Memoria del Futuro | Por Luiz Brizuela

La pasada semana de julio Norma Flores Allende festejaba su cumpleaños número 35. Cuando me llegó su invitación, pensé para mis adentros «35+35= recuperemos todo lo robado». A veces es algo simpático sacar de su contexto los lemas de lucha que vociferamos, como si fueran a perder su significado si vagaran por ahí sin el contexto. Pero toda lucha en nuestra lista tiene que ver con la lucha principal, que es la lucha en contra de toda forma de opresión, por la destrucción de esta sociedad prehistórica y la construcción de una nueva sociedad basada en la libertad y el desarrollo del ser humano. Entonces, es imposible que la simple frase de «35+35= recuperemos todo lo robado», incluso sacada de contexto y al lado de otra cosa aparentemente aleatoria, pierda su significado. Así que prestemos atención a la relación entre los 35 años de Norma, el lema antistronista, y el nuevo poemario de Norma, Veo el Volcán que siempre se aleja.  

El lema «35+35= recuperemos lo robado» es impulsado desde la plataforma de Derechos Humanos del Paraguay, instalado este año para recordar los 35 años de la aparente caída del régimen stronista, y los 35 años anteriores del golpe que instaló el saqueo y terrorismo militar en nuestra región. La dictadura stronista formó parte de las dictaduras latinoamericanas sostenidas por el Plan Cóndor que, como uno de los objetivos principales, en el marco de la guerra fría, buscaban perseguir, reprimir y desaparecer el comunismo del continente latinoamericano. Marcos Roitman, en su libro Tiempos de oscuridad, Historia de los golpes de Estado en América Latina, explica que el comunismo es la mayor amenaza para el imperialismo, por tanto, los golpes de Estado maquinados por Estados Unidos, van siempre de la mano del anticomunismo. En el marco de esta lucha contra el socialismo, el autor da cuenta de que la revolución soviética y cubana, representaron una amenaza para el capital que buscaba expandir sus raíces por toda latinoamérica. Ello generó un intervencionismo estadounidense en la política latinoamericana que se imponía con hábil sutileza o con toda su fuerza según el caso. En Paraguay, se expresó en una sangrienta tiranía que prácticamente desapareció al Partido Comunista Paraguayo. En 1958 se gestó la huelga general más grande de la historia del Paraguay. Ante la imposibilidad de cooptar a sus principales dirigentes, la dictadura de Alfredo Stroessner los encarceló. Algunos de ellos fueron:  Ananías Maidana, Severo Acosta o Antonio Maidana, que padecieron la cárcel, la tortura y el exilio por casi veinte años.  

Veo el Volcán que siempre se aleja retrata a personas que cumplían roles en esta guerra contra el comunismo por todo el continente y ―a partir de esa guerra que colectivamente significó tortura, desaparición, asesinato y exilio de militantes que se posicionaban en contra del fascismo militar― cuenta la vivencia personal de Norma, quien nació precisamente en ese contexto. 

Veo el volcán que siempre se aleja es un poemario breve, filoso, sensible y profundo, que fue editado y publicado en el país natal de Norma, El Salvador. Hoy traigo fragmentos de sus poemas para reflexionar sobre sus propuestas centrales. 

Tres figuras poéticas danzan a solas y entre sí a lo largo de todo el poemario: el agua o la falta de agua, la madre o la ausencia de una madre, las entrañas llenas de vida o de vacío. Y hay un intruso que recorre también el poemario, deja marcas terribles en el recorrido de la lectura, y solo revela su identidad hacia el final. 

