Aurorita, la niña asesinada por la FTC, hoy cumplía 12 años

Por Pedro Espinoza

Hoy 5 de febrero debía haber cumplido 12 años una de las niñas asesinadas en Yby Ya’u por la FTC, María Carmen Villalba, conocida como Aurorita.

Aurorita nació en la más dura condición a raíz de la situación de sus padres biológicos Magna María Meza y Osvaldo Villalba, combatientes del Ejército del Pueblo Paraguayo. Pronto fue separada de su madre y pasó a resguardo de la solidaridad bajo riesgo con decisiones de coraje, un gran sentido humanitario pudo asegurarle su corta existencia hasta el 2 de setiembre pasado. Niña ciudadana argentina, registrada con todo derecho, al cuidado de su tía Laura Villalba, escolarizada en el sistema público en Puerto Rico, provincia de Misiones del vecino país. Es de público conocimiento lo acontecido posteriormente.

El Estado paraguayo y particularmente el gobierno oligárquico mafioso de Mario Abdo en su «lucha» contra el EPP ha llevado acciones inhumanas quebrando de la forma más sucia el marco legal y los acuerdos internacionales vigentes para los conflictos beligerantes. Así como la terrorífica manía de soterrar todo intento de ruptura de su opresión por parte de la clase explotada, para este vil garrote está en primera línea el Ministerio Público, servil beneficiario de la prosapia repugnante, como es la oligarquía mafiosa y rudimentaria de nuestro país.

Montajes de hechos punibles, torturas, ejecuciones, altas condenas sin pruebas, aplicación de leyes liberticidas artificiosas y ahora desapariciones forzadas. Además del vicio de la corrupción y nulo interés por el Estado de derecho o la justicia. La represión como solución ensayada para devolverle su «paz y seguridad». La brutalidad ignominiosa.

Que el Estado paraguayo no dé seguimiento a las exigencias nacionales e internacionales para que se aclaren los hechos, no significa que borrará su crimen. Inclusive, y precisamente hoy, los reclamos de la Alta Comisionada de la NN.UU para los Derechos Humanos, con sede en Ginebra, Suiza; tanto por la desaparición de Carmen Elizabeth Oviedo Villalba y las ejecuciones de las primas María Carmen y Lilian Mariana Villalba el 2 de setiembre pasado, cobran fuerza a nivel internacional.

No es la primera vez que el stronismo, hoy con Mario Abdo como representante, atenta contra la vida de niñas y niños. Las bestiales torturas y asesinato de Joelito Filártiga en 1976; las torturas, herida de bala y apresamiento de Apolonia Flores a sus 12 años en 1980; los más de 200 ninos, niñas y adolescentes presos en Emboscada, la famosa cárcel de niños, cuyos registros obran en el «Archivo del Terror» y el Informe Final de la Comisión de Verdad y Justicia; así como la sistemática violación de niñas recluidas en casas preparadas como terroríficos arenes del tirano y otros altos mandatarios de su gobierno, conforman el historial criminal de aquel régimen, cuya herencia ha generado de vuelta el repudio internacional con el asesinato de Aurorita y Lilian.

Ficha de Apolonia Flores. Archivo del Terror.

En todos los casos como denominador común; los relatos fabulosos y libreto calcado, son recurrentes para justificar las atrocidades y atentados contra los derechos de la niñez y la vida por parte del Estado paraguayo, sus órganos represores o paraestatales de asesinos y torturadores.

Hoy no hay torta, no hay globos ni hay bullicio en el cumpleaños de Aurorita porque fue llevada a la tumba por balas del propio Estado. Tumba abierta una vez más para albergar víctimas en el suelo de una sufrida América que la vio nacer, la sintió jugar, correr en el patio de su casa, en la escuela, volver a la patria de sus padres para abrazar a su familia; pero que nunca podrá verla crecer. La resguarda como a tantas, con las venas abiertas y la tierra enrojecida de sangre inocente.

Es la reiteración de la histórica violencia y desigualdad impuestas desde un vigente orden injusto, precisamente a punta de garrote y gatillo como maniobras del poder de clase.

No será suficiente denunciar las patrañas de este Estado y sus lacayos, es urgente la construcción de un nuevo poder, con inclusión unitaria desde abajo, juntos, como trabajadores, trabajadoras, como pueblo. Un nuevo poder que inaugure un Estado superador de la democracia ritual.

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