editorial del 28 de setiembre de 2020

Luchar con fuego. Ese fue el título de nuestro editorial del pasado 31 de agosto, en el que dijimos que “los incendios son la imagen de un país con una dirección podrida de corrupción y mezquindad, que con su brutalidad pretende seguir ganando dinero quemando el futuro de la gente”, haciendo referencia a los incendios de esos días. Situación agravada hasta el extremo este fin de semana,  con la existencia de más de 1900 focos de fuego en el país.

En la capital, el incendio de Cateura generó niveles de contaminación de los cuales no tenemos dimensión sobre los daños al medio ambiente y a nuestra salud. En las coberturas televisivas, más de una persona denunció que el incendio en la zona es producto del interés que tiene una empresa para quedarse con el negocio de la recolección de basura. Por otro lado, es muy sabido que los sojeros y ganaderos realizan quemas de territorios para pastura y monocultivo a gran escala, siendo la causa principal de esta catástrofe que se extiende en toda la región.

El calor infernal que vivimos en estos días es consecuencia del desastre ambiental promovido por los monopolios capitalistas y sus representantes locales, que devoran todo a su paso con criminal irresponsabilidad y ordenan los Estados para evadir las leyes de protección y para que además persigan a las organizaciones que enfrentan estas injusticias, presentándolas como peligrosas.

Las patronales son devoradoras insaciables. Las cúpulas políticas colorada y liberal, junto a una mayoría parlamentaria corrupta en muchos casos y cobarde en otros, siguen organizando su trabajo político al servicio de esos angurrientos intereses.

Maquillan su saqueo mostrando la corrupción cada tanto tiempo, como ahora pasa con un grupo de empresas evasoras que fue sorprendida y cuyos nombres fueron publicados por Última Hora, periódico del grupo Vierci, conocido, entre otras cosas, por el contrabando a gran escala.

Mienten y trasladan sus responsabilidades permanentemente. El pasado miércoles, el delincuente y mediocre Abdo Benítez dio un discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas, presentando a su gobierno como el que más invirtió en salud, cuando en realidad se aprovechó de la pandemia para desviar y malgastar dinero en nombre de la salud.

Del lado de quienes defendemos la distribución justa de las riquezas, el cuidado de la naturaleza, la plena vigencia de la seguridad social para cada trabajador y trabajadora, la tierra para la producción agroecológica, la industrialización con participación de la clase trabajadora en la dirección de las empresas, la salud y la educación gratuitas y de calidad, el desarrollo científico y productivo cuyo primer compromiso sea eliminar el hambre y desarrollar bienes y servicios de acuerdo a las necesidades del pueblo paraguayo, sabemos que debemos recuperar la confianza en nuestra fuerza y desarrollar liderazgos honestos, valientes, inteligentes, solidarios y con total capacidad para trabajo colectivo.

Los devoradores no pararán si no los paramos. La mafia no tiene escrúpulos y es la principal dirigente que tienen las patronales y su Estado. Lastimosamente, la mayor parte de los empresarios, terratenientes, banqueros y dueños de medios de comunicación, prefieren ser dominados por la mafia antes que perder su condición de explotadores. Entre un proyecto dirigido por las mayorías trabajadoras del campo y la ciudad y otro dirigido por la mafia, las patronales no tienen dudas: prefieren a la mafia, porque además de abrir las condiciones para que este orden de cosas continúe en beneficio de sus bolsillos, en sus cabezas se ha desarrollado la cultura degradante de los saqueadores.

Sabemos que esa amplia unidad de las mayorías trabajadoras no será sencilla ni rápida. La unidad de acción entre sindicatos, movimientos campesinos, estudiantiles, barriales, indígenas, demostrando que respetamos acuerdos, que sabemos trabajar amplia y colectivamente y que no nos vendemos, es un paso necesario. Y esta unidad también debe evitar que aparezcan liderazgos sociales viciados, con trayectoria oportunista y entreguista.

El Presupuesto General de la Nación 2021 que presentó el gobierno es una propuesta para la continuidad de este infierno y no basta solo con ajustes para resolver los problemas de las mayorías. De esto tampoco tenemos dudas.

Necesitamos garantizar ajustes salariales para recuperar la capacidad adquisitiva de toda la clase trabajadora; garantizar una reforma tributaria para que las minorías millonarias paguen lo que les corresponde; necesitamos grandes inversiones en salud; necesitamos el replanteo de la educación como fundamento del desarrollo nacional; recuperar tierras para realizar una total reforma del modelo productivo.

Un proyecto de país que beneficie a las mayorías necesariamente requiere de otro gobierno y de otro Estado. Y para avanzar en la toma del poder por la clase trabajadora, insistimos, la unidad social de base, desde abajo, es la única garantía. Y la batalla por un presupuesto justo y necesario es una más que interesante prueba para calibrar nuestra madurez política. Si no identificamos con claridad a los devoradores y su proyecto, corremos el peligro de ser consumidos por su fuego voraz.

Ilustración de portada: David Eusebio.

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