Paraguay | Por Oscar Herreros Usher


El presidente nominal del Paraguay, Santiago Peña, estuvo de visita en Buenos Aires a principios de julio para la reunión de Jefes de Estado del MERCOSUR, y, de paso, participó del conversatorio central por el 48° aniversario de la Fundación Mediterránea. Allí, ante figuras de los negocios, la academia y la política regional, destacó el actual modelo paraguayo como un “oasis de estabilidad” y un “caso de estudio” para América Latina. 

«No hay sindicatos en el sector privado»: La frase polémica de Santiago Peña

En esa reunión  Santiago Peña se encontró con empresarios, es decir, capitalistas ,donde se sintió como pez en el agua y según relata una noticia traída por un medio de prensa local  no se cuidó de enmascarar su lenguaje como hace aquí para convencernos de que «estamos mejor».

El citado medio de prensa reproduce las palabras del presidente:

“Un elemento que obviamente algunas personas pueden mirarlo de una manera negativa, pero el 80 % de todos los sindicatos en el Paraguay están en el sector público. No hay leyes que le impidan la libre asociación en agrupaciones gremiales, pero la realidad es que nosotros tenemos que lidiar con el sindicato de los médicos, de los docentes…, en el privado no hay, no existe, es impensado”

Previamente, el artículo hacía este comentario:

La pasividad gremial es siempre un parámetro de éxito en cada informe del Ministerio del Trabajo a Santiago Peña en las reuniones del Consejo de Ministros, donde Mónica Recalde resalta como logro de gestión que existan cero huelgas y cero paros.

Este mismo elemento trasladó el presidente a su lista de ventajas para invertir en Paraguay, porque no hay sindicatos que protesten por las condiciones laborales en el sector privado, ya que la mayoría está en el público, como una piedra en su zapato.

Pasividad gremial en Paraguay: ¿Por qué el gobierno la considera un “parámetro de éxito”?

La organización de los trabajadores es lo que más temen los patrones. La asociación y la organización es lo que da fuerza a la clase trabajadora. Las y los trabajadores juntos pueden más que cada uno individualmente. Los sindicatos, como forma moderna y «legal» de  organización de clase permite a las y los trabajadores tomar conciencia de la situación de explotación en que viven y decidir en cada momento y circunstancia cuáles son los modos más eficientes y oportunos para arrancar a la patronal los derechos que les son negados, siendo la huelga el arma más contundente. Con sindicatos, con organización, se puede luchar con alguna esperanza de éxito. Sin organización, sin sindicatos, solo queda aguantar.

Las trabas burocráticas para formar sindicatos en Paraguay

Es por eso que la política del gobierno, por medio del Ministerio del Trabajo Empleo y Seguridad Socia (MTESS), pone tantas trabas burocráticas para conformar o mantener en funcionamiento un sindicato. Es todo un vía crucis el papeleo para crear un sindicato o para validar la elección de autoridades en una asamblea. Es más fácil crear una empresa que un sindicato. Siempre aparecen nuevas leyes de incentivo a las empresas, tanto para crearlas como para que se desarrollen. No es raro que esos incentivos sean a costa de los trabajadores, como la reciente ley de MIPYMES que permite pagar a los empleados sólo el 80% del salario mínimo legal. ¿Alguien recuerda la fecha en que apareció alguna ley que fomente la formación de nuevos sindicatos? Ni qué decir del alto riesgo de despido para aquellos trabajadores que se junten y empiecen a hablar de formar un sindicato.

Dijo el presidente: No hay leyes que le impidan la libre asociación en agrupaciones gremiales, pero los reglamentos burocráticos impuestos por el MTESS y la acción represiva de las patronales hacen muy difícil el ejercicio de esa libertad de asociación. Es la misma dificultad que tiene un trabajador que gana el salario mínimo para ejercer su libertad de comprarse, no un auto de lujo 0 km, sino una casita de dos piezas para vivir con su familia. No obstante, en este caso cabe resaltar que el mismo Estado paraguayo viola su propia legislación así como tratados internacionales suscritos y ratificados que establecen la sindicalización como un derecho que debe ser garantizado y velado por los Estados, por lo que, las declaraciones de Peña son contrarias a la ley. 

Empleo juvenil en Paraguay: ¿Oportunidades reales o precariedad? 

En otra parte del artículo periodístico se afirma que el presidente destacó que los jóvenes tienen oportunidad de trabajar y que no se creen dueños del “Estado de bienestar” porque si bien es importante construir una red de protección social, “nunca puede cortar el incentivo de trabajar, los jóvenes quieren trabajar y no quieren que el Estado les dé nada”. ¿Cuáles son las oportunidades de trabajo? ¿Cuáles son las condiciones laborales? ¿80 % del salario mínimo si se trata de una MIPYME? ¿Jornada laboral de cuántas horas? ¿Se pagan las horas extras? ¿Las vacaciones? ¿Inscripción en el sistema de seguridad social del IPS? ¿Libertad de asociación, cuando te echan del laburo si pretendés formar un sindicato?

¿Qué quieren los jóvenes trabajadores que les dé el Estado? Un sistema de transporte público que les traslade con mayor comodidad y dignidad que al ganado, que les permita llegar a tiempo al trabajo y no les exponga a descuentos por llegadas tardías. Un sistema de salud al que recurrir cuando se enfermen, o cuando sufran un accidente de trabajo, o cuando llegue la hora del parto. Un sistema educativo para cuando el o la hija crezca, sin aulas mango guype, con pupitres en buen estado, etc.

Mano de obra «poco educada pero entrenable»: ¿Cómo ve Peña y las patronales a los trabajadores?

Continúa la nota periodística. Peña ofreció la mano de obra paraguaya como poco educada, pero muy entrenable, que es la evaluación que hacen las empresas extranjeras en el país, según el mandatario. .

Es así como el empresariado y el presidente paraguayo consideran a los trabajadores. No como personas a quienes la educación les desarrolle como seres humanos, sino como mano de obra a la que se entrena, se adiestra para que produzcan ganancias para el capital con la mayor rapidez y eficiencia posibles.

El presidente se sintió como pez en el agua. Se engolosino con la oportunidad de hablar, no cuidó su lenguaje y demostró con sus palabras a quiénes beneficia con sus políticas: a la clase explotadora paraguaya e internacional. Por la boca muere el pez.