El desafío de lograr grandes inversiones

EDITORIAL

Somos uno de los últimos destinos de la inversión extranjera directa en América del Sur. Desde el 2013, con el gobierno del multimillonario delincuente Horacio Cartes, estos saqueadores vienen diciendo que nuestro país atraerá grandes inversiones que mejorarán nuestras vidas. Dicen que la política de bajos impuestos y salarios es la que atraerá a los capitales que instalarán sus empresas en nuestro país. Nada más alejado de la verdad. Por ejemplo, el Uruguay, que tiene impuestos y salarios mucho más altos que el Paraguay, tuvo una inversión extranjera directa de 9.325 millones de dólares en el año 2022, mientras que nuestro país logró captar sólo 474 millones de dólares ese mismo año [1]. Estos datos muestran que es una gran mentira aquella idea, igual de engañosa que la idea que dice “los millonarios exitosos buscarán que el pueblo también viva mejor”. Lo real y concreto es que con gobiernos de explotadores narcoafiosos el pueblo trabajador no estará mejor. Y si no se moviliza para reclamar sus derechos, seguro estará peor.

Los grandes empresarios y millonarios del Paraguay están dirigidos por los intereses del capital narcomafioso, que es el capital que tiene cabida y que define la orientación de las políticas públicas en el Paraguay. Es el mismo capital que nombró a Hernán Rivas como Presidente del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM), para defender a jueces y fiscales que dan cobertura a la corrupción y al crimen organizado, y atacar a quienes se atrevan a denunciar casos de corrupción. Todo al revés.

Rafael Barrett, en su célebre “Dolor Paraguayo”, hace más de cien años, decía que nuestro país era el más desdichado de la Tierra, que su población, tanto ñiñas y niños como mujeres y hombres, estaban tristes y sin ganas, con enorme desconfianza [2]. Barrett relataba así al Paraguay que intentaba recuperarse de la Guerra de la Triple Alianza.

El dolor, la tristeza y la desconfianza de la que hablaba Barrett siguen siendo parte de nuestra vida cotidiana. La situación del pueblo trabajador, de hace más de cien años, es otro dato que debemos tener muy en cuenta. Sobre todo porque fueron los aliados explotadores quienes fundaron en 1887 los Partidos Colorado y Liberal, cuyas direcciones, desde ese momento –y hasta ahora- se ocuparon en defender los intereses de quienes tienen el poder económico y la fuerza para mantener sus privilegios. Hicieron las leyes que ellos mismos se pasaron violando cuando no les permitían asegurar sus privilegios.

Las direcciones políticas colorada y liberal, desde sus inicios a finales del siglo 19, han venido sosteniendo políticas favorables al saqueo, la explotación y la acumulación de riquezas de empresas extranjeras, compartiendo parte de esas riquezas gracias al tráfico de influencias y la corrupción. Es imposible negar esta historia de saqueo, explotación y acumulación injusta.

Las inversiones extranjeras que vengan siempre serán inversiones de capitales basura, que entran para saquear y luego llevarse todas las ganancias sin dejar nada al país. Para que cambie esto, dicen que el Paraguay debe lograr “Grado de inversión”. Esto significa que el Estado paraguayo debe demostrar solidez institucional y capacidad de pago.

Este Estado no puede tener capacidad de pago, porque no tiene política de recaudaciones que favorezcan mayores ingresos, ni invierte en el mejoramiento de empresas públicas. Tampoco invierte para mejorar la productividad paraguaya, buscando desarrollo técnico, científico y tecnológico. Seguirán mintiendo y generando negocios para continuar con su enriquecimiento, alineándose a la narcomafia, al crimen organizado, agudizando la incertidumbre, la inseguridad, la violencia y la ausencia de igualdad de oportunidades.

De solidez institucional ni hablemos. El nombramiento de Rivas como presidente del JEM, la composición de las Cámaras de Senadores y Diputados, el Poder concentrado en Horacio Cartes y el gran dominio de EEUU y Brasil sobre las orientaciones económicas y políticas, impiden avances en seguridad jurídica, legislativa, política y económica.

El gran desafío es dar vuelta esta situación. Cuando hablamos de lograr grandes inversiones, nos referimos a los dos significados que tiene la palabra inversión. Por un lado, inversión significa colocar recursos, dinero en un emprendimiento. Y por otro lado, inversión también significa cambiar, dar vuelta el orden de las cosas. Sobre todo entendemos que el gran desafío que tenemos las mayorías trabajadoras es el de cambiar, invertir el orden de las cosas y lograr que los trabajadores recuperemos todo lo que nos pertenece.

Con el protagonismo de la clase trabajadora, con el poder de la clase trabajadora, podremos tener esas otras inversiones que permitan el desarrollo de nuestro pueblo, con un Estado y un proyecto de país capaz de invertir recursos para asegurar una sostenida capacitación laboral, con ciencia y tecnología al servicio de las necesidades de alimentación, vivienda, transporte, educación, salud, trabajo, cultura y diversión, todas estas son necesidades básicas que nos merecemos las trabajadoras y los trabajadores de la ciudad y el campo.

La unidad que debe darse es entre las y los verdaderos productores, que somos las y los trabajadores. Esa unidad no mira afiliación política. Esto es así. Y al mismo tiempo, la comprensión y el desarrollo de consciencia sobre la historia de nuestro país, sobre el rol de potencias extranjeras y de las direcciones políticas colorada y liberal, nos permitirá transitar hacia el necesario abandono de esos Partidos por parte de las mayorías trabajadoras, atendiendo a que nunca defendieron nuestros intereses.

El 15 de agosto necesitamos mostrar ese otro país que resistirá en defensa y por la recuperación de lo que se le robó. Necesitamos realizar grandes inversiones, o sea, grandes giros y cambios radicales de este orden que tanto daño nos hace a la mayoría del pueblo.

17 de julio de 2023


Imagen de inicio: Ilustración de Fernando Vicente para «Reforma o revolución» de Rosa Luxemburgo.

[1] Diario 5Días, página 4 del miércoles 12 de julio de 2023.

[2] Dolor Paraguayo, páginas 97, 98, 109 al 111. Servilibro. 2° edición, junio de 2010.

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