El (no) agua, la (no) madre, las (no) entrañas 

El agua, en forma de lágrimas, mares, océanos, suspiros de lluvia, fluye a lo largo de todo el recorrido del poemario, arrojando cosas en la corriente para quienes lo leen. De hecho, la apertura del poemario está cargada por un poema en prosa que nos narra a un personaje en busca del último abrazo de su madre en la madre final: el mar. «las olas no son música, son la entonación del vientre de la Tierra», dice Norma en la voz de su personaje y, más tarde, continúa en un «Madre. El mar es la mar, el útero del retorno, origen del Todo y fin del Mío. Madre. Llévame». El personaje acude para morir en ese vientre que debería significar nacimiento. Más tarde en el poemario, Norma insiste en la muerte por agua en un poema que versa «Qué mejor que morir en el agua, salpica el cuerpo, muerde la nada». ¿Empieza el poemario con una muerte, con un nacimiento, con un renacimiento? No lo sabemos con certeza, pero más tarde el agua vuelve a aparecer resignificándose por vez infinita, el verso esta vez dice «Sonreiré toda vez que las corrientes se deslicen con sus aguas fecundas». La fluidez del agua en el poemario indica ambas cosas, nacimientos y renacimientos, contradicciones. «Las aguas cósmicas son en verdad oscuras en respuestas y no hay nauta que se atreva. No. Estas aguas simulan ser calmas pero nadie sabe en dónde desembocan». Nadie sabe en dónde desembocan, esa es la respuesta más cercana que tenemos en el poemario con respecto al recorrido del agua: otra pregunta, que nos lleva a otro poema y a otro y a otro y a… 

La madre está en todos lados, y otras veces su ausencia pesa tanto que es necesario buscarla con las manos por todo el mundo. «Vencimos/pero ninguna mejilla argiva quedó sin llanto/ni siquiera las mías porque, tras la última batalla/ocurrió el último parpadeo de mi madre./Entre sus brazos, hubo un ocaso/ pero, antes de ascender a la Luna desde sus senos, proclamó/: «tu útero no está desnudo/ porque es un sueño incandescente/ es una balsa/ que florece a diestra y siniestra». En este poema, podemos sentir la fuerte presencia de una madre a punto de parir un nuevo mundo, y al mismo tiempo la más dura pérdida de una madre.  

«Un vacío de poesía/unas entrañas desiertas». «Ella se volvió un paraje incoloro,/ un olvido de luz y/ una desolación/ vestida de muerte». En este otro poema, Norma también une la idea de las entrañas desiertas con la pérdida de la madre. 

Las entrañas son aquel vientre capaz de dar a luz algo nuevo digno de ser protegido. Cuando Norma hunde en la desesperanza a quien lee el poemario, las entrañas de repente son «desiertas», por ejemplo, en otro poema dice «El mar alumbra las entrañas silenciosas», pero cuando se reafirma en la esperanza, habla de la fertilidad de las entrañas, del útero, del vientre. Habla de la capacidad creadora que nos habita a todos y que, en el caso del poemario, se representa a través de la figura de la madre. Hacia el inicio del poemario, Norma borra la distancia entre las palabras «amor» y «dolor» en un hermoso poema que recuerda al parto doloroso de las mujeres, que origina vida y amor: «una sola palabra sostiene un poema/Dolor/el acorde de las entrañas». Más tarde, en el mismo poema, dice: «una sola palabra sostiene un poema/amor».  

El personaje secreto 

Pero ahora, tras contemplar esta danza entre el agua, las entrañas, y la madre, recordemos a ese personaje siniestro que estaba escondido en las sombras del poemario, y que se revela  a la luz del poema Escuadrón. Con este poema Norma logró el segundo puesto en el Concurso de Poesía Carmen Soler en el año 2022.  

Escuadrón

El poema expresa la guerra contra el comunismo que se vivió (ysesigueviviendo) en el siglo XX. Recordamos a Roitman que nos contaba esto de que el comunismo, por ser un proyecto emancipador de la humanidad, representa(ba) la mayor amenaza para el imperialismo, lo que provoca esta persecución imperialista que aplastó a militantes que se plantaban ante el fascismo militar que plagó latinoamérica.  

En el poemario existe una suerte de trilogía que explora a este personaje. En esos tres poemas existen versos como «Tu fusil respiraba en silencio, te olvidaste de contarme que allá estabas dibujando mapas en una guerra»; «Sostuve tu mano/ y me soltaste. /Cuando moriste,/ volví a nacer,/ en el mismo lugar engarzado en la ausencia/. Abandono./ Veo el volcán que siempre se aleja»; «Cuando niña buscaba un columpio,/ ignorando todo lo que me arrebataste»; «Ya no te escucharé más en la noche./ Ya no abrirás mis carnes, ni arrancarás mis vísceras. En la nebulosa fría serás lodo mudo, los gusanos harán parir la aurora». 

El volcán que siempre se aleja no es otra cosa que un dolor, un dolor que perdura en el horizonte del pasado. Siempre se aleja porque pueden transcurrir el tiempo, las vivencias, podemos ver al dolor empequeñecerse en el horizonte, pero nunca deja de estar la oscura mancha de la violencia cuando miramos hacia atrás. Nosotros somos hijos de la violencia, los hombres colonizadores violaban a nuestras madres, las guerras del Chaco y de la Triple Alianza nos parieron, una de las dictaduras más largas de toda Latinoamérica instauró silencio, censura, clandestinidad, tortura, desaparición y exilio, que hasta ahora se expresan en nuestro cuerpo cada vez que no nos atrevemos a pronunciar palabra ante un autoritarismo rancio. Y ante todo aquello la figura de la madre persiste. La madre en Escuadrón se plantaba ante la guerra contra el comunismo con nada más que una vida brotando de sus entrañas. 

Memoria del futuro

En un poema, Norma escribe «no somos dos porque dentro de mí hay miles y dentro de vos solo veo silencios». Algo fértil y poblado de posibilidades enfrentándose a un vacío. No es una casualidad que los sustantivos más repetidos en el poemario sean «noche» y «madre» respectivamente, dos palabras enfrentadas entre sí por las manos de Norma. Tampoco es una casualidad que el poemario de Norma termine con dos versos que dicen «el abismo canta/luces que nacen». 

Veo el volcán que siempre se aleja es un poemario para ejercitar la memoria, reflexionar en qué mundo hemos nacido, recuperar la historia, lo que es urgente en un país como Paraguay, donde no existió un profundo proceso de Juicio y Castigo a los torturadores y saqueadores de la tiranía stronista. Recién en el año 2024 pudimos ver una condena al torturador Eusebio Torres, y nuestra tarea debe ser no descansar hasta que el Juicio y Castigo sea una realidad. Pero, el poemario de Norma es también una obra que nos hace reflexionar sobre el futuro, en conjugación con otro lema de nuestra lista de luchas, que es «Memoria del futuro». Norma tiene una creatividad capaz de imaginar mundos extraños, que se expresa también en su nuevo poemario. Es con esa creatividad que debemos destruir y construir, destruir y construir, no más reciclar las reglas de las sociedades de clase, del capitalismo, sino destruir y construir.  

En cuanto al cumpleaños de Norma, no pude ir porque me había pasado toda la mañana con mi novio y amigos recorriendo Piribebuy, y a la noche ya estaba cansado. Pero a mi modo, celebré su cumpleaños leyendo Veo el volcán que siempre se aleja en el auto. La niebla tragaba montañitas a lo lejos, montañitas que parecían volcanes, la atmósfera estaba colocada para que me perdiera en sus textos, mientras me hacía del misterioso ante las otras personas del auto, y yo tenía ardiendo en mi teléfono el nuevo poemario de Norma que había estado queriendo leer desde que supe de su existencia. Las coincidencias no dejan de aparecer desde entonces: los 35 años de Norma; el lema «35+35= recuperemos todo lo robado»; Veo el volcán que siempre se aleja; las aguas; las entrañas; las madres; que Norma haya ganado un concurso precisamente con el nombre de Carmen Soler, una luchadora comunista que desafió al régimen stronista; que este 4 de agosto sea el Centenario de Nacimiento de Carmen Soler; que se acerque una celebración por la vida de Carmen Soler y que en ese homenaje se lance cierta antología que contendrá tres poemas de Norma que forman parte de su nuevo poemario, y que renacerán en esa antología, etc. Etc. Etc.  

Las coincidencias son miles y todas llevan a las mismas palabras: memoria, rebeldía y revolución.

Foto de portada: Pedro Pérez