Editorial del 10 de agosto del 2021.
Los datos estadísticos demuestran que en nuestro país las ganancias de los ricos cada vez son más grandes y las ganancias de los pobres cada vez peores [1]. La terrible e injusta brecha se agranda.
Una gran mayoría de trabajadoras y trabajadores sentimos diariamente la suba de precios de los productos necesarios para vivir, para alimentar a nuestras familias, con toda la angustia que genera el hecho de no tener suficiente dinero para consumir alimentos sanos y nutritivos, teniendo que ajustar nuestra nutrición mientras una minoría de familias sigue despilfarrando el dinero aprovechando sus privilegios con la evasión de impuestos, los diferentes tráficos ilegales y todo tipo de trampas y corrupción para robar el dinero que pertenece a todas las familias paraguayas.
Cuando hablamos de mayorías trabajadoras, nos referimos a millones de personas que no son millonarias, no son dueñas de grandes empresas, bancos o grandes extensiones de tierras, solo son dueñas de su propia fuerza de trabajo, y al mismo tiempo son las que sostienen toda la producción de bienes y servicios en nuestro país.
Por eso decimos que ese dinero que hace multimillonarias a unas pocas familias nos pertenece, porque todo el proceso productivo en nuestro país es operado por trabajadoras y trabajadores. Los patrones no producen nada, absolutamente nada, y sin embargo, gracias a la lógica de explotación capitalista que coloca esta injusticia como “normal” o “natural”, miles de trabajadores se resignan, se entregan y ya no tienen fuerzas para organizarse y defender sus derechos y todo lo que les pertenece.
En este marco, sectores como camioneros, docentes, campesinas y campesinos, pueblos indígenas, así como trabajadores que aportan al sistema de jubilaciones, se movilizan. Camioneros por una ley que impida la especulación de sojeros para pagarles miserias. Docentes buscan un necesario reajuste salarial. Campesinos reclaman cumplimiento de acuerdos y atención a la producción agrícola. Pueblos indígenas resisten al despojo de sus territorios ancestrales. Trabajadores defienden sus ahorros depositados para evitar el vaciamiento y la privatización del sistema de jubilaciones y pensiones. Todos estos reclamos son justos.
Esta situación agudiza la crisis que se viene arrastrando y las propuestas que plantean las patronales y su organización productiva sigue estimulando las escandalosas desigualdades. No tienen salida para esta crisis.
Es urgente fortalecer la unidad por abajo, exigirnos cumplimiento de acuerdos y elección de liderazgos honestos, solidarios y combativos, desde las organizaciones sociales como los sindicatos, movimientos campesinos, indígenas, territoriales, estudiantiles. No hay otro camino.
Pensar en que la unidad de las actuales dirigencias sociales y políticas es el camino, es favorecer desviaciones que terminarán desilusionando a las mayorías trabajadoras, porque una parte importante de las actuales dirigencias sociales y políticas no asumen la responsabilidad y la seriedad de esta crisis, y siguen apostando a procesos electorales que no son el resultado del crecimiento de consciencia honesta, solidaria y combativa desde abajo. Por ejemplo, creen que será suficiente administrar el Estado de otra manera para resolver los problemas de aumento de precios, desempleo, trabajo informal, precios de fletes, democratización de tierras para producción diversificada, reajustes salariales o seguridad social y jubilación digna.
Debemos ser muy serios, objetivamente no podremos resolver ninguno de estos problemas, como tampoco podremos resolver la recuperación de la soberanía sobre Itaipú y la instalación de una justicia capaz de combatir con fuerza a la corrupción y la mafia, porque el Estado que existe en el Paraguay está organizado para la continuidad de los privilegios de esa minoría explotadora, corrupta y mafiosa, encabezada por Horacio Cartes, Vierci, Wasmosy, así como por grandes banqueros y terratenientes, todos representados por las diversas expresiones de las direcciones políticas conservadoras del Partido Colorado, el Partido Liberal Radical Auténtico, el Partido Patria Querida y otras organizaciones políticas funcionales a la dominación de la mafia y la politiquería corrupta.
Otro Estado, producto de un proceso de organización y de lucha de las mayorías trabajadoras, es la única salida. Y la urgencia nos obliga a trabajar con la gente en nuestros lugares de vivienda, de estudio y de trabajo. El poder de los mafiosos y corruptos acumula medios de producción, medios de comunicación y organiza este Estado para seguir acumulando riquezas explotando, mintiendo y saqueando.
Es a consecuencia de este complejo escenario, que todo atajo electoral, por más bien intencionado que sea, si no dispone de un desarrollo social importante de las mayorías trabajadoras, tanto en el campo como en la ciudad, con liderazgos honestos, solidarios y combativos, no logrará instalar el programa de cambios que garantice todos los derechos que hoy no tenemos para superar esta situación que nos está generando tantas necesidades y angustias.
[1] Instituto Nacional de Estadística, 2019.
Imagen de inicio: Fotografía extraída de internet y editada.
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