Palestina | Por RRII – JCP


El lunes 10 de noviembre último se cumplió 1 mes desde la entrada en vigor de la «tregua» entre el Estado de Israel y la organización palestina Hamas. Decimos «tregua», con comillas, porque en realidad no hubo paz para la población de la Franja de Gaza en ese lapso. Según un informe de Al Jazeera English, citando a la oficina de prensa del Gobierno de Gaza, durante el primer mes de la tregua la entidad sionista autodenominada Israel violó el acuerdo al menos 282 veces, matando a 242 palestinos e hiriendo a 622 de ellos. La dependencia gubernamental palestina añadió que las fuerzas de ocupación israelíes dispararon contra civiles 88 veces, asaltaron 12 veces casas palestinas en zonas de las que se tendrían que haber retirado de acuerdo con el acuerdo de alto el fuego firmado entre Hamas e Israel, bombardearon la Franja de Gaza 124 veces, y demolieron viviendas palestinas 52 veces. Además, Israel sigue bloqueando la entrada de ayuda humanitaria a la Franja, incluyendo abrigos, carpas y otros elementos necesarios para soportar el invierno –que ya se está haciendo sentir en Gaza según se observa en diversos videos difundidos en los últimos días por varios medios–. Al Jazeera English concluyó, además, que desde el 10 de octubre al 10 de noviembre Israel atacó la Franja de Gaza en 25 de esos 31 días; o sea, casi todos los días. Esa es la noción de tregua que tienen los israelíes.

Por otra parte, los resultados de la más reciente encuesta realizada por el Centro Palestino de Investigación de Políticas y Encuestas (CPIPE), realizada del 22 al 25 de octubre con una muestra representativa de 1.200 palestinos (760 en Cisjordania, 440 en Gaza), muestra un panorama político complicado para Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, una especie de órgano ejecutivo que es reconocido internacionalmente como el gobierno de Palestina en los territorios de Cisjordania y Gaza –aunque, en realidad, no tiene autoridad puesto que Israel es quien finalmente controla Cisjordania y Gaza al controlar su espacio aéreo, sus tierras, sus recursos hídricos, su economía… en fin, todo aquello que hace soberano a un país–. Mahmud Abbas es miembro del partido Fatah, histórico adversario de Hamas en el olimpo político palestino.

Los resultados muestran a Marwan Barghuti, uno de los más icónicos dirigentes políticos palestinos, como la figura favorita con un 49% de preferencia entre los encuestados. Barghuti, que está privado de libertad en las cárceles israelíes desde 2002, pertenece a Fatah, pero históricamente se ha mostrado a favor de la reconciliación nacional con Hamas y otros partidos políticos palestinos. Hamas actuó recíprocamente exigiendo en más de una ocasión su liberación durante sus negociaciones con las autoridades sionistas.

Le sigue Jaled Meshal, expresidente del buró de Hamas, con 36%.

Mahmud Abbas, en cambio, solo tiene 13% de preferencia, y bien podría pensarse que este porcentaje solo estaría compuesto por funcionarios públicos de la Autoridad Nacional Palestina. Peor le va a Hussein al-Sheij, a quien Abbas contempla como su sucesor, con apenas 2% de preferencia entre los encuestados. Según el Dr. Jalil Shikaki, director del CPIPE, al-Sheij «no existe en la conciencia pública».

Otro resultado destacable de la encuesta es que el 70% se opone al desarme de Hamas, algo largamente reclamado por los dirigentes genocidas estadounidenses, israelíes y europeos. Este es el punto en que se advierte un mayor consenso nacional entre la población palestina, tanto de Cisjordania como de Gaza. Esto no tiene que extrañar. Este resultado es natural y esperable si se considera que la nación palestina lleva décadas siendo víctima de limpieza étnica y, más recientemente, de genocidio. Al mismo tiempo, los resultados muestran una notoria insatisfacción de la población palestina con la administración de Mahmud Abbas: 80% exige su renuncia, mientras que el 75% rechaza su gestión. Esto deja a Hamas como el partido político preferido por la población palestina.

Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU ignoró olímpicamente los dictámenes de la propia Corte Internacional de Justicia (organismo judicial de la ONU) y aprobó el 17 de noviembre el plan con el que Estados Unidos va a legalizar la anexión territorial israelí en Gaza. Es el bosquejo de un nuevo «Mandato de Palestina». Según una publicación de Drop Site News, citando un informe del diario británico The Guardian a su vez basado en documentos obtenidos del Centcom («Mando Central de Estados Unidos», dependiente del Departamento de «Defensa» estadounidense), el plan consiste en una división a largo plazo de Gaza en una «zona verde» –bajo control militar israelí e internacional– y una «zona roja» –totalmente arruinada por la guerra genocida desplegada por Israel y de donde casi toda la población fue desplazada–. Los documentos mencionan tropas extranjeras desplegándose en la Franja de Gaza junto a las de Israel al este de la «línea amarilla», ya controlada por Israel. Estados Unidos busca obtener un mandato de la ONU para desplegar una fuerza internacional «de estabilización» (ocupación), compuesta por más de 20.000 efectivos, pero los gobiernos europeos no parecen estar dispuestos a enviar tropas numerosas. Solo Italia respondió con interés hasta ahora. Según Craig Mokhiber, abogado estadounidense y exjefe de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, este proyecto de Estados Unidos premia al Estado sionista al normalizar el genocidio que está cometiendo. La votación resultó en 13 posicionamientos a favor y dos abstenciones –de China y Rusia respectivamente–.