Palestina | Secretaría de Relaciones Internacionales – JCP


Primera semana de noviembre del 2025

Arrecia la violencia terrorista de los colonos israelíes en Cisjordania. En la última jornada de octubre, nueve terroristas israelíes enmascarados irrumpieron una granja palestina y mataron sádicamente al ganado ovino del establecimiento, golpeándole con palos y arrojándole bruscamente al suelo, a la vez que incendiaron los cultivos. El hecho quedó grabado en un video que fue difundido por el conocido diario israelí Haaretz. Este aumento en la violencia coincide con la época de cosecha de aceitunas en Palestina. La organización israelí de derechos humanos Mistaclim, dedicada a monitorear la violencia sionista en Cisjordania, publicó acerca de un episodio en que activistas israelíes y estadounidenses —entre ellos, algunos rabinos—, que estaban ayudando a palestinos y palestinas en su cosecha de aceitunas, fueron atacados con un dron por parte de colonos y soldados israelíes en Qarawat Bani Hassan. Esto está respaldado por el testimonio —sustentado con imágenes— de una corresponsal de Haaretz.

Si miramos la situación agrícola en el otro extremo de Palestina, tampoco parece haber visos de esperanza en el futuro cercano. En sucesivos informes publicados este año, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) advirtió de una catástrofe agrícola sin precedentes, que sin duda ya está repercutiendo en la alimentación de sus habitantes. Alrededor del 70% de los invernaderos y la mayoría de los pozos fueron arrasados, dejando el sistema de producción de alimentos de la Franja de Gaza al borde del colapso total. Israel sigue impidiendo el ingreso de comida en cantidad suficiente y con valor nutricional adecuado a las necesidades de la población gazatí. Según Al Mayadeen Español, el ente sionista rechazó al menos ya 107 solicitudes de ingresos de materiales de socorro a la Franja de Gaza —como abrigos, otras ropas, frazadas, etc.—, así como también rechazó solicitudes de organizaciones de derechos humanos que quieren entrar para operar la provisión de agua potable y otros servicios de saneamiento. Estados Unidos tiene también plena responsabilidad en esto puesto que, con la implementación del «plan de paz» del presidente estadounidense Donald Trump, el país norteamericano asumió el rol principal en las decisiones de qué entra y qué no a la Franja de Gaza mediante el Centro de Coordinación Cívico-Militar, según el medio estadounidense The Washington Post. Yvette Cooper, ministra de relaciones exteriores de Reino Unido, dijo que Israel no tiene excusas para obstruir el ingreso de socorro y alimentos para la población palestina en la Franja de Gaza. También afirmó haber visto almacenes repletos de ayuda humanitaria en Jordania lista para su entrega, y reiteró su pedido de apertura de los cruces a Gaza para que se ingrese la ayuda.

A pesar de estas declaraciones, es conveniente no olvidar que Reino Unido es uno de los principales responsables de la hecatombe palestina en la Franja de Gaza por su apoyo logístico en la vigilancia aérea del territorio, de la que las fuerzas genocidas israelíes se sirven para bombardearlo.

Un aspecto positivo de la situación humanitaria es el hecho de que, desde que Hamas retomó el control de la distribución de ayuda ahora que la tregua con Israel está vigente —al menos en el papel—, el robo de ayuda humanitaria cayó del 80% al 5% de acuerdo con las declaraciones de Stéphane Dujarric, portavoz de la ONU.

La situación sanitaria sigue deteriorada, y con tendencias a agravarse. La Agencia de Socorro y Obras Públicas de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA por sus siglas en inglés) informó que 1 de cada 5 niños en Gaza no recibió las vacunas rutinarias por el genocidio que desplegó Israel. La UNRWA, en colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Sociedad de la Media Luna Roja Palestina, está preparando una campaña de recuperación en 150 centros de salud en Gaza, con el objetivo de llegar a 44.000 niños y evaluarlos en busca de casos de desnutrición.