Por Bernabé Penayo
Como militante del Partido Comunista Paraguayo, siento la necesidad de hacer llegar estas breves reflexiones a mis camaradas y a muchos obreros y trabajadores amigos.
El próximo 29 y 30 de noviembre se cumplirán 50 años de la última gran represión contra el PCP por parte de la sanguinaria dictadura fascista de Alfredo Stroessner, ocasión en la que fueron secuestrados, torturados y asesinados nuestros queridos camaradas Miguel Ángel Soler, secretario general del Partido Comunista; Derlis Villagra, secretario general de la Juventud Comunista; y Rubén González Acosta, miembro del Comité Central del PCP.

Junto a ellos también fueron detenidos un centenar de militantes del Partido y de la Juventud Comunista, además de amigos, familiares y colaboradores de la militancia revolucionaria contra la dictadura. Todos fueron torturados, algunos con una crueldad todavía mayor.
Como ejemplo de firmeza revolucionaria, quiero citar a una mujer y a un hombre. La compañera Celsa Ramírez que, siendo compañera de vida e ideales de Derlis Villagra, fue torturada bestialmente hasta los límites de la muerte. La policía no pudo arrancarle una sola palabra. Celsa tuvo una conducta ejemplar frente al enemigo de clase.

También quiero recordar a un hombre injustamente poco citado y poco conocido: Prudencio Vidal Bogarín. Fue detenido el 30 de noviembre de 1975 y torturado innumerables veces sin que la policía lograra resultados. Después de 70 días en el Departamento de Investigaciones, la policía accedió a un documento interno del Partido en el que se informaba sobre una importante organización regional del PCP en el Departamento Central, donde el camarada Bogarín era responsable político.
Nuestro camarada, combatiente condecorado en la Guerra del Chaco y ya con unos 70 años, fue llevado nuevamente a la cámara de torturas el 17 de febrero de 1976 y torturado durante tres días, hasta el 19 de febrero. Lo arrojaron ensangrentado entre el grupo de detenidos en aquel infierno.
Una ironía trágica del destino: el 19 de febrero es el aniversario de la fundación del PCP, el partido de la clase obrera. Ese día, mientras el camarada Bogarín se debatía entre la vida y la muerte, sentía en lo profundo una alegría: había vencido a la tortura, a la policía stronista y a la política anticomunista importada desde el norte. El obrero comunista de un humilde barrio de Asunción les había derrotado. No entregó una sola información.
A 50 años de estos sucesos heroicos, el presente nos plantea la necesidad política de rescatar la memoria histórica del Partido Comunista y el heroísmo de su militancia. Son raíces y cimientos que nos dan la fuerza para seguir luchando con más convicción, para construir un Partido estrechamente ligado a la clase obrera, con una línea revolucionaria capaz de destruir el poder burgués y construir el socialismo y el comunismo.
