Editorial del 3 de septiembre de 2025


47.250.000 (cuarenta y siete millones doscientos cincuenta mil) salarios de 2.900.000 gs representa el Presupuesto General de la Nación (PGN) para el año 2026. Más de 47 millones de salarios de 2.900.000 gs para sostener al Estado, desde el Presidente de la República hasta los parlamentarios, y todos los miembros de los tres poderes del Estado.

Ese es nuestro dinero. La mayor parte de ese dineral es el resultado de todos los impuestos que pagamos las trabajadoras y los trabajadores. Nosotros financiamos el funcionamiento del Estado. Nosotros pagamos las deudas del Estado. Nosotros les pagamos el sueldo a los Santiago Peña, Pedro Alliana, Bachi Núñez, Latorre o a los jueces del Poder Judicial. Sostenemos a toda una estructura que no nos garantiza el cumplimiento del Código Laboral, la estabilidad laboral, el pago por horas extras, el seguro médico, la jubilación. Al contrario, sostenemos con nuestro dinero a un Estado que funciona en nuestra contra y además logró que a nuestros empleados, como son quienes ejercen cargos en los tres poderes del Estado, nosotros le veamos como nuestros jefes, nuestras autoridades a las cuales obedecer.

Es injusto y hasta ridículo, pero es real. 

El Estado que funciona en el Paraguay está estructurado para favorecer a los grandes empresarios, banqueros y terratenientes. Por eso a ellos casi no les cobra impuestos y les financia con dinero nuestro, varias de sus actividades, a través del Banco Nacional de Fomento (BNF), la Agencia Financiera para el Desarrollo (AFD) y subsidios al combustible y diversos servicios básicos, además de permitir y defender la violación de derechos laborales para abaratar los costos de los patrones.

Recordemos también que el IPS es de los trabajadores. Y tan solo al IPS, el Estado le debe más de 640 millones de dólares. A esa deuda, se suma la utilización del dinero de los trabajadores como a ellos les convenga.

El gobierno no piensa ni dispone recursos para organizar al Estado para dar cobertura de calidad al sistema de salud y al sistema educativo. Solo maquilla para ocultar su verdadero rostro. Tampoco piensa en invertir para que los controles en cuanto al cumplimiento del Código Laboral y el derecho a la sindicalización se cumplan en todas las empresas. No invierte para recuperar tierras malhabidas y usurpadas por sojeros y ganaderos. Tampoco usa nuestro dinero para cuidar el medioambiente y evitar que los agronegocios contaminen nuestro entorno. El PGN no se organizó para que en 2026 se ajusten nuestros ingresos para poder adquirir las mercancías que años atrás podíamos y hoy ya no están a nuestro alcance. Ni por si acaso el PGN contempla fuertes políticas culturales ni defensa y recuperación de los territorios ancestrales de los pueblos indígenas. Y citamos estas cuestiones a modo de ejemplo nada más, para entender que el discurso del gobierno es absolutamente falso.

Y cuando se reclama el respeto a nuestros derechos, se les pone en frente a los micro y pequeños empresarios, que emplean a la mayoría de la clase trabajadora, sin condiciones para cumplir la ley. La promoción del “emprendedurismo”, el trabajo informal y el desempleo son tres grandes trabas para la defensa y recuperación de derechos, porque funcionan para legitimar el sistema de explotación y financiamiento de un Estado que perjudica a las mayorías.

En el caso de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), el problema central es que el capitalismo está organizado para que los grandes negocios ganen. La tendencia es a concentrar capital, a fusionar empresas. Las mipymes, mientras no sean parte de una estrategia de desarrollo que contemple la formación de redes por rama de producción de bienes y/o servicios, mientras no expandan formas cooperativas, no tendrán posibilidad de mejorar sus costos ni competir, y seguirán violando las leyes laborales y entonces favoreciendo empleos inseguros y generadores de angustiantes deudas.

Por estas y otras, decimos que existen millones de razones para organizarnos en contra de este Estado, desenmascarar su funcionamiento, pelear por un Estado y un presupuesto general de la nación acorde a nuestras necesidades, teniendo en cuenta que es nuestro dinero.