Por Virgilio Cantero
Frente a la escalada de agresión terrorista de “Israel” contra palestinas y palestinos y su nuevo ciclo de barbarie que parece no tener fin, es un imperativo moral posicionarse ante el sufrimiento humano, por sobre todo de los pueblos oprimidos.
Condenar el terrorismo sionista no puede estar condicionado por una mirada que tiene su única fuente en los medios propagandísticos occidentales que pretenden justificar la ocupación ilegal y que vienen guardando silencio desde hace décadas sobre el apartheid impuesto al pueblo palestino.
El Estado genocida de Israel creado de manera arbitraria en territorio palestino constituye la primera forma de violencia en dicho territorio. El pueblo palestino ejerce su derecho a la legítima defensa hace 75 años en condiciones de tremenda asimetría bajo un régimen de ocupación militar, sin Estado propio, sin ejército, policía ni forma alguna de defenderse, más que las diversas formas de resistencia política, cultural y armada, ante uno de los ejércitos más sofisticados del mundo.
¿Por qué esta maquinaria militar israelí no ha generado el horror mundial? ¿Por qué hasta ahora no se ha hablado de las víctimas colaterales que vienen padeciendo todo tipo de abusos, saqueos, prisiones y muerte desde hace décadas? ¿Por qué el terror ante la barbarie es selectivo?
Posicionarse es un acto de responsabilidad racional, implica informarse investigando de diversas fuentes, buscar medios alternativos y críticos, analizar los hechos ubicados en un contexto, sin caer en perspectivas simplistas, evitando estereotipos y sesgos.
La lejanía geográfica pudiera hacernos pensar que no tenemos responsabilidad con hechos que suceden a miles de kilómetros, sin embargo, es necesario generar precedentes que hagan resonar la intolerancia global hacia la barbarie y la injusticia, que combatan la impunidad que sostiene a los criminales, que genere redes de apoyo. “Patria es humanidad”, tal como afirmaba Martí. Nuestra misma historia nos enseña, hemos soportado una guerra de exterminio y sometimiento que condicionó nuestra forma de ser paraguayos, esa misma historia nos acerca a Palestina, un pueblo que resiste una guerra de exterminio en condiciones de absoluta desigualdad y que lo hace digno de nuestro respeto y solidaridad.
Palestina sufre los embates del capitalismo que arrasa con los pueblos a través de su mecanismo predilecto, la guerra, en una lucha de clase donde el opresor tiene el apoyo de la clase dominante mundial y el oprimido tiene apenas nuestras voces de obreros y obreras internacionalistas que hacen de la solidaridad un estandarte que testimonia nuestras convicciones revolucionarias.
Es siempre una tarea revolucionaria la defensa de la verdad y de la justicia. Es justo que Palestina por fin sea libre.
Imagen de inicio: Palestina hoy
